El sexenio de AMLO en el que inició la Cuarta Transformación llega a su fin. Foto: Especial

Adiós AMLO: el legado y el vacío que deja

Entre aplausos y críticas el presidente Andrés Manuel López Obrador concluye el sexenio en el que transformó al país

El sexenio 2018-2024 llega a su fin y con él la trayectoria política del presidente Andrés Manuel López Obrador. Para consuelo de varios y aflicción de muchos más, el estilo particular, si no único, de gobernar da paso a un vacío propio de la magnitud de transformar al país de acuerdo a su pensamiento y personalidad.

Tras décadas entre el antagonismo y el ostracismo, López Obrador deja la Presidencia de la República encumbrado en el poder. Presumiendo que, en un sexenio, llevó a Morena a consolidar intempestivamente la hegemonía política que el PRI tardó no menos de 70 años, e incontables crisis, en perder de forma gradual.

El peso específico del “factor AMLO” se traduce en haber ganado y refrendado la Presidencia de la República, la mayoría calificada en el Congreso de la Unión y el control de 23 estados por medio de sus gobernadores y legislaturas. Apenas entre 2014, cuando fundó Morena como partido político, y las elecciones del 2024.

Esta magnitud le da al personaje el lujo de transformar al Estado mexicano según su perspectiva. En los albores de su Gobierno, cuando otros mandatarios ya habían desaparecido del mapa, él todavía puede publicar la reforma de la Guardia Nacional, encauzar la del Poder Judicial e insistir con la de organismos autónomos.

Esta proactividad de última hora enmarca una realidad: López Obrador deja al Estado mexicano transformado. Sin trastocar el presidencialismo, modificó al Poder Judicial en vísperas de hacer lo mismo con el Legislativo mediante un nuevo sistema electoral y sellando la preeminencia de las Fuerzas Armadas.

También por eso, la semana culminante del sexenio se volvió una pasarela de sus grandes rivalidades. Ernesto Zedillo y Felipe Calderón se sumaron al coro en su contra desde Estados Unidos y España, países con los que también reavivó confrontaciones añejas. Sardónico hasta el final, ironizó que solo faltaba Carlos Salinas.

Los reaparecidos jefes de Estado se suma al panorama del “terreno de lo inédito” en que se volvió el sexenio donde los “fifís” tuvieron que recurrir a lo que tanto le criticaron a los “chairos”: protestar. En el almanaque quedan empresarios marchando en las calles y jueces del Poder Judicial dando portazos en el Senado.

El espectro (político) de AMLO, ¿polarización o politización?

Lejos de negar estas muestras de inconformidad, López Obrador las toma como una victoria más. “Qué dictadura tan peculiar es esta”, dice al señalar los insultos, campañas y agravios que vivió. Después de todo y aún con todo el poder del Estado y aprobación que roza el 80 por ciento, suele recordar que él fue “el Presidente más atacado desde Madero”.

Estos casos no son fortuitos, sino que reflejan el otro aspecto del legado obradorista. Como “es tiempo de definiciones y esta ancheta está muy angosta”, el espectro político terminó por reestructurarse entorno a su persona. La agenda, el debate, las posturas, las propuestas comienzan por identificarse como pro-AMLO o anti-AMLO.

Hasta imponderables como los fenómenos naturales se han vuelto la excusa perfecta para que la oposición reproche a comunidades enteras que “disfruten lo votado”. Mientras reclamos como los de los padres de Ayotzinapa son desacreditados y minimizados por el oficialismo más duro con el que hace apenas unos años todavía compartían consignas.

Polarización o politización según quien lo vea, la sociedad mexicana que deja López Obrador está marcada por opositores que denuncian una dictadura y simpatizantes que celebran el triunfo de la voluntad popular. Foto: Especial

Polarización o politización según quien lo vea, la sociedad mexicana que deja López Obrador está marcada por opositores que denuncian una dictadura y simpatizantes que celebran el triunfo de la voluntad popular. Ni los indiferentes se salvan de encontrarse un “amlito” en algún puesto ambulante o un meme en alguna red social.

Son estas voces ávidas de polémica las que terminan calentando hasta el punto de ebullición la expectativa por el retiro de López Obrador. El dínamo de simpatía y antipatía que por seis años se apoderó de cuanta pantalla pudo, lo que le valió ser el streamer más visto en Hispanoamérica, simplemente no saldrá a otra mañanera después de hoy.

Quizás como consuelo para quienes no quieren despedirse, y de paso como alivio para los que esperan con ansiedad que ya se vaya, tuvo a bien recordar en su mañanera del viernes que, en temas políticos, “nunca hay vacíos, eso lo deben saber también los jóvenes. Siempre se llenan, nunca hay vacíos”.

También para esos opositores que, según él, “se han portado muy bien”, López Obrador prepara el regalo que han pedido durante décadas: su desaparición total de la política. Aunque ellos descarten esta posibilidad y lo acusen de restablecer el maximato por medio de Claudia Sheinbaum, Andrés “Andy” López y un largo etcétera de funcionarios.

Mientras que, para los simpatizantes que le lloran, ha ido relajando la sentencia de no abandonar su quinta de Palenque para reconocer que podría ir a nadar a un río o a “macanear”. Sin decirle adiós a la esperanza de un regreso, “si mi Presidenta me lo pide”, advierte que sólo saldría del retiro en caso de riesgo para el país.

