En la Ciudad de México hay más inundaciones y hace más calor que antes. Contradictoriamente llueve más pero hay más escasez de agua en zonas como Iztapalapa.
Los efectos del cambio climático son cada vez más visibles en la capital del país, que además enfrenta el problema de la contaminación del aire.
¿Es posible detener el calentamiento global en la Ciudad de México?
El fenómeno del cambio climático es una realidad y a pesar de que haya campañas que buscan alertar a la población de que es posible revertir el calentamiento en México, no hay una conciencia plena de contribuir a este mal que afecta a todos.
En mayo, la afluencia de lluvias superó en un 200 por ciento la capacidad del drenaje en la delegación de Tlalpan, alcanzando los 98 milímetros, lo cual solo había ocurrido en cinco ocasiones previas desde hace más de una década, según un reporte del Gobierno de la Ciudad de México (CDMX).
Ramón Aguirre, director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex), señaló que la precipitación del 28 de junio arrojó 7 mil 500 millones de litros de agua.
El problema es que ese líquido vital no está siendo captado para el consumo de los mexicanos.
“Tenemos un fenómeno que es paradójico, que por un lado tenemos más agua, porque llueve más, pero por otro lado, disponemos de menos agua para poder satisfacer nuestras necesidades como ciudad”, dice Tomislav Lendo, director del Fundación Desarrollo Humano Sustentable (FDHS).
El especialista indica en el documento “El agua y la Ciudad: las oportunidades del desarrollo urbano sustentable en la Ciudad de México”, que las violentas precipitaciones que azotan a la CDMX son un síntoma del calentamiento global que afecta los ciclos naturales de lluvia, incluso acortándolos.
“Eso ha significado que las lluvias son más intensas y que cuando llueve, llueve en mayor cantidad y de hecho pues la precipitación anual también es mayor. Pero en cambio el periodo de lluvias se ha acortado, entonces eso es lo que estamos viviendo”, especifica en entrevista para Reporte Indigo.
Más calor, menos agua
La temperatura del mundo está en un constante crecimiento debido a la emisión de gases de efecto invernadero, llámese ozono, metano, óxido de nitrógeno y dióxido de carbono –producido por todo ser vivo al exhalar–, entre otros.
“(Los gases) impiden que el calor que entra de los rayos del sol salga nuevamente a la estratósfera, al espacio. Antes no había esta capa de gases de efecto invernadero y entonces la radiación solar que entraba al planeta podía salir”, argumenta Lendo.
El problema en la CDMX se ve reflejado con la intensa lluvia y el calor que alcanza cerca de los 30 grados centígrados, estos contrastes desbalancean el ecosistema.
“Esa misma intensidad de la lluvia, sumada al hecho de que hace más calor, genera que los mantos acuíferos de la Ciudad de México –que es de donde principalmente sacamos el agua que usamos– no se recargue suficientemente, porque llueve muy intensamente, entonces el agua no tiene tiempo de filtrarse y cuando llueve muy intensamente además tú tienes necesidad de expulsarla fuera del Valle para que no se inunde más”, explica el director de FDHS.
Crisis inminente
Los mantos del subsuelo de la CDMX son el sustento primordial para los habitantes del Valle de México, por lo que Lendo advierte que habría un grave problema si se termina el agua.
“Corremos el riesgo de quedarnos sin agua. De quedarse sin agua los mantos acuíferos de la Ciudad de México, tiene varios impactos. Uno y el obvio es que necesitamos traer agua de otra parte porque no nos alcanza con la que tenemos en el subsuelo”, señala.
Otro asunto a poner atención es que al estar situada la Ciudad en un asentamiento que pertenece a un lago y de secarse por completo, se hace frágil el cimiento urbano.
“Es decir, tenemos el riesgo de que algunas edificaciones se puedan colapsar por esta resequedad en nuestro subsuelo. El que haga más calor tiene mayores implicaciones que eso, la necesidad de aire acondicionado por ejemplo, que a su vez es contaminante, entonces sí, efectivamente el aumento de la temperatura tiene consecuencias más graves”, se sincera el especialista.
Según el informe “La visión de la Ciudad de México en materia de cambio climático al 2025” realizado por la Secretaría de Medio Ambiente en 2015, se espera que haya un incremento de un grado y medio centígrado para el año 2030 en la temperatura de los meses más cálidos en la CDMX.
Las medidas posibles
El director del FDHS dice que es posible revertir el cambio climático, pero es una tarea de los ciudadanos y el gobierno capitalino.
1Densificar la ciudad, es decir, evitar que siga creciendo la megalópolis y, en la medida de lo posible, concentrar más la población de manera vertical.
