Artesanías made in Asia amenazan a México

La actividad artesanal en México enfrenta diversos retos ante la falta de recursos de los productores nacionales, el incremento de la piratería y la carencia de regulaciones para que puedan registrar sus creaciones, restándole fuerza frente a la agresiva competencia extranjera proveniente de lugares como Japón, Taiwan o China
Nayeli Meza y Viviana Bran Nayeli Meza y Viviana Bran Publicado el
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China no es el único que ha inundado con artesanías el mercado nacional. A la lista de los países asiáticos se suman Taiwán, Vietnam y Japón, quienes llevan años compitiendo con los artesanos mexicanos restándoles participación y ocasionándoles pérdidas económicas.

Un gran porcentaje de las mercancías que los mexicanos adquieren tienen el sello asiático, situación que ha provocado múltiples afectaciones para los artesanos locales que cada vez más están desprotegidos ante los vacíos legales en materia de propiedad intelectual.

Adelaida Salas se ha dedicado al arte de tejer desde hace más de tres décadas y ha vivido la transformación del mercado a su manera, sin embargo, reconoce que la llegada de las artesanías asiáticas al país les ha hecho duplicar esfuerzos para no perder el poco espacio ganado.

“El sol sale para todos, nosotros no les queremos quitar nada ni tampoco queremos ser una competencia, solo les pedimos que respeten el trabajo que hacemos porque al final perdemos todos”, comparte la tejedora veracruzana.

En la actualidad, el sector de las artesanías emplea a más de 12 millones de personas en el país, de las cuales ocho millones son mujeres.

México se ubica en la tercera posición como el país más valioso en elaboración de arte popular, debajo de China e India, de acuerdo con la ONU

Las artesanías tienen un peso importante en la contribución del Producto Interno Bruto (PIB) cultural, cifras del INEGI revelan que este sector aporta aproximadamente 18.6 por ciento, equivalente a 123.32 millones de pesos.

Un estudio elaborado por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados muestra que uno de los principales problemas respecto de las artesanías mexicanas es su proceso de comercialización, debido a que son pocos los artesanos que exportan y por ello es necesario promover un marco jurídico de defensa, sobre todo para combatir la piratería.

No es que en el pasado no se hayan presentado iniciativas relacionadas con esto, pero siempre incluían el tema fiscal.

“La moneda de cambio siempre fue: ‘yo te ayudo a proteger tus creaciones, pero tienes que darte de alta ante el SAT’, por lo tanto eran iniciativas que no prosperaban. Afortunadamente eso está cambiando”, detalla Miguel Ángel Sosme, antropólogo social de la UNAM.

Además, el especialista asegura que en este momento sí hay un interés legítimo y auténtico, al menos en la Cámara de Senadores y desde las instituciones nuevas como la Secretaría de Cultura, para denunciar públicamente el plagio, los abusos de las marcas internacionales y la apropiación cultural, algo que no había ocurrido antes.

El tema legal en México se enfrenta a varios obstáculos, ya que siempre se encuentran formas de saltarse las reglas, y aunque en el país existen las legislaciones correspondientes nunca pasa nada por distintas razones.

“Es importante que se empiece a legislar y que se empiece a abordar el tema, pero no basta con una ley en el papel, se tiene que integrar también a los artesanos y a la gente de las comunidades para conocer su perspectiva para que no solo sean decisiones que se toman en asambleas sin escucharse la voz de los artesanos”, añade Miguel Ángel Sosme.

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Proteger las artesanías mexicanas

A diferencia de lo que se produce en fábricas, las artesanías son técnicas que se enseñan y aprenden en sociedad y en comunidad.

En las grandes ciudades es común que las medianas y grandes empresas patenten sus productos, sin embargo, para las pequeñas comunidades esta acción es casi imposible.

Las reglas tradicionales de los derechos de autor e industriales no aplican para proteger el plagio a las artesanías, ya que al estar las comunidades distribuidas en diferentes estados no es posible ni tampoco viable registrar cada camisa, taza, zapato, el proceso, las condiciones sociales o las costumbres en las que se enmarcan.

Mercedes Baltazar, socia de la consultora especializada en comunicación Meraki, asegura que al no haber patentes hay mayor riesgo de que se cometan plagios.