López Obrador según López Obrador, el presidente recuerda su vida

Coronando la larga despedida que inició desde la elección del pasado 2 de junio, López Obrador aprovechó su última semana de mañaneras —las ediciones mil 436 a mil 440 de sus conferencias— para dar un vistazo al pasado y recordar el trayecto que lo llevó de los pueblos chontales de Tabasco hasta Palacio Nacional.

Salpicados durante la semana, López Obrador hizo comentarios sobre sus orígenes. Desde su infancia en Tepetitán, pasando por sus estudios de ciencias sociales en preparatoria y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), hasta su labor en el Instituto Nacional Indigenista para llegar a su incursión a la política.

Junto al Presidente de 70 años, apareció la fotografía de un candidato a gobernador de Tabasco. “Voy en el pantano, en el agua, enrollado. Así trabajábamos, así nos formamos y me siento muy orgulloso de eso. Me siento muy orgulloso de que así empecé y así termino, y no cambié”, dijo al verse de nuevo a sus 35 años.

El peso específico del ‘factor AMLO’ se traduce en haber ganado y refrendado la Presidencia de la República, la mayoría calificada en el Congreso de la Unión y el control de 23 estados por medio de sus gobernadores y legislaturas. Foto Especial

Tras dos campañas en su estado, con el cambio de siglo llegó su salto al entonces Distrito Federal. “Imagínense que a un tabasqueño le permitieron gobernar la capital, se necesita tener una visión progresista“, señaló, ironizando que hoy le reclaman a Ernesto Zedillo por no haberlo “cepillado” de esa candidatura.

La victoria en el 2000 y el desafuero en 2005 sirvieron como preparativos para lo que viviría en su primera campaña presidencial. Denunciando, como lo ha hecho por 18 años, que él ganó esa elección, pero fue víctima de un fraude con el que se impuso al panista Felipe Calderón en la Presidencia de la República.

“Quedó, además, un ambiente envenenado, tóxico en contra de nosotros”, lamentó al respecto. Aunque lo atribuyó a “una campaña atroz, sucia”, López Obrador recordó que tras sus protestas contra el fraude “me rechazaban igual que a (Carlos) Salinas, con más negativos, me convirtieron en un malvado“.

Seis años después, un nuevo intento con similares resultados. Tras lo cual, recuerda, los dirigentes de su movimiento quedaron desmoralizados. Incluso “yo también tenía ganas de retirarme y no volver a ser candidato”, reconoció. Pues, dijo, se planteó sólo dedicarse a la organización de Morena.

“Después lo pensé más y dije: todavía hago falta, vamos de nuevo“, fue la conclusión a la que llegó. “Afectaba mi orgullo propio el imaginar cómo iban a brindar en las colonias de los potentados porque ya me iba yo a hacer a un lado y decía yo entre mí: no les voy a dar ese gusto, no, yo me voy a ir cuando lo decida el pueblo“.

Y el pueblo decidió que la tercera era la vencida. La odisea que inició descalzo en los pantanos de Tabasco se volvió la epopeya de un sexenio frenético durante el cual aquellos viejos rivales que una y otra vez buscaron descarrilar al movimiento de López Obrador “no pudieron, nos hicieron lo que el viento a Juárez”.

López Obrador pondera que “fui el Presidente de más edad. Ya no creo que esto vuelva a ocurrir en toda la historia”. Poniendo las cosas en perspectiva, llegó a la conclusión de que al final ayudó no llegar a Palacio Nacional en 2006 o 2012, pues con los fue refrendando que no hay que tenerle mucho apego al poder.

“A veces entiendo a Calderón que sigue opinando, pero es que está muy joven. O sea, Salinas, también joven, el licenciado Peña, joven. Entonces, les queda mucho tiempo y me imagino que no encuentran una opción, una alternativa, cómo compensar, cómo ocuparse”, opina sobre sus predecesores

Aunque ha declarado, no sin polémicas, como cumplidas algunas de las misiones que se propuso, el mandatario saliente es el primero en reconocer que “hay muchas cosas todavía pendientes porque fue mucho el tiempo de abandono y de humillación al pueblo. Entonces hay que seguir, hay que seguir adelante”.

Para despedirse, AMLO recordó sus inicios en la política, las veces que contempló el retiro y su decisión de irse a ‘La Chingada’ tras dejar la Presidencia. Foto: Especial

Sin embargo, hizo hincapié en que ya no le corresponderá a él concluir el listado de pendientes. Sino que “quien va a darle continuidad con su criterio, con su estilo, de manera absolutamente libre porque así lo decidió el pueblo de México va a ser la presidenta Claudia Sheinbaum“.

Por costumbre o tal vez por no terminar de despedirse aún, denunció otra campaña contra Andrés López, ahora Beltrán. “Eso es futurismo corriente, barato, vulgar. Cada quien tiene que labrarse su propio destino”, dijo sobre si su hijo alista su camino a la Presidencia desde Morena.

En cuanto a él mismo, López Obrador jura que después de entregar la banda presidencial se irá literalmente a La Chingada —su quinta en Palenque— para dedicarse a escribir. “Es así, cortar de tajo con una actividad de lucha desde hace décadas y ya no quiero saber nada de la actividad política”.

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