Cambio de mando

Lo que se propone es un cambio de mando. Se busca quitar poder a un titular de la policía y devolvérselo a otro secretario. “Eso es lo relevante, que la Secretaría de Gobernación reasuma el control de la seguridad pública en el país”.

Así opina Vicente Férnandez Fernández sobre la nueva iniciativa de que la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) desaparezca y que sus corporaciones policiacas formen parte de Gobernación.

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El investigador y profesor del Tec afirma que los controles de confianza hasta ahora solo han servido para adornar el discurso y las estadísticas

Lo que se propone es un cambio de mando. Se busca quitar poder a un titular de la policía y devolvérselo a otro secretario. “Eso es lo relevante, que la Secretaría de Gobernación reasuma el control de la seguridad pública en el país”.

Así opina Vicente Férnandez Fernández sobre la nueva iniciativa de que la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) desaparezca y que sus corporaciones policiacas formen parte de Gobernación.

El investigador del Departamento de Estudios Jurídicos y Sociales del Tecnológico de Monterrey, coincide con otros especialistas en que conviene devolverle a la Segob las atribuciones que tiene por mandato, como es la seguridad interna de la federación. 

En los últimos años han salido a flote los problemas de coordinación no solo entre la Policía Federal y las policías locales sino entre varias dependencias del gobierno federal. Su falta de armonía conjunta ha evidenciado la mala relación entre los titulares de áreas estratégicas. Enfrentamientos entre el secretario de Seguridad Pública con la procuradora general de la República y, a su vez, con el secretario de Gobernación. Problemas frontales con el Ejército y la Marina.

Recuperar el mando 

Por ello algunos expertos consideran óptimo que regrese a la Segob el control de la seguridad interna. En este sentido se han pronunciado ya Samuel González –quien ha dicho que “más vale crear desde cero un área de reflexión sobre la justicia y la seguridad, que tratar de reformarla”; o Jorge Chabat, quien considera que esta medida “de alguna manera le va a dar más poder al secretario de Gobernación, que ciertamente parecía muy carente ya de facultades”.

Hace unos años, con el objetivo de darle mayor fuerza y relevancia a la tarea de seguridad pública, se creó la Policía Federal Preventiva. Sin embargo, al paso del tiempo, con una estrategia claramente fallida en la materia, escándalos de corrupción y severos señalamientos a miembros de la actual SSP, esta institución se puso en el ojo del huracán. 

El único jefe, en apariencia, del titular de esta dependencia terminó siendo el presidente de la República. Y ello, comenta Fernández, cuando hasta la fecha “no se explica cómo ha durado tanto García Luna (en su cargo)”.

La mala coordinación entre la SSP, el Ejército, la Marina y la PGR refirió que el control sobre la Policía Federal era inexistente. Fernández indica que en los últimos dos sexenios se llevó a su mínima expresión al Centro de Investigación de Seguridad Nacional (Cisen); ahora se podría replantear y robustecer su labor que dejó de llegar a la SSP y a la PGR.

Controles de confianza 

Se ha señalado la nueva medida propuesta por Enrique Peña Nieto entraña riesgo de concentración de poder. Fernández piensa que justamente ésa es una de las funciones de la Segob: concentrar la seguridad pública. Y que se deberá replantear el rol del Ejército y la Marina para ligarlo a la propuesta de la reunificación policiaca, o gendarmería nacional que impulsa el colombiano Óscar Naranjo, consultor del gobierno.

Hoy se cuenta con un Estado que ha dado muestras de desorganización por la falta de coordinación entre las entidades encargadas de prevenir, investigar y castigar los delitos.

Las labores policias, además, se concentran en manos de seis instituciones policiacas –la policía municipal, la estatal, la federal, la PGR, el Ejército y la Marina– que actuán “sin coordinación entre ellas, con desconfianza entre unos y otros”.

El investigador y profesor del Tec afirma que los controles de confianza hasta ahora solo han servido para adornar el discurso y las estadísticas. Para hacer grandes anuncios en las reuniones de seguridad pública pero no ha resuelto el problema de fondo: que las policías sean incorruptibles.

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