Profesores, empleados, alumnos y ex alumnos del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Oriente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) aseguraron que en las instalaciones de la Secretaría de Marina (Semar), ubicadas junto al plantel educativo, operaba un campo de prácticas de tiro.
De acuerdo a varios testimonios recabados por la agencia Notimex, se escuchaban frecuentemente, por lo menos hasta hace algunos meses, las detonaciones de arma durante las horas de clase.
A poco o más de dos semanas del homicidio de Aideé Mendoza Jerónimo, el pasado 29 de abril cuando tomaba clases en el edificio “P” del CCH Oriente, la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de la Ciudad de México no determina las causas del deceso.
La PGJ sostiene como teoría principal la existencia de una “bala perdida”, pues se encontraron en la azotea del edificio, varios “casquillos y ojivas de distintos calibres, entre ellos de nueve milímetros”, informó la procuradora capitalina, Ernestina Godoy, el pasado 4 de mayo.
La Semar no se pronunció de manera oficial y Godoy Ramos reportó “contacto con la Secretaría de Marina. El jefe de la Policía de Investigación habló con ellos y ellos no tienen ese tipo de arma que pudiera disparar este calibre”.
Los testigos
Un profesor del CCH-Oriente cuya identidad no quiso revelar, dijo que se ordenó a todo el personal no declarar, ni comentar nada respecto al caso de Aideé Mendoza, hasta que concluyan las investigaciones.
Por su parte Reynaldo Ortiz, exalumno del CCH-Oriente, confirmó que desde hace años funcionaba un campo de tiro de la Semar junto a las instalaciones estudiantiles.
María Hernández, alumna del sexto semestre, dijo que por las mañanas y desde las canchas deportivas del CCH, por lo menos hace unos meses todavía se escuchaban las detonaciones.
El profesor concluyó que si en el primer dictamen de la PGJ informaron que encontraron diferentes balas percutidas y perforaciones en los muros, significa que no es la primera vez que se escapan tiros de ahí.
Yo doy clases en ese edificio, en el edificio P, donde ocurrió el asesinato de Aideé y yo ese día no escuché ningún tiro. Incluso pregunté a mis alumnos y ellos tampoco escucharon absolutamente nada. Un tiro se escucha siempre, sea del calibre que sea y sobre todo este que es de nueve milímetros, precisó.
El profesor lamentó la tibieza de las autoridades del CCH-Oriente y de la Rectoría de la UNAM ante el caso y lamentó que muchos alumnos ya no quieren ir a clases, por el temor de que otra bala perdida les pueda tocar a ellos.
Martín “N”, trabajador administrativo, confirmó que el personal de limpieza y mantenimiento informó, incluso al director del CCH-Oriente, Víctor Efraín Terrazas, y al Sindicato de Trabajadores de la UNAM del hallazgo de casquillos, balas, perforaciones en techos y paredes.