La propuesta cultural de la administración de Enrique Alfaro se ha encontrado con diversas críticas, primero concerniente al uso de recursos públicos para el financiamiento de proyectos de personajes cercanos al alcalde tapatío. Ahora, como un rechazo desde grupos conservadores que ven en la apuesta artística una ofensa a las creencias populares.
Miembros de la comunidad católica de Guadalajara expresaron este miércoles que el sábado realizarán una manifestación en contra de una de las obras instaladas por el Ayuntamiento de Guadalajara; se planea reunir a más de 5 mil católicos en el templo de El Refugio, a tres cuadras de donde se encuentra la instalación.
Desde el pasado mes de julio Reporte Indigo dio cuenta de la polémica que había generado el Programa de Arte Público de Guadalajara, al destinar 4.5 millones de pesos a una pieza del artista José Fors, luego de que este realizara diversas actividades a favor de la figura de Enrique Alfaro. Aún sin estar lista para su instalación, la obra de Fors causó revuelo y negativas sobre el uso poco claro de millones de pesos para un programa que debía ser más transparente respecto a la designación de sus beneficiarios.
Entre la crítica y la apertura
La escultura Sincretismo, la obra más cara que hasta hoy contempla el programa público, ha creado una oposición de otra naturaleza.
La pieza de 5.2 millones de pesos, del artista Ismael Vargas, es una escultura de acero fundido con un peso de cinco toneladas que, figurando papel picado, muestra una mezcla entre la diosa Tonantzin y la Virgen de Guadalupe a través de elementos simbólicos y siluetas.
“Yo tengo más de 40 años de trabajar sobre la virgen, toda mi vida, incluso en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara (MUSA), hay cuadros de hace 25 años con el mismo tema, no con la misma solución porque yo no hago las mismas soluciones, pero sí con el mismo tema, sólo que al revés: está la Coatlicue envuelta en el manto de la Virgen de Guadalupe; y este que estoy haciendo ahora es la Guadalupana envuelta en la Coatlicue”, dijo Ismael Vargas el día de la develación el pasado 14 de agosto.
Voces como las del cardenal emérito de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, piden que la escultura sea retirada.
En entrevista con medios locales, el prelado expresó que los gobernadores no podían hacer burla o emprender acciones persecutorias en contra de los creyentes.
“Pienso que es una falta de respeto a un símbolo tan sagrado como lo es la Virgen de Guadalupe.
“Es realmente el símbolo de la nacionalidad mexicana, es la forjadora de la nacionalidad desde sus albores, desde 1531”, dijo Sandoval Íñiguez al diario Mural, “también veo como ridículo que (Alfaro) se sienta mecenas, que quiera llenar la ciudad de Guadalajara de imágenes de muy dudoso valor artístico (…). Ahí está la pluma que hizo a los periodistas, primero los ofendió ¿qué es eso? Que no se sienta mecenas porque creo que a él no le da el talento para creerse un mecenas de arte”.
En respuesta, el alcalde de Guadalajara expresó que en la ciudad existe libertad de opinión, y también se mostró despreocupado por las críticas realizadas a la obra de Vargas.
“Cada quien puede opinar lo que quiera, nosotros seguimos la ruta del Programa de Arte Público que va para adelante y nos llena de orgullo”, respondió Alfaro.
Por su parte, Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, se mostró más abierto al señalar que no se debe entender la obra como una ofensa.
“Yo quiero creer, quiero pensar que el artista no hizo esa obra con el afán de faltar al respeto a la santísima Virgen María de Guadalupe, ni faltarnos al respeto a nosotros los católicos, yo creo que no debemos de suponer eso así, de entrada”, expresó Robles Ortega.
Reporte Indigo publicó la polémica generada por los 4.5 millones de pesos que el Ayuntamiento de Guadalajara destinó a la pieza del artista José Fors, quien realizó actividades a favor de Enrique Alfaro.
Conciliar religiones
Entrevistada por el diario Milenio Jalisco, la crítica de arte Avelina Lésper calificó la oposición de los grupos católicos como “activismo sin fundamentos”.
“La obra de Ismael Vargas reúne lo que justamente buscó el arte novohispano en América: generar una iconografía que conciliara las religiones precolombinas y la católica”, explicó Lésper.
Hasta ahora, el artista no ha salido en la defensa de su obra, pues desde la develación de la escultura dijo “yo sé hacer obras, pero no sé describirlas”, por lo cual entregó una hoja en la cual Tomás de Híjar Ornelas, cronista de la Arquidiócesis de Guadalajara, describía las técnicas e iconografía de la pieza.
“No puede omitirse la relevancia que ocupa la obra de Ismael Vargas en el campo de la plástica mexicana y su creativa y original forma de servirse de los elementos simbólicos que subyacen en la cultura y en la religiosidad popular, tratados en esta obra con profundo respeto a los símbolos religiosos del pueblo de México”, señala el texto de Híjar Ornelas.
No obstante que Sandoval Íñiguez desacreditó la opinión del padre Híjar Ornelas y dijo que “también los padres se pueden equivocar”.
“Además, creo que desde el punto de vista de la historia, la Virgen de Guadalupe apareció en el Tepeyac y ahí era la Tonantzin, la diosa de la luna, no era la Coatlicue. Aún desde el punto de vista de la historia de los antepasados indígenas y del arte, no está bien”, reviró Sandoval.
Sobre la polémica en torno a la cuestión histórica respondió Avelina Lésper:
“La Coatlicue es madre de dioses, su cuerpo sintetiza la vida y la muerte, el círculo existencial. La reunión con la Virgen de Guadalupe, reitera la búsqueda de la divinidad como unión cultural y social. La ignorancia fascista de los fanáticos se niega a entender que es el arte el que da existencia a los dioses y a las religiones. Su milagro es un logro social, es la unión religiosa como identidad de una nueva cultura”.