Por el momento no hay una solución clara ante esto, ya que no tienen forma de registrarlos, se tendrían que poner de acuerdo todas las comunidades del país que diseñan el mismo producto para patentarlo como marca
Mercedes BaltazarSocia de la consultora especializada en comunicación Meraki

El 9 de junio comenzaron a circular en redes sociales vestidos de la diseñadora Carolina Herrera con coloridos bordados indígenas de la comunidad de Tenango de Doria, Hidalgo; o del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, o asemejando la textura de los sarapes de Saltillo.

La Secretaría de Cultura acusó a Carolina Herrera por plagio y apropiación cultural en su colección de ropa al considerar que estas prendas contienen y están basados en la cosmovisión de los pueblos indígenas mexicanos.

El Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas se sumó a esta protesta y también calificó estos diseños como un plagio que vulnera el derecho fundamental de las comunidades indígenas de conservar y proteger su patrimonio cultural e identidad. Sin embargo, hasta el momento no se han impuesto sanciones legales.

Problema de raíz

Los acuerdos comerciales le permitieron a México entrar a las grandes ligas, sin embargo, también trajeron afectaciones para algunos sectores clave para el desarrollo económico, como el de las artesanías.

Aunque la huella asiática está presente en un gran porcentaje del arte popular que se vende en territorio nacional, China, Taiwán, Vietnam y Japón no son los únicos con los que se compite.

Las mercancías provenientes de Sudamérica experimentan un importante auge desde hace años.

En Ecuador se han construido fábricas en las que se produce en serie a precios muy bajos estos productos, provocando que el mercado mexicano también se esté inundando.

El mayor problema de esto es que los compradores se quedan con la idea de que las artesanías tienen que ser baratas.

Los artesanos mexicanos no solo se enfrentan a la piratería y a las copias provenientes de otros países, también a la falta de cultura de los compradores que prefieren regatear antes que pagar un precio justo

“Se ha naturalizado al trabajo artesanal como de segunda, muchas personas creen que el trabajo de las comunidades tiene que ser económico por el hecho de estar elaborado a mano cuando debe ser al revés porque implica más horas y por ende su precio incrementa”, precisa Miguel Ángel Sosme.

México es un destino atractivo para millones de turistas de todo el mundo. Durante el primer semestre del presente año la captación de divisas creció 13.9 por ciento, al registrar una derrama económica de 11 mil 915 millones de dólares, producto de la llegada de 22.1 millones de turistas internacionales, de acuerdo con datos del INEGI.

Aunque el gasto de los viajeros extranjeros a México superó por primera vez los mil dólares durante el primer semestre de 2019, la situación para los artesanos es muy diferente, debido a que la práctica de regateo es muy común y muchas veces aceptan rebajar sus precios con tal de vender.

Otro punto en contra de los artistas es la desinformación, debido a que la gente cree que está comprando una artesanía original cuando no lo es.

Miguel Ángel Sosme considera que esto se debe a que no existe una estrategia clara desde la academia, el Estado y la sociedad que ayude a formar un público que sepa lo que está adquiriendo.

El promotor cultural asegura que el trabajo artesanal sufre de una desvalorización y desprestigio que se relaciona con la clase, la etnia y el género.

La elaboración de arte popular está a cargo principalmente de las mujeres (del total de artesanos, 70 por ciento corresponden a este género) con escasos recursos y que forman parte de la población indígena.

La conjugación de estos elementos contribuye a una triple discriminación del trabajo artesanal.

A esta situación se suma que los artistas tienen pocos espacios de comercialización y la tarea resulta más complicada al momento de tratar de vender sus creaciones a precios justos.

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Piratería el eterno enemigo de las artesanías

Algunos investigadores han documentado que existe un modus operandi en el tráfico de artesanías piratas. Básicamente los intermediarios concentran la mercancía ilícita en la Ciudad de México y la distribuyen entre las personas de las comunidades indígenas.

Los intermediarios buscan a vendedoras indígenas que usen sus trajes tradicionales con el propósito de captar al público que les compra estos productos pensando que son originales.

Las últimas cifras disponibles de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de la Ciudad de México (Canaco) muestran que la artesanía pirata deja ganancias de 22 mil millones de pesos

Si este monto pudiera llegar a las manos de los artesanos mexicanos su situación económica sería muy diferente.

