Buenas calificaciones por pocos pesos
Pasar la materia de matemáticas era difícil para cinco chicas de la Preparatoria 5 de la Universidad de Guadalajara. Era más sencillo desembolsar 80 pesos para que Kehila, Stephanie, Brenda, Sara y Florencia tuvieran una buena calificación en su historial estudiantil.
“Ándale, no te va a pasar nada. Ya lo han hecho en algunas prepas y no pasa nada”, le insistieron sus compañeras a Kehila.
Así, el 45 en Matemáticas y Ciencias se convirtió en un 75. Un puntaje medianamente aprobatorio, que quizá no despertaría la suspicacia de nadie en la UdeG.
Jonathan Ávilahttps://www.youtube.com/watch?v=Znb0x7oIcns
Pasar la materia de matemáticas era difícil para cinco chicas de la Preparatoria 5 de la Universidad de Guadalajara. Era más sencillo desembolsar 80 pesos para que Kehila, Stephanie, Brenda, Sara y Florencia tuvieran una buena calificación en su historial estudiantil.
“Ándale, no te va a pasar nada. Ya lo han hecho en algunas prepas y no pasa nada”, le insistieron sus compañeras a Kehila.
Así, el 45 en Matemáticas y Ciencias se convirtió en un 75. Un puntaje medianamente aprobatorio, que quizá no despertaría la suspicacia de nadie en la UdeG.
Kehila nunca imaginó que un año después se encontraría en una especie de tribunal, frente a los cuatro miembros de la Comisión de Responsabilidades y Sanciones del Consejo General Universitario de la UdeG. Pidió disculpas, perdón; se arrepintió.
Sara y Florencia, las otras amigas de Kehila en la Prepa 5, conocían de tiempo atrás a Jonathan Fausto Lomelí, un estudiante de ingeniería industrial del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías.
Él había conocido a Sara en una fiesta. Tiempo después, a través de un mensaje de WhatsApp, Jona le escribió que si ella y sus amigas necesitaban ayuda con sus calificaciones no dudaran en contactarlo. Sólo un requisito: entre más personas fueran, mejor.
Durante el tercer semestre el profesor de Matemáticas y Ciencias nunca se paró en la clase. El grupo tuvo un sustituto y no fue hasta el final cuando llegó el titular de la materia, pasó los nombres y con ellos las calificaciones: Kehila, Stephanie y Brenda, reprobadas.
Stephanie y Sara le marcaron a Jona y le dijeron que habían reprobado, que qué podían hacer.
Le pasaron los nombres de todas. Sara se negó en un principio porque ella sí había pasado de panzazo. Aún así accedió y su 65 se transformó en un 95. Florencia, que regularmente aprobaba, decidió también aumentar su promedio.
Supieron de su nueva calificación apenas 10 minutos después de haber colgado con el experto en sistemas. En el portal del Sistema Integral de Información y Administración Universitario (SIIAU) estaban aprobadas en la materia.
De a 80 por cabeza
Al día siguiente, Sara y Florencia llevaron el pago a Jona por tan grande favor. 400 pesos. 80 por cada una de ellas. Habían quedado de verse cerca de la prepa 5, sobre la calle Urdaneta, en Guadalajara.
Tiempo después alguien les dijo que el trabajo lo había hecho un tercero, del que nadie sabía su nombre, ni siquiera el propio Jonathan Fausto, según las declaraciones hechas al órgano colegiado de la UdeG, a las cuales Reporte Indigo tuvo acceso a través de una versión pública proporcionada vía transparencia.
Según las declaraciones de las alumnas, el código de acceso desde el cual se cambiaron las calificaciones provenía de la Secretaría General de la Prepa 5.
“(Jonathan) conocía a alguien dentro de la UdeG que podía ayudarnos a cambiar las calificaciones”, señaló Florencia a la Comisión de Responsabilidad de la casa de estudio.
Los sistemas informativos de la Universidad de Guadalajara han sido vulnerados y la denuncia ya fue presentada ante la Fiscalía del Estado.
Reprobadas por sus compañeros
Pasaron las vacaciones y todos en el salón sabían lo que las cinco chicas habían hecho para cambiar su calificación.
“Si por mi fuera, las hubiera corrido”, les dijo una vez el oficial mayor de la preparatoria.
El cuarto semestre fue un infierno para ellas. El oficial mayor, sus compañeros, los padres de éstos las acusaban a la primera que podían. Pedían un linchamiento mayor.
“Algunos maestros y mis compañeros lo sabían por el trato que el oficial mayor nos daba”, relató Florencia.
El conflicto escaló a tal grado que llegó hasta la más alta jerarquía de la UdeG. Fueron llevadas a la Comisión de Responsabilidades, donde volvieron a encontrarse con Jonathan, quien negó haberlas ayudado.
A finales de julio pasado, Kehila, Stephanie, Florencia, Brenda y Sara fueron sancionadas por la citada comisión: una simple amonestación.
Para Jonathan, aún cuando negó haber vulnerado el sistema de calificaciones de la UdeG, fue suspendido por un año.
De acuerdo con las autoridades universitarios el siguiente paso es presentar una denuncia penal.
Lo único que falta es un peritaje de la Coordinación de Tecnologías de la Información, que será presentado como prueba.
Ataques añejos
La de las cinco preparatorianas y el joven universitario no ha sido la única vulneración al sistema de calificaciones de la UdeG.
En enero de 2011, estudiantes del Centro de Ciencias Económico Administrativas (Cucea) también pagaron para que un hacker entrara al sistema de calificaciones y las cambiara.
Otro ataque ocurrió también en 2011, de ese caso sólo hay información que fue en un centro regional de la red universitaria.
Ambos ataques guardan hoy una denuncia penal ante la Fiscalía General del Estado de Jalisco, dijo Francisco Peña Razo, abogado general de la UdeG .
“Están ante la Fiscalía del Estado, les corresponde a las áreas correspondientes de policía cibernética hacer la investigación de qué máquinas y de qué correos al momento dado se han estado manejando este tipo de ataques”, informó el abogado.
Para el abogado, el índice de ataques a estos sistemas de calificaciones no representa una alarma para la institución.
“Considero que para la cantidad de población que tiene la Universidad de Guadalajara –tiene más de 250 mil estudiantes, más de 25 mil trabajadores– el que tengamos nosotros conocimiento de ataques cibernéticos hacia los sistemas de la universidad creo que son relativamente pocos”, expresó Peña Razo.
Rechazó que personal de la institución esté involucrada en esos ataques pese que las declaraciones de los imputados señalan a personas dentro de los planteles que facilitan el acceso a los sistemas.
La UdeG ha descubierto ofertas en redes sociales que evidencian un mercado para el cambio de calificaciones, según el abogado.
En julio pasado, el rector Tonatiuh Bravo Padilla dijo que se habían destinado 5 millones de pesos para reforzar la seguridad en los sistemas informáticos de la universidad.