Crónica a Barragán
“En el área de la Rotonda, entrando al fondo a la derecha, encontramos un nicho de mármol con una chapa de hierro que dice Luis Barragán Morfín, Arquitecto y Artista Jalisciense, 1902-1988. Siendo las 8:47 horas los funcionarios públicos sepultureros procedieron a abrir el nicho”.
Luis Herrera
“En el área de la Rotonda, entrando al fondo a la derecha, encontramos un nicho de mármol con una chapa de hierro que dice Luis Barragán Morfín, Arquitecto y Artista Jalisciense, 1902-1988. Siendo las 8:47 horas los funcionarios públicos sepultureros procedieron a abrir el nicho”.
Es el acta de hechos de la exhumación de las cenizas de Luis Barragán Morfín de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, el 23 de septiembre de 2015, el único registro público en poder de las autoridades con los detalles de aquella jornada que causaría ámpula a nivel nacional e internacional.
Las cenizas del Premio Pritzker, uno de los arquitectos más influyentes en el México moderno, iban a ser retiradas del mausoleo para ser convertidas en un diamante, que luego sería utilizado por la artista Jill Magid en la hechura de un anillo de compromiso.
El primer narrador y testigo de todo ello sería el notario de la ciudad, Carlos Enrigue Zuloaga.
“En la ciudad de Guadalajara, Jalisco, siendo las 8:05 horas compareció a mi oficina… la señora Pamela Echeverría Sandoval… ante dicha persona yo me identifiqué como notario y ella me solicitó que diera fe notarial de los hechos que aquí se consignan, lo cual procedo a hacer…”.
Así comenzó aquel episodio en el que unos vieron ignominia y otros poesía, y que fue mantenido en secreto por autoridades por más de un año.
El notario Enrigue Zuloaga aceptaba así esa encomienda de Echeverría Sandoval, quien lleva la Galería Labor que representa a Magid.
El funcionario detalla que a las 8:18 horas se encontró en el edificio del Ayuntamiento de Guadalajara con los familiares de Barragán, con “Alfredo de Jesús Vázquez Barragán (…) ante quien me presenté como notario público llevando a cabo una certificación de hechos, con quien me dirigí al lugar conocido como Rotonda de los Jaliscienses Ilustres”.
Una vez en la Rotonda, el notario dio cuenta de la presencia de otros familiares (Hugo Barragán Hermosillo, María Jaime Barragán, Lorenza Barragán Salin), además de Magid, un camarógrafo (Jared Altermann) y la galerista.
Legítimos familiares
A las 8:40 caminaron al centro de la Rotonda donde el notario vio tres funcionarios de Guadalajara, todos de nivel medio, pues el entonces alcalde, Ramiro Hernández García, no había comisionado a nadie de rango superior pese a lo delicado de la tarea –o quizá justo por ello-.
Esos funcionarios eran: Fernando Reyes García, director de Panteones; Ricardo Carrillo Almeida, director del Registro Civil, y Eduardo Torres de la Mora, administrador del Panteón de Mezquitán, además de dos sepultureros.
“Reyes García me manifestó que la presente diligencia se realiza a solicitud de los familiares del arquitecto Luis Barragán Morfín, según obra en el legajo de las copias certificadas que se están anexando y de conformidad con el Reglamento de Panteones”.
Ya desde el 8 de julio de 2015, el sobrino de Barragán, Hugo Barragán Hermosillo, había presentado una responsiva a la Dirección de Panteones como representante de los “únicos legítimos familiares directos” del arquitecto, deslindando de cualquier responsabilidad al Ayuntamiento.
Aquel día, “a las 8:45 horas llegó la secretaria de Cultura del Gobierno del Estado, la señora Myriam Vachez Plagnol”, funcionaria estatal que presenció todo el hecho, y que, no obstante el interés público que implicaba, lo guardó para sí.
A las 8:47 los sepultureros comenzaron su tarea de remover el material y los ladrillos que protegían a la urna con los restos de Barragán, la cual extrajeron a las 9:05 horas “La limpiaron y luego extrajeron los tornillos para abrir la urna a las 9:10 horas y donde yo certifico que se encuentra llena de ceniza”, narra el notario.
Los 530 gramos
Con las cenizas a la vista, “se colocó la urna completa en una báscula que al efecto dispuso la señora Jill Magid, dando como resultado un peso superior a los tres kilogramos, sin que se pudiera saber exactamente cuánto por tener como límite de medición de la báscula, según dijo la referida señora, la cantidad de tres kilogramos”.
Luego, “la señora Lorenza Barragán Salin comenzó a sacar ceniza con una cuchara, colocándolas en una bolsa de plástico, la cual fue llenando hasta que la misma arrojó un peso total, incluyendo la bolsa, de 530 gramos”.
“Colocaron nuevamente la urna dentro del nicho de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, comenzando a tapiar el nicho colocando los ladrillos originales y cemento”.
Entonces Magid, a las 9:55, le presentó “a Hugo Barragán Hermosillo unos documentos que ella denominó ‘La Propuesta’ para su firma, quien procede a hacerlo, comentando que el propósito de dicha firma es exhibir dicho documento junto con otros elementos que forman una pieza de arte”.
Arte y leyenda
La intención supuesta de Jill Magid era entregar el anillo de compromiso “La Propuesta”, que haría con los restos de Barragán, a Federica Zanco, dueña en Suiza de su archivo profesional, con el fin de que éste fuera devuelto a México.
Según Magid, Zanco habría recibido el archivo a manos de su esposo como regalo de compromiso, de ahí el trueque pretendido y el título de su obra.
Esta leyenda, empero, ya fue desmentida por la propia Zanco que le dijo al diario El País, el 12 de agosto: “la narración de Jill Magid es fruto de su fantasía”.
Aquella jornada acabaría a las 9:57 de la mañana, cuando el nicho fue tapiado y la loza de mármol volvió a custodiar los restos de Barragán.
El notario precisó que “antes de terminar de firmar, la solicitante y los comparecientes me indicaron que las cenizas quedarán bajo la custodia de Jill S. Magid, quien tendrá la autorización para realizar los trámites aduanales, así como gestiones necesarias para su salida del país e ingreso a otros”.
Así ocurrió aquel día.