2Privilegiar el transporte público en vez del uso de transporte individual o particulares.
3Detener los asentamientos en las zonas montañosas y, de ser posible, revertirlos para ganar nuevamente espacio al bosque.
4Restaurar y proteger los suelos de conservación, tanto para la periferia como al interior de la ciudad, llámese Bosque de Chapultepec o parques públicos.
5Canalizar el agua excesiva a procesos útiles, haciendo reservorios de agua en plazas públicas con el agua captada de las lluvias y realizar pozos de infiltración.
Los efectos contrarios del cambio
Lendo ejemplifica cómo es que el calor repercute en la población y afecta su modo de vida:
1“El hecho de que cambie la temperatura significa que también cambia el clima en el lugar donde se habita, en el caso de la CDMX, significa que llueve mucho en poco tiempo y que tengamos riesgo de inundación”.
2 “Si hace más calor, necesitas más agua, o sea la gente tiene más necesidad de beber agua, de bañarse, para enfriar las cosas se necesita más agua, entonces tú mismo estás demandando más agua si es que hace más calor”.
3 “Por estos mismos fenómenos del problema de la infiltración de los mantos acuíferos que es de donde sacamos el agua que usamos, corremos el riesgo de quedarnos sin agua”.
Acuerdo de París, no avanza en México
Todo parecía apuntar a una utopía en cuanto a la sanación del planeta en 2015, el Acuerdo de París se pactó el 12 de diciembre y, al siguiente año, el 22 de abril se abrió para ser firmado entre las naciones globales y comprometerse a un verdadero cambio climático, todo en el marco del Día de la Tierra.
México se comprometió y el 21 de septiembre del 2016 ratificó su adhesión, para poner en marcha el acuerdo el 4 de noviembre del mismo año.
Pero según José Luis Luege Tamargo, extitular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), nuestra nación no ha mostrado avance a casi un año de que este acuerdo entró en vigor.
“La situación desde mi punto de vista es de franca parálisis, hay un problema de simulación legislativa en México muy grave. Se presume que somos un país que se compromete en las reuniones mundiales, se firman los acuerdos de carácter internacional, como es el Acuerdo de París, pero en la praxis política no se hacen los esfuerzos y no se tiene la voluntad suficiente para conseguir esos cambios”, comenta Luege Tamargo en entrevista para Reporte Indigo.
Para el 2030 México debería tener una reducción incondicional de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 22% y emisiones de carbono negro en un 51% de los niveles normales de negocios.
Luege Tamargo dice que esto no está cercano a la realidad.
“El país tiene un potencial infinito en energías renovables y sin embargo en la práctica, tanto la posición de Pemex como la posición de la CFE, como la posición de la propia Secretaría de Energía, son totalmente pusilánimes, es decir frías, inhibitorias realmente de la aplicación estricta de la ley”, recalca el ahora presidente de la asociación civil Ciudad Posible.
El doble discurso
Con la firma de Rafael Pacchiano Alamán, secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, México también se compromete a erradicar la deforestación para el 2030, establecer programas gubernamentales para aumentar la eficiencia energética y desarrollar una red de energías renovables como la solar y eólica, entre otras iniciativas, según se especifica en la Ley de Transición Energética aprobada por Enrique Peña Nieto el 24 de diciembre del 2015.
Para Luege Tamargo esto es solo un espejismo, ya que actualmente el país sigue funcionando a base del petróleo y no se han dispuesto cambios eficientes para entrar con las energías renovables.
“Se habla del impulso a las energías renovables, pero seguimos con una política totalmente petrolizada”, asegura.
El especialista ejemplifica con la Comisión Federal Electricidad, la cual tiene contratos con gasoductos con el estado de Texas en Estados Unidos, algunos de ellos sobrepasando los 20 años y con costos de hasta 80 millones de dólares y poco ha impulsado la instalación de paneles solares en el país.
“La potencia instalada de México anda en el orden de los 0.37 gigawatts, potencia instalada. Alemania tiene aproximadamente 34 gigawatts de potencia, es decir tiene ¡mil veces más potencia instalada solar que México!”, dice Luege Tamargo.
EU atado a pacto
Aunque Donald Trump despotrique, no crea en el cambio climático y quiera salirse del Acuerdo de París, no podrá evadirse del compromiso firmado por el gobierno de Barack Obama como por arte de magia, ya que las cláusulas del convenio lo impiden.
“La orden ejecutiva ordena salirse del pacto, pero las reglas son que tienen que mantenerse hasta el 2020 (…) y luego hay un plan de energía que ese sí estoy seguro lo cancela, es decir, el plan de energía renovable de los Estados Unidos lo cancela como plan general, pero no tiene atribución el presidente para interferir en el plan de los estados”, especifica Luege.