La forma más sencilla de identificar una artesanía original de una pirata es que el producto manufacturado en una fábrica tiene un precio en el mercado de aproximadamente 100 pesos, en cambio el arte hecho a mano puede llegar a costar por encima de los mil pesos.

En este sentido, Miguel Ángel Sosme considera que es importante que los compradores se acerquen al trabajo que hacen las comunidades para que conozcan las características del trabajo artesanal original y que no se dejen engañar por intermediarios que utilizan a la población indígena para distribuir mercancía pirata.

México es insustituible

El saber artesanal de México se está redescubriendo, a pesar de los obstáculos como la piratería, las artesanías mexicanas poco a poco recobran su importancia, no solo por el valor cultural y de identidad que representan para la nación, sino porque contribuyen al crecimiento económico al generar empleos e ingresos.

Desde diferentes perspectivas, las artesanías mantienen vivas las tradiciones que han marcado la historia del país, pues remiten a los consumidores a valores tradicionales, emocionales y sociales.

Las reacciones que se generan con los recuerdos han provocado que la demanda artesanal se diversifique en diferentes mercados, se utilicen canales comerciales para promocionarla e incluso estrategias de comunicación diferenciadas para hacerlas llegar a más público.

Las artesanías y juguetes tradicionales son la actividad productiva de mayor tamaño en el sector cultural

Comprendiendo trabajos de cerámica, textiles, alfarería, madera, cantería, vidrio, cartón y papel, los cuales generaron 91 mil 612 millones de pesos de Producto Interno Bruto en 2017, más de lo que que en conjunto las artes escénicas, espectáculos, artes plásticas y la industria editorial produjeron.

En la actualidad, tres de cada 10 puestos ocupados en el sector cultural se relacionan con las artesanías.

Mercedes Baltazar, socia de la consultora especializada en comunicación Meraki, asegura que impulsar a los artesanos es una de las actividades que más se debe de impulsar, ya que muchas de las comunidades en diferentes estados del país dependen de la venta de artesanías, al no contar con otros medios laborales para generar ingresos.

“Cuando se compran artesanías originales, no solo se obtienen productos de buena calidad se está impulsando la economía de las pequeñas comunidades y se impacta directo en las familias que más lo necesitan”, detalla Baltazar.

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No todo es lo que parece

La actividad económica artesanal no solo es importante por sí misma, sino por la conexión que tiene con otros sectores económicos. Incluir los trabajos a mano dentro de las industrias culturales, es resultado de la importancia económica que ha tenido su desarrollo para diversas regiones.

A pesar del apoyo que en los últimos años se le ha brindado al sector artesanal, las ganancias económicas no son tangibles para las comunidades originarias que se encargan de elaborar los productos.

En todo el país el sector comercial de la decoración y los regalos dejó 718 millones de dólares el año pasado, y de este monto 16 por ciento correspondió al rubro artesanal, es decir, casi 115 millones de dólares, según la Canaco de la CDMX.

Especialistas coinciden en que las artesanías a pesar de que carecen de reconocimiento, aún conservan un valor muy importante dentro de la sociedad mexicana porque son piezas únicas en donde el artesano impregna los sentimientos de toda la historia del país.

A pesar de la agresiva competencia que se vive con el arte popular, el sello mexicano no pasa desapercibido y eso le da a los artesanos una mayor ventaja frente a sus rivales

Los alebrijes y el barro negro de Oaxaca, las talaveras, de Puebla, el arte huichol de Nayarit y Jalisco, el rebozo de San Luis Potosí, el árbol de la vida del Estado de México, el sarape de Coahuila y el vidrio soplado de Baja California Sur, son algunos de los trabajos hechos a mano más emblemáticos de México y en la actualidad son símbolos que representan al país en todos los rincones del mundo.

Mercedes Baltazar comenta que los retos a los que se enfrentan tanto las comunidades como el gobierno en el tema de las artesanías, son el plagio y la piratería, además de que se debe buscar la forma de que los artesanos encuentren la manera y los apoyos para mover sus productos no solo a nivel nacional, sino internacional.

Los productos mexicanos hechos por artesanos mantienen vivas las tradiciones que han marcado la historia del país
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