La tendencia política que está tomando América Latina en favor de los gobiernos de izquierda podría confirmarse en Brasil el 30 de octubre, fecha en que se definirá al nuevo presidente.
Al cierre de esta edición, Luiz Inácio Lula da Silva registraba 48.37 por ciento de los votos escrutados, mientras que el actual presidente, Jair Bolsonaro, acumulaba 43.25 puntos, de acuerdo con datos del Tribunal Superior Electoral (TSE).
De los 11 candidatos que se postularon, quien supere el 50 por ciento de los votos se convierte en el ganador, de lo contrario, los dos más populares se van a una segunda vuelta, como en este caso ocurrirá con Lula da Silva y Bolsonaro.
Antes de que las urnas abrieran la mañana del domingo, era el líder del Partido de los Trabajadores, Lula da Silva, quien más posibilidades tenía de resultar victorioso debido a lo que arrojaban los últimos sondeos.
El sábado, por ejemplo, la consultora Quaest difundió que mientras Lula da Silva tenía 49 por ciento de las intenciones de voto, Bolsonaro 38; separándolos por sólo 11 puntos.
En febrero pasado, cuando el izquierdista oficializó su candidatura para regresar a la presidencia por tercera ocasión, la consultora arrojó que el 46 por ciento de las intenciones de voto estaban a su favor, mientras que para su principal contrincante el 24.
Por otro lado, el contexto político regional fue un factor que lo favoreció, pues gran parte de los países latinoamericanos comenzaron a ser liderados por figuras de izquierda, empezando con México y Andrés Manuel López Obrador; en Perú, con Pedro Castillo; en Honduras, con Xiomara Castro; en Chile, con Gabriel Boric, y en Colombia, con Gustavo Petro.
Brasil, país dividido
Los resultados finales del domingo evidencian el nivel de polarización que existe entre las y los brasileños.
Para la doctora Regina Crespo, investigadora del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM, fueron muy sorpresivos los resultados de esta primera vuelta en términos generales, principalmente por la escalada de la derecha y extrema derecha.
Desde su perspectiva, fue la utilización de las redes sociales la medida que tomaron la derecha y extrema derecha para construir una imagen negativa de la izquierda y así lograron obtener la cantidad de votos que registró.
A través de una propaganda política, los partidarios de Bolsonaro hicieron ver al Partido de los Trabajadores y a sus representantes como “los enemigos internos del pueblo” y quienes podrían llevar al país al comunismo.
“(Por parte de la derecha) hubo una inteligente utilización de las redes para la creación de esta atmósfera de guerra interna (…) La gente de cierta manera fue contagiada por esta visión negativa de la izquierda y piensa que al votar por estos nombres (como Bolsonaro) va a estar protegiendo al país, pero es todo lo contrario, porque no hay un proyecto incluyente. Brasil ha cambiado para peor en todos los elementos de inclusión, de distribución de las riquezas. Es increíble cómo llegamos a este punto”, destaca.
La estrategia de Lula
Al conocer los resultados de la jornada general que llevarán a una segunda vuelta, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva se dijo “encantado” de hacer campaña por 27 días más en espera de convencer a más electores para votar por su proyecto.
“Será la primera oportunidad de tener un debate cara a cara con el actual presidente para que podamos hacer comparaciones entre el Brasil que él construyó y el Brasil que construimos nosotros”, tuiteó.
El doctor António Hernández Macías, internacionalista del CIALC de la UNAM, destaca que para llevarse la segunda vuelta, Lula da Silva tendrá que apelar a de diferentes temas, entre ellos la pobreza, la falta de empleo y la crisis económica que sigue enfrentando su país debido a la pandemia por COVID-19.
“Ese sería el fuerte de Lula. Podría exponer cómo fue que sacó de la pobreza a bastantes brasileños durante su mandato”, sostiene.
En 2014, debido a las políticas implementadas por el izquierdista durante sus dos gobiernos, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sacó a Brasil de su Mapa Mundial de Hambre, convirtiendo ese hecho en una de las principales fortalezas del exjefe de Estado.
Sin embargo, la estrategia de Lula da Silva deberá ser aún más fuerte tomando en cuenta no sólo el impulso que obtuvo su contrincante este domingo, sino que en el Senado, la mayoría de los escaños, pertenecen a legisladores de derecha.
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