Estados Unidos se comprometió a ceder al Fondo Verde del Clima 3 mil millones de dólares bajo la presidencia de Obama, quien solo aportó mil millones de dólares, los cuales no son reembolsables y Trump exige el regreso del dinero, además de que él no piensa seguir aportando dinero a la causa.
México aportó a este fondo 10 millones de dólares, los cuales otorgó a partir del 7 de julio del 2015 y firmó María de los Ángeles Cuqui González Miranda, entonces secretaria asistente de Asuntos Internacionales.
Sin miras de cumplir
La administración federal mexicana en turno lleva un rezago incumplido en torno al cambio climático, síntoma que heredó desde que se formó el Fondo Verde del Clima en 2010, mismo año en el que se celebró la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Cancún.
“Hay un compromiso de reducción de emisiones en millones de gigas de toneladas de CO2, que básicamente es reducir el 50 por ciento de emisiones al 2030, pero este compromiso viene desde la administración pasada, simplemente lo ratifica Peña Nieto. Ese compromiso de México, como vamos, no lo vamos a cumplir”, anuncia el ingeniero egresado de la UNAM.
La congruencia política es vital para lograr el cambio, refiere Luege, el problema no es Trump ni los factores externos al país, simplemente hacer metas y compromisos realistas que pueda México cumplir en corto y largo plazo.
“No nos afecta en nada la posición de los Estados Unidos, primero. Segundo, que al revés, se convierta en una oportunidad. Tercero, los compromisos de México los tenemos que asumir como país, independientemente de los Estados Unidos y cuarto, que podemos hacerlos. México tiene toda la potencialidad para ser un líder en materia de renovables”, comunica vía telefónica.
TLC no afecta lo ambiental
El TLC se encuentra en tensión por sus mesas de renegociación y pese a que las políticas de Trump atentan contra lo ecológico, el acuerdo entre América del Norte no tiene por qué ser afectado, según el especialista.
“Hay varios convenios con los Estados Unidos que los lleva por ejemplo la COCEF, que es la Comisión de Cooperación Ecológica Fronteriza en temas ambientales, que los lleva la Comisión para la Cooperación Ambiental (CCA). Esa CCA se creó precisamente a raíz de la firma del tratado”, ahonda Luege.
California y Arizona han declarado que seguirán los lineamientos del Acuerdo de París pese a que la administración federal se oponga al estatuto internacional, mientras Nuevo México se encuentra dividido entre qué camino tomar.
Texas, que es líder en producir energía eólica, secundó la decisión de Trump y varios legisladores del estado han declarado su apoyo al republicano.
“Yo creo que eso no va a afectar, la renovación del tratado no va a afectar lo ambiental, se va a mantener la posición de Estados Unidos y México en todos los temas de frontera, los apoyos que México recibe a través del BDAN (Banco de Desarrollo de América del Norte) en los 200 kilómetros de la frontera creo que no se van a ver afectados, la renegociación no debería, todo lo contrario, debería de fortalecerlo”, dice.
Jubilar la energía fósil
El cambio climático es inminente, por lo que la reducción de los combustibles fósiles como el petróleo, gas natural o carbón debería caer en desuso tanto en México como el resto del mundo. Luege Tamargo está convencido de que el país tiene todo como para poder dejar de usar los hidrocarburos.
“Nosotros podríamos prescindir del gas y del diesel para generar energía eléctrica, es impresionante el potencial desperdiciado”.
Sin voluntad política
México actualmente tiene destinados 35 mil 978 millones de pesos para la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para el ejercicio 2017, un duro comparativo si se le pone la cifra de 67 mil 976 millones de pesos que tuvo de presupuesto en 2015.
A pesar de tener los montos aprobados, programas en marcha en distintas entidades del país para la conservación y rehabilitación de áreas naturales, hay una falta de voluntad política por parte de funcionarios públicos, al menos es lo que opina Ernesto Enkerlin, ecólogo mexicano que fungió como presidente de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas (CMAP) del 2012 al 2015.
“Es un tema muy complejo que sí tiene solución, pero estamos viendo con tristeza que no hay la voluntad política y nuevamente sabemos la razón por la cual no la hay, porque estamos inmersos de cortoplacismo (…) realmente necesitamos reformular a nivel nacional la política ambiental, está tremendamente desdibujada, o sea se sigue sacrificando la calidad ambiental en aras de ‘crecimiento económico’ y al final de cuentas ni tenemos crecimiento económico ni tenemos calidad ambiental”, pronuncia el ambientalista.
