Para el doctor en Ciencia Política por The New School for Social Research y profesor de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey, Gustavo López Montiel, que sean los mismos políticos desde hace 30 años los que gobiernan al país tiene pros y contras.
El principal beneficio, dice, es la experiencia y el respaldo de distintos grupos de poder y de la ciudadanía en general con el que cuentan.
“Vemos pocas caras nuevas, pocos liderazgos jóvenes, por ejemplo, en la Legislatura pasada veíamos a personajes como Porfirio Muñoz Ledo (87 años de edad) y Pablo Gómez (74 años de edad), que ejemplifican este fenómeno, pero tarde o temprano los partidos tendrán que lidiar con los grupos jóvenes que están empujando a los viejos, de lo contrario no podrían aspirar a un cargo.
“Por una parte es benéfico porque son políticos que ya conocen todos los espacios, que saben cómo se hacen las cosas, que mal o bien ya los conocemos y sabemos cómo trabajan. Esos políticos también fueron jóvenes y también empujaron a otra generación a que saliera del poder”, dice el especialista.
Además de la experiencia, la permanencia en el poder de estos políticos, se debe a los grupos de apoyo que han formado durante tantos años, como el que en algún momento agruparon Dolores Padierna y René Bejarano, los grupos sindicales y el magisterio.
“Ellos están ahí (los legisladores actuales) porque generan presión a través de los grupos de apoyo que tienen alrededor, ya que muchos de ellos fueron gobernadores, secretarios de Estado, y les venden a los partidos políticos la idea de que tienen grupos de apoyo que los sostienen y que de no ser por ellos, los partidos no tendrían los votos que requieren para ganar una elección.
“En contraparte, un político joven no puede acceder (al Congreso federal) porque no tiene una estructura consolidada. Cuando llega a haber una rotación, es controlada, porque muchos de los nuevos liderazgos les deben su espacio a los viejos liderazgos y casi siempre, los de mayor antigüedad son los padrinos políticos de los nuevos”, explica.
Finalmente, el especialista dice que vivimos tiempos interesantes en los que los jóvenes están haciendo política de manera distinta y a través de otros canales que no utilizan los políticos tradicionales.
La importancia de los nuevos cuadros políticos
El politólogo y militante de Morena, Gibrán Ramírez Reyes, atribuye la caída de las preferencias de Morena en la Ciudad de México y en otras partes del país a la falta de nuevos cuadros, principalmente de gente joven.
“El resultado electoral es agridulce para Morena y tiene dos lógicas distintas: a nivel nacional se triunfó porque se abrieron las puertas a los poderes territoriales vigentes, eso ocasiona que la mayor parte sean caras conocidas, aunque hay algunos jóvenes muy importantes.
Además, Ramírez Reyes dice que el partido en el poder debe de poner en marcha a los cuadros jóvenes porque son ellos quienes entienden los problemas actuales como la precarización laboral y la falta de posibilidades para adquirir vivienda.
“Si no se encumbra a nuevos cuadros, va a llegar el momento en el que todo el país caiga en una debacle como la de la Ciudad de México. La capital vive en otro tiempo histórico, vive en un tiempo postobradorista, es más de izquierda y el electorado está más informado, es más sofisticado y más susceptible. Ya no sirven las estructuras de antaño que eran muy poderosas.
“Las candidaturas importan, los perfiles importan y entender los cambios es una labor que la izquierda ha postergado. En la ciudad, la izquierda se quedó en 2006 y no ha renovado su manera de mirar, por eso es importante que ingresen personas nacidas en otro tiempo histórico, que han vivido problemas distintos, porque no es el mismo electorado”, insiste.
Finalmente, Gibrán Ramírez señala que es tiempo de que los partidos se abran a las candidaturas ciudadanas que representen distintos sectores de la sociedad y no solo al empresariado, al espectáculo o al deporte.
“En esta pasada elección se mostró que los partidos gozan de cabal salud y que las candidaturas ciudadanas son viables siempre que son cobijadas por un partido político. Las candidaturas independientes fracasaron, como Pedro Kumamoto que había sido beneficiario de la crisis de representación del pasado, ahora fue derrotado en el mismo municipio que había ganado.
“Pero también hay un revés para los partidos en esa creencia de que ser más conocido equivale a ser más votado. Lo de Alfredo Adame es muy elocuente, fue el que hizo más escándalo, pero fue un fracaso. Ese espacio lo pudo haber tomado un activista o un repartidor de Uber y le hubiera ido mejor”.