Para México es momento de implementar medidas de política económica distintas a las que se han utilizado en sexenios pasados, asegura José Luis de la Cruz Gallegos.
El director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del TEC de Monterrey, Campus Estado de México, indica que el gobierno federal y los gobiernos estatales deben ser eficientes en la aplicación de los recursos disponibles.
“Al mismo tiempo es prioritario que la transparencia norme su actuación, ello les permitirá observar si los recursos son usados en programas planificados”, explica.
Y es que tal parece que las expectativas anunciadas para este año y los discursos de reactivación de la economía, no concuerdan con la realidad.
Los números son claros y evidencian que las cosas “se ven con otro cristal”.
Y es que para el primer semestre de este año ya se avecina una desaceleración en la actividad industrial.
Sólo en febrero se registró una caída de 1.2 por ciento, aseguró De la Cruz Gallegos. Incluso, advierte que la minería cayó 0.8 por ciento, la electricidad 0.5, la construcción 2.3 y las manufacturas 0.9 por ciento, en el mismo mes.
En marzo, el sector automotriz ya contabilizaba una contracción en su producción de 11.2 por ciento y una caída de casi 10 por ciento en las exportaciones, revela.
Este fenómeno, explica el experto, afectará de manera directa a las exportaciones mexicanas, sobre todo por su efecto sobre la producción y venta de automóviles a la economía norteamericana.
Lo que se agrava todavía más por la debilidad del empleo en Estados Unidos y las turbulencias en el sistema bancario europeo.
Aunque los principales bancos centrales del mundo mantienen una política de inyección de recursos al sistema financiero, el beneficio no llegará a la producción y la generación de empleo.
Recuerda que el gobierno anterior desdeñó la crisis de Estados Unidos, y el costo fue una contracción de más del seis por ciento.
Hay que entender, dice el catedrático, que este año la dinámica de la economía va perdiendo fuerza, y no se debe subestimar el efecto de la recesión anterior.
Los indicadores cíclicos del INEGI ya reportan un comportamiento heterogéneo en el escenario macroeconómico del país con un crecimiento negativo.
De acuerdo con su análisis, la desocupación urbana registra una tendencia a la alza en los primeros dos meses del año y hay un comportamiento negativo en las importaciones totales.
Prácticamente, dice, todos los componentes de la actividad industrial se encuentran estancados.
Cae el salario
Además de la desaceleración que se avecina para los siguientes meses, el tambien director de la Escuela de Negocios del mismo Campus advierte que los ingresos percibidos por los trabajadores son insuficientes para alcanzar su bienestar.
Esta medición se hace con el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) que a finales de 2012 se incrementó 3.4 por ciento.
En ese mismo lapso, casi el 50 por ciento de los estados presentó un incremento en su ITLP.
Las entidades con una situación más dramatica fueron: Michoacán (21.4 por ciento aumentó), Nuevo León (10.3) y Querétaro (8.5).
Es decir se encuentran en un nivel muy superior al reportado durante la crisis de 2009, lo que evidencia que la recuperación nunca se tradujo en mejor nivel de vida para los mexicanos.
La razón obedece también, agrega, al deterioro laboral por las menores prestaciones y remuneraciones que reciben.
Un aspecto fundamental a considerar, advierte el investigador, es la caída en el poder adquisitivo de los trabajadores.
De acuerdo con sus estimaciones, se presentó una disminución de 4.3 por ciento el año pasado, respecto a igual lapso del 2011.
“Si el resultado se coteja con el inicio del sexenio de Felipe Calderón, lo que se aprecia es una caída del 28.4 por ciento”, recalca.