A dos semanas de las elecciones para renovar las gubernaturas de seis estados de la República, las campañas de los principales candidatos estatales guinda, quienes se han dedicado a hacer pasarelas y a recolectar apoyos en las entidades en disputa, se han vuelto una especie de calentamiento para la contienda interna del Movimiento Regeneración Nacional rumbo a 2024.
En el tramo final de las campañas de las elecciones, Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ha visitado Aguascalientes, Quintana Roo, Durango e Hidalgo. Además de que fue invitada a un recorrido por la refinería Olmeca de Dos Bocas, Tabasco, en compañía de gobernadores de la región.
El canciller Marcelo Ebrard hizo lo propio en Durango e Hidalgo, además de que la secretaria de Energía, Rocío Nahle, dio a conocer que también pidió una visita a Dos Bocas. Por su parte, el senador Ricardo Monreal comenzó recorridos visitando Oaxaca y Quintana Roo con apenas días de diferencia.
Nahle también dijo que el canciller Marcelo Ebrard “le pidió” invitarlo a la nueva refinería de Dos Bocas
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Sobre esta movilización, José Manuel Urquijo, maestro en Comunicación Política y Gobernanza Estratégica por la Universidad George Washington, explica a Reporte Índigo cómo se utilizan las campañas estatales para buscar un posicionamiento nacional dado el limitado tiempo de campaña que ordena la legislación electoral.
Dado que oficialmente un precandidato apenas tendría tres meses para presentar su imagen y proyecto a lo largo del amplio territorio del país, es evidente que el esfuerzo de los aspirantes a la candidatura presidencial tiene que ser mayor y tienen que buscar ‘lagunas’ dentro de la ley para poder posicionarse en la mente de los electores.
Esto, por ejemplo, le sirve a la jefa de Gobierno para darse a conocer entre la militancia morenista más allá de los límites geográficos de la Zona Metropolitana del Valle de México. Caso similar al del canciller, cuyo campo de operación como encargado de las relaciones exteriores se encuentra fuera del territorio nacional.
Juegos de manos rumbo a las elecciones
La constante en todas estas visitas es que los punteros que disputarán la candidatura de Morena en las elecciones de 2024 han recibido sonoras porras y cánticos en su favor, un fenómeno que no solo ha opacado a los candidatos estatales, sino que también ha precipitado el choque entre las facciones de los aspirantes.
El miércoles 18 de mayo, un manifestante increpó a Ebrard a su salida de Palacio Nacional. Tras acusarlo de “neoliberal”, el individuo dijo ser simpatizante de Sheinbaum. “No pues sí se nota”, se limitó a responder el canciller, aunque también dio a entender que la protesta en su contra había sido pagada.
Urquijo señala que Morena tendrá que trabajar para dirimir sus diferencias internas y que los distintos grupos que integran al partido logren acuerdos, pues “siempre va a estar el fantasma de la división”, como dejan entrever estos choques, los cuales, en el transcurso de estos dos años, se irán haciendo más públicos.
“Un poco lo que hace este proceso, digamos, prematuro de selección de candidaturas es alimentar una posible división, sobre todo cuando ya hay acciones concretas, como lo que le ocurrió al canciller, que sí dan indicios de una pugna fuerte que probablemente en ocasiones no se ve de manera pública, pero en las entrañas del partido y los grupos de poder existe”.
Esta primera fase de posicionamiento tiene como objetivo lograr algo similar a lo hecho por el mismo López Obrador, quien llegó a la contienda de 2018 con un alto grado de reconocimiento entre la población. El reto ahora es alcanzar este posicionamiento identificándose como lopezobradorista y, al mismo tiempo, presentar sus propios perfiles sin emular a AMLO.
“La popularidad, el liderazgo y el carisma que tiene López Obrador no es hereditario. No lo va a heredar ni Claudia Sheinbaum ni Marcelo Ebrard. Al final, quien más receptividad tenga en la opinión pública va a ser aquel candidato o candidata que tenga mayor autenticidad y que sepa conectar mejor sus valores con los valores del pueblo en ese momento”.
En este contexto, el primer mandatario ha redoblado su estrategia al constantemente estar destapando a las “corcholatas” de su movimiento, algo que se ha vuelto un segmento en sus conferencias mañaneras durante los últimos meses siempre bajo el argumento de que “ya no son los tiempos del tapado” y que la decisión recaerá en el pueblo.
“Esa estrategia del presidente obedece a que no se le señale que está favoreciendo a una o un candidato en particular. Sin embargo, me parece que todos sabemos dónde están los afectos del presidente. La estrategia de estar ‘destapando corcholatas’, cada vez más y cada vez más amplias, obedece a que se perciba que él es un actor neutral dentro de la contienda de Morena”.