El regreso de enfermedades que se consideraban erradicadas ha puesto en jaque a Estados Unidos y a algunos países de Europa.
La vuelta de estos males no es casualidad. Una de las causas es el movimiento antivacunas que surgió a finales de los 90 y que hoy comienza a tener consecuencias masivas; pero otras causas son también la deficiencia de la infraestructura sanitaria o la escasa conciencia sobre la importancia de las vacunas
Esta semana, el gobierno de Nueva York declaró a esa ciudad en una emergencia sanitaria por la presencia de 258 casos de sarampión; tan solo el área de Willamsburg, en Brooklyn, concentra 228 enfermos.
No es el único lugar donde esta enfermedad ha desatado una crisis. En la ciudad austriaca de Klagenfurt, ubicada al sur de Viena, el gobierno decidió suspender indefinidamente el servicio de autobuses públicos, luego de que uno de los choferes enfermara de sarampión.
El resurgimiento de esta enfermedad altamente contagiosa ha puesto en alerta a los sistemas de salud de todo el mundo.
En México, a pesar de que no se ha detectado un caso de sarampión, ya también se han tomado algunas medidas para prevenir una posible crisis infecciosa.
La Secretaría de Salud federal emitió esta semana una alerta preventiva de viaje por brotes de sarampión, argumentando que en los últimos 20 años los únicos casos de la enfermedad que se han registrado en México han sido por importación.
Los médicos están obligados a reportar a las autoridades cualquier caso de sarampión que atiendan.
“Si cuenta con un antecedente de viaje a los lugares afectados por sarampión en los últimos 21 días o mantuvo contacto con personas que visitaron ese continente y presenta los síntomas previamente detallados comuníquese inmediatamente con su médico, quien deberá informar urgentemente a la Secretaría de Salud”, señala la dependencia en un comunicado.
El movimiento antivacunas no es exclusivo de Estados Unidos o Europa. En México también hay algunos grupos que defienden el derecho de los padres de no vacunar a sus hijos, temerosos de los efectos adversos que puedan tener en su salud.
Consecuencias desastrosas
La alerta por el aumento de casos de sarampión se ha dado a nivel internacional. Incluso, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha advertido de la gravedad de la situación.
“Esta es una llamada de atención. Disponemos de una vacuna segura, eficaz y barata contra una enfermedad altamente contagiosa, una vacuna que ha salvado casi un millón de vidas cada año durante las últimas dos décadas.
“Estos casos no han ocurrido de la noche a la mañana. Del mismo modo que los graves brotes que estamos viendo hoy se extendieron en 2018, la falta de acción hoy tendrá consecuencias desastrosas para los niños de mañana”, afirmó en un pronunciamiento Henrietta H. Fore, directora ejecutiva de UNICEF, el mes pasado.
En un informe sobre la expansión de la enfermedad, la UNICEF señala que algunos de los países donde más han aumentado los casos entre 2017 y 2018 fueron Ucrania, con 30 mil 338; Filipinas, con 13 mil 192; Brasil, con 10 mil 262; Yemen, con 6 mil 641; y Venezuela, con 4 mil 916.
En algunos países donde no hubo ni un solo enfermo en 2017, en 2018 se registraron casos graves de sarampión. Brasil fue la nación con enfermos más graves, pues tuvo 10 mil 262; Colombia sumó 188 casos; Perú 38 y Chile 23 personas delicadas.
“El sarampión puede ser la enfermedad, pero, con demasiada frecuencia, la verdadera infección es la desinformación, la desconfianza y la complacencia. Debemos hacer más esfuerzos para informar con precisión a todos los padres y madres a fin de que nos ayuden a vacunar con seguridad a todos los niños”, afirmó Fore.
El movimiento antivacunas surgió en 1998, luego de una investigación publicada por el médico británico Andrew Wakefield, quien examinó a una docena de niños con autismo y afirmó que su condición se debía a la administración de la vacuna triple vírica —contra el sarampión, la rubéola y las paperas—.
EU: el gigante enfermo
Aunque han sido muchos países donde se han registrado brotes de sarampión, el caso que más ha llamado la atención a nivel mundial es el de Estados Unidos, por ser una de las naciones más desarrolladas del mundo.
Un informe del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CCPE) de los Estados Unidos señala que hasta el 4 de abril pasado de este año ya se habían registrado 465 enfermos de sarampión, 93 casos más que en todo el 2018.
