Barrio Antiguo de Monterrey en jaque por comercio informal

Los emprendedores de Barrio Antiguo, zona ubicada en el corazón de Monterrey, se encuentran sitiados por el comercio informal, el cual parece contar con la anuencia de las autoridades, quienes realizan operativos de verificación a modo
Jorge Eduardo Villagómez Aréchiga Jorge Eduardo Villagómez Aréchiga Publicado el
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Comerciantes ambulantes y franeleros operan con total impunidad por las calles de Barrio Antiguo sin que exista ningún tipo de regulación por parte de la administración de Luis Donaldo Colosio.

La problemática es más evidente sobre los corredores Francisco Javier Mina y José María Morelos, calles de uso semi peatonal que sirven como ‘refugio’ para decenas de vendedores que, aprovechando la abundante circulación de personas por la zona, ofertan hot-dogs, cigarros, aguas frescas y frituras, todo sin contar con permisos municipales o pagar algún tipo de impuesto.

De acuerdo con propietarios de negocios que se encuentran en Barrio Antiguo, el alza del comercio informal ha aumentado paulatinamente en los últimos diez meses, coincidiendo con el retorno masivo de paseantes al área tras el difícil periodo económico por la pandemia de COVID-19.

En este nuevo ‘amanecer’ para el rincón más emblemático de Monterrey, el comercio informal ha resultado ser igual de problemático que la crisis sanitaria para los propietarios, quienes aseguran que la presencia de vendedores ambulantes en la zona afecta directamente en sus ingresos, ya que ofrecen alimentos al público a menor precio, pero sin regulación.

“Hay veces que un carrito de hot-dogs gana más que un negocio establecido, que paga impuestos y sigue normativas”, asegura el dueño de un negocio que prefirió no ser identificado ante la agresividad con la que algunos vendedores ambulantes se manejan en el sector.

“Vienen, venden sus cosas y se van; no les interesa el Barrio, tiran aceite en los drenajes, no limpian su basura, no buscan mejoras para la zona y tampoco pagan impuestos, todo es cuestión de dinero para ellos”, afirmó el comerciante, quien asegura que el ingreso de su negocio se ha reducido en un 30 por ciento mensual.

La tranquilidad con la que los vendedores ambulantes se posicionan sobre banquetas y negocios contrasta con la cantidad de elementos policiacos que patrullan por la zona, aunque, a decir de los propios residentes, éstos parecen estar más atentos en hostigar a visitantes del Barrio Antiguo por faltas administrativas que en reubicar a los comerciantes informales, tal y como sí se ha hecho en la zona de la Macroplaza.

“Está tan a la vista que hasta parece legal”, afirma con pesadez otro propietario.

¿Negligencia…o complicidad?

El triunfo de Luis Donaldo Colosio en 2021 significó un nuevo motivo de esperanza para los residentes del Barrio Antiguo, luego de seis años de ser completamente ignorados por la administración del exalcalde de Monterrey, Adrián de la Garza.

Sin embargo, el desencanto llegó rápido: a pesar de prometer un trato digno para uno de los últimos bastiones de memoria colectiva con los que cuenta la capital de Nuevo León, la administración emecista ha hecho ‘oídos sordos’ ante quienes piden regulación para los vendedores ambulantes.

“Hemos tenido juntas con todos los funcionarios de todas las dependencias, primero te dicen que sí, pero nunca llegan esos apoyos (…) El alcalde dijo que le iban a meter mucho pero no ha pasado nada; tenemos contacto a través de redes, pero es virtual, requerimos una atención, por ser centro histórico, de por lo menos una o dos veces al mes; es más, con unos 45 minutos que nos dieran al mes, estaría increíble”, pidió uno de los comerciantes entrevistados por Reporte Índigo.

Afirmaron que el seguimiento a las supuestas mejoras del Barrio recuerda más a un trámite gubernamental engorroso que a un genuino interés por parte de las autoridades.

“No sabemos ni dónde estamos parados; necesitamos un encargado con el que nos podamos dirigir para saber cómo está la situación, que ya se dio el acercamiento, pero hasta ahí llegó (…) Queremos sacar esto adelante, que haya una ventanilla para el Barrio Antiguo; no queremos molestar a nadie ni sacarnos la foto, queremos un verdadero plan de acción”, señaló el comerciante.

La gravedad de la situación ha llevado a los propietarios de negocios establecidos en la zona a pensar que, aunque las autoridades están al tanto de la situación, la presencia de vendedores irregulares podría estar respaldada por algún funcionario municipal.

La teoría se reforzó después de que los pobladores del sitio presenciaran que, en las pocas ocasiones en las que se organizan operativos para ‘sorprender’ a los vendedores informales, éstos se marchan de la zona con antelación o simplemente vuelven luego de que hayan concluido.

“Alguien ahí debe saber, no es posible que no sepan, tampoco es un área tan grande (…) Hace cinco meses hicieron un operativo, pero se avisaron; cuando llegó la autoridad ya no había nada; se fueron los inspectores y sacaron todos los carritos otra vez, se están burlando de nosotros”, narró otro propietario, cuyo local está ‘rodeado’ por el comercio informal.

‘Tenemos una joya’

En un entorno inundado por los comerciantes ambulantes y las omisiones de las autoridades municipales, los emprendedores del Barrio Antiguo luchan por sobrevivir.

Aseguran que entienden la situación económica por la que pasan los comerciantes ambulantes, quienes posiblemente sean sólo el rostro visible de una industria que opera desde las entrañas de la irregularidad, con nulos permisos y grandes dividendos.

“Si estuvieran adentro de un local, perfecto (…) ¡Imagínate! Qué mejor que estén en una casa que, en lugar de estar abandonada, fuera habilitada como un área o restaurante de hot-dogs, o de cualquier cosa…pero eso sí: que esté regulado por Salud, por Protección Civil, que paguen impuestos, que sea algo formal, ahí podría ayudar el municipio pero no lo hacen, quién sabe por qué”, aventuró un comerciante entrevistado.

Insistieron en que, lejos de ser sólo una zona de bares y cafés, el Barrio Antiguo representa la historia en vida de Monterrey, un área con un enorme potencial turístico, económico y cultural, a la altura de centros históricos como el de Mérida, Querétaro o San Miguel de Allende.

“Queremos que se le ponga atención, que se le ponga cariño, es un centro histórico y es el único que tenemos”, aseguró un vecino, mirando hacia la tumultuosa calle de Mina, donde pasado y presente de Monterrey se unen para crear un retrato por el que, aseguran, vale la pena mirar a futuro.

“Tenemos una joya, sólo nos falta pulirla”, concluyó.

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