Balsas 18: Entre el dolor y la duda
Donde se encontraba un inmueble de cinco pisos, ahora solo hay un terreno baldío, en el que el desconcierto reina de si acaso a futuro las autoridades resarcirán el daño a los afectados
Hidalgo NeiraEl impacto llegó desde el suelo, sacudiendo de abajo hacia arriba con estruendo la colonia Miravalle y desde el cuarto piso de Balsas 18, José Luis Contreras inició el descenso por las escaleras del inmueble arrancada la alerta sísmica tardía del 19 de septiembre del 2017.
Fue justo en su trayecto de evacuación que Contreras sintió otra sacudida inesperada, el desasosiego creció ante la duda de saber de lo que ocurría en el edificio, escalones después el hombre comprendió que la primera planta de la vivienda había colapsado.
Contreras logró saltar desde un balcón del primer piso para desalojar el primer bloque de Balsas 18, perdió su patrimonio del cual hasta el día de hoy ninguna autoridad se ha hecho responsable de acudir a él e informarle si recibirá una compensación, ya que la edificación fue derrumbada pero no hay más datos al respecto.
Según recuerda el hombre, alrededor de 16 familias vivían en los dos edificios que fueron demolidos por las autoridades, un aproximado de entre 65 y 70 personas despojados de vivienda y de los cuales solo ellos presentaron sus respetos a la hora marcada del suceso de hace un año.
La familia Contreras tenía residiendo en Balsas 18 desde hacia seis años, estos condominios fueron construidos en 1979, al menos es lo que tiene en memoria José Luis, que llevó una veladora al domicilio extinto.
Dada las 13:14 minutos la señora Félix Longino Cruz se aproximó al perímetro, la mujer que es portera del edificio contiguo, Balsas 16 –que sigue en pié pero deshabitado– fue una de las afectadas con el colapso de la planta baja del inmueble vecino, su hija se encontraba al interior y falleció en el incidente.
Después del minuto de silencio y la activación de la alerta sísmica preventiva, los residentes afligidos se congregaron ante el portón de madera blanca para rezar un Padre Nuestro, terminado el acto se despidieron entre abrazos y sollozos.
Longino Cruz contestó una llamada desde su celular entre lágrimas, para recibir el pésame por su hija, el llanto fue sofocado por el dolor y el recuerdo, aceptando la resignación del fallecimiento de su hija.
Al entrar nuevamente a Balsas 16 para tomar su puesto de vigilancia, Longino Cruz se acercó a un pequeño altar improvisado, donde los inquilinos del edificio extinto prefirieron dejar sus flores y veladores al cuidado de la señora afligida que sigue en duelo a un año del movimiento telúrico.