Enkerlin aplaude que sí hay esfuerzos por alzar áreas naturales protegidas o se dicte el salvar a una especie particular en México, pero teme que las elecciones del 2018 puedan diluir la importancia de este carácter ecológico.
“Siempre hay elecciones en algún lugar y siempre hay una razón por la cual no hacer lo que se necesita hacer, hasta que hay una contingencia y entonces se tienen que tomar medidas y entonces todo mundo trata de tomarlas y todos pagan un poco el precio y quieren ganar en su capital político pero al final de cuentas lo hacen ya con prisa, a veces ya sin real posibilidad de resolver la bronca”, apunta el también investigador.
Hoy no circula: un mecanismo
Una mordida de aproximadamente 300 pesos en el verificentro basta para empezar el círculo de corrupción obteniendo el engomado doble 00 y que el programa Hoy no circula deje de ser próspero para los millones de habitantes de la Megalópolis.
Se puede aplicar el doble hoy no circula o entrar en fase I de contingencia ambiental, y aun así vehículos con permisos federales, transporte público, valores, escombro y más son vistos transitar en completa impunidad por las calles de la Ciudad de México.
Para el conservacionista regiomontano Ernesto Enkerlin, el Hoy no circula no es que sea una solución definitiva para el problema de la contaminación, es parte de la solución a seguir.
“No podemos dejar de hacer lo correcto porque hay gente que abusa del sistema entonces definitivamente el Hoy no circula es un mecanismo para reducir el número de autos en las calles que es bueno y es necesario pero requiere un tema de horarios escalonados y muchas otras cosas que en corto plazo son incomodidad, pero una vez que se convierten en parte de cómo estamos organizados como sociedad y familia va a ser una cosa que nos va a servir a todos”, explica Enkerlin.
Cambio de actitud
El mexicano se siente deslindado de su responsabilidad por hacer un cambio ambiental, cree que alguien más lo hará, por eso es que no hay una conciencia de civilidad real en el país, por eso Enkerlin indica que es importante empezar por la manera de pensar.
“El ciudadano común tiene que entender que es un problema muy complejo y todos somos parte del problema y todos somos también parte de la solución, aunque nos cueste tenemos que ser generosos, necesitamos ser solidarios, no fijarnos en quién no está cumpliendo sino nosotros cumplir con nuestra parte y exigir que los demás cumplan”, dice.
Aunque esté trillado el tema de entender cómo cada ciudadano puede ayudar al ecosistema y el calentamiento global, Enkerlin comparte breves consejos que son de utilidad para todos.
“Cuando compramos necesitamos favorecer la sostenibilidad y no la comodidad, terminamos gastando mucho dinero en envases desechables y aun en contra del planeta y de nuestro bolsillo. Utilicemos el poder de compra para favorecer las opciones de menor huella ambiental”, elabora.
También sugiere exigir que en el etiquetado de los envases se muestre el verdadero impacto de huella de carbono que tiene el consumirlos.
Empezar por el pensamiento plural
Las ciudades que empiezan a comerse a sus municipios aledaños, como Monterrey y Guadalajara, son urbes que van en mira de convertirse en macrodesarrollos al estilo de la Ciudad de México, pero aquí lo que falta es dejar el celo de municipio y su propia conveniencia ambiental y pensar en un proyecto en conjunto con la ciudad en cuestión.
“Como en las megalópolis en formación que son Monterrey y Guadalajara y otras más, todo mundo se lava las manos y nadie quiere agarrar responsabilidad. Se requiere urgentemente que algunas de las leyes que hemos estado platicando ya por dos décadas se instrumenten donde las grandes ciudades tienen que operarse como unidades de gestión y donde los municipios claro que tienen que mantener autonomía en ciertas cosas, pero tienen que sujetarse al bienestar de la metrópoli y no al interés, al bienestar individual de cada municipio”, argumenta el ecólogo.
Enkerlin ejemplifica con la ciudad de Vancouver, Canadá que lleva más de 25 años planificando sus sistemas ambientales y está posicionada entre las mejores ciudades de calidad de vida a nivel mundial.
“Eso les ha permitido mantener una ciudad bastante competitiva, bastante buena para vivir y todo está pegado, en Monterrey eventualmente vamos a sufrir la pérdida de competitividad porque no estamos atendiendo los problemas y cada ciudad es lo mismo o sea se repite el fenómeno una y otra vez”, comenta.
El ambientalista pone atención a que el artículo 115 constitucional no tiene las atribuciones que se necesitan actualmente para el modo de vida de México, ya que éste da poder a los municipios de decidir de manera autónoma, pero la responsabilidad compartida no está clara.