Caída en picada del desarrollo aeroespacial mexicano

A pesar del talento con el que cuenta y de la presencia en el ámbito aeroespacial que México tuvo en el pasado, la falta de un proyecto serio a largo plazo ha mermado el desarrollo y las investigaciones en esta área
Rubén Zermeño Rubén Zermeño Publicado el
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El doctor investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM, José Franco, recuerda uno de los puntos álgidos de la carrera aeroespacial mexicana.

En vísperas de la Navidad de 1968, un mexicano, el médico cardiólogo Ramiro Iglesias Leal, interpretó desde la NASA el primer electrocardiograma proveniente del espacio de uno de los miembros del Apolo 8, la primera misión tripulada que llegó a la órbita de la luna.

En aquella época, comenta, la participación de México “era bastante decorosa”, la cual comenzó desde que en 1962 se fundó la Comisión Nacional del Espacio Exterior.

“México estuvo en las primeras fases del desarrollo aeroespacial pero también en las primeras fases pioneras de la medicina espacial. Así era nuestra importancia”
José FrancoDoctor investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM

Desde el país se desarrollaron cohetes de varias fases, se elaboraron combustibles para las misiones espaciales y se formaron ingenieros aeroespaciales, matemáticos, físicos y químicos, hasta que en 1977 la Comisión cerró y el sueño de conquistar el espacio se terminó.

“Ya en 2010 se crea la segunda versión de una agencia espacial en México, pero para ese entonces el desarrollo en el mundo ya era grandísimo. Por eso y por la falta de recursos la Agencia Espacial Mexicana no ha podido despegar. No tiene ni recursos humanos ni financieros y por lo tanto tampoco se han conseguido logros”, acusa.

Lo que debería de hacer México, recomienda el científico, es encontrar un nicho en el que pueda participar. Debido a esto, recuerda que en uno de los Foros Consultivos Científicos y Tecnológicos, que el actual Gobierno federal canceló, se propuso la creación de una base de lanzamiento para nanosatélites en Sonora.

“Ese era un buen nicho, después, la base podía dar pie a un parque de desarrollo aeroespacial para emperadores, pero finalmente el proyecto no se hizo”, recuerda.

Sobre la creación de la ALCE, el también expresidente de la Academia Mexicana de Ciencias considera que es una buena iniciativa siempre y cuando tenga recursos.

“Si México quiere hacer algo debe de tener un plan en serio con financiamiento multianual. No puedes pensar que cada año se esté peleando un presupuesto para proyectos que requieren desarrollarse durante varios años. También necesita dinero para la formación de cuadros”, concluye.

No importa el tamaño del país

La doctora comunicadora de la ciencia, Gabriela Frías Villegas, señala que la economía del país no delimita el tamaño e importancia de la agencia espacial que debe de tener, sino la inversión que se le hace a la ciencia y la tecnología.

Como en el caso de la India, un país similar a México que ha construido una robusta e importante institución, la Agencia India de Investigación Espacial.

“Es importante que México forme parte de los proyectos espaciales y que se invierta, como se recomienda, el uno por ciento en Ciencia y Tecnología. Si no se hace esa inversión vamos a seguir comprando patentes de otros lados y vamos a frenar desarrollos que nos pueden servir para otras cosas. En México hay buenos científicos y buenos proyectos pero no hay financiamiento”, opina.

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