El año en el que hubo un mayor número de personas contagiadas de sarampión fue el 2014, cuando se contabilizaron 667 casos.
En este 2019, se han reportado casos en los estados de Arizona, California, Colorado, Connecticut, Florida, Georgia, Illinois, Indiana, Kentucky, Massachusetts, Michigan, Missouri, Nevada, New Hampshire, New Jersey, New York, Oregon, Texas y Washington.
En el año 2018, Estados Unidos experimentó 17 brotes. Los más fuertes se dieron en el estado de Nueva York, la ciudad de Nueva York y Nueva Jersey.
“Los casos en esos estados ocurrieron principalmente entre personas no vacunadas en comunidades judías ortodoxas. Estos brotes se asociaron con viajeros que trajeron el sarampión de Israel, donde se está produciendo un gran brote.
En el país que gobierna Donald Trump se encuentra uno de los movimientos antivacunas más activo de todo el mundo.
Este movimiento tomó fuerza en el 2007, cuando Jenny McCarthy, modelo de la revista Playboy y pareja del actor Jim Carrey, acusó que su hijo era autista a causa de la vacuna triple.
McCarthy y Carrey se convirtieron en los primeros portavoces famosos del movimiento antivacunas, lo que provocó que de inmediato la idea se masificara.
A partir de entonces comenzaron a hacerse públicos los casos de menores que habrían sido afectados por las vacunas y miles de padres de familia de niños con autismo pidieron indemnizaciones millonarias al gobierno por las afectaciones provocadas por las vacunas.
En Estados Unidos existe un Programa Nacional de Compensación por Lesiones de Vacunas, que comenzó a operar en 1988 para indemnizar a quienes sufrieron alguna afectación.
La compensación máxima se otorga por la muerte del menor, y está tasada en 250 mil dólares. Según datos de la Administración de Servicios y Recursos de Salud de EU, hasta 2018 se habían entregado 4 mil millones de dólares en compensaciones por lesiones o consecuencias causadas por las vacunas.
En la Declaración Informativa sobre Vacunas referente a la triple MMR, que se aplica contra el sarampión, las paperas y la rubéola, se advierte que algunas de las consecuencias son que pueden provocar desde dolor en el brazo o fiebre hasta sordera, coma y daño cerebral.
En el país que gobierna Donald Trump se encuentra uno de los movimientos antivacunas más activo de todo el mundo
“Cualquier medicamento puede provocar una reacción alérgica grave. Se estima que dichas reacciones a una vacuna se presentan en aproximadamente 1 de cada millón de dosis, y ocurren entre algunos minutos y pocas horas después de la vacunación”, expone el documento que es entregado a los padres en cada vacunación, en los Estados Unidos.
Estas posibles consecuencias han provocado que miles de padres de familia decidan no vacunar a sus hijos, tanto en Estados Unidos como en México y el resto del mundo.
No quería ser estadística
Después de que la hija de una amiga muy cercana desarrollara sordera tras recibir una vacuna, Tania Rincón decidió que su hija no sería parte de las estadísticas.
Aunque la información sobre las consecuencias de las vacunas pasaba desapercibida para Tania, esto cambió cuando se enteró que estaba embarazada y decidió que no aplicaría ninguna a su hija.
“Vi información sobre los sucesos de niños que habían fallecido porque les habían puesto vacunas caducas o que les habían ocasionado problemas y porque la hija de una amiga desarrolló sordera por una vacuna que le aplicaron.
“Decidí entonces que no quería ser parte de las malas estadísticas y que a mi hija quería darle lo mejor”, afirma Rincón en entrevista.
Tania vive en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, uno de los estados donde el movimiento antivacunas ha estado más fuerte en años recientes. Su hija va a cumplir próximamente tres años.
Tania y su pequeña llevan una alimentación vegana, pues para ella la comida es una de las maneras que encontró de fortalecer a su hija; también le sigue dando leche materna.
“Decidí hacerlo así para sustentar el fortalecimiento de mi hija y opté por la lactancia. Como sabemos es la mejor vacuna que puede haber; el calostro, ahí están todas las vitaminas y casi, casi los antivirales”, manifiesta.
Ella reconoce que fue una decisión que le ha provocado críticas de otras mamás y médicos, por lo que el apoyo lo ha encontrado en otras personas que, como ella, decidieron no vacunar a sus hijos.
“Mi hija tiene contacto con la gente, no está aislada. Es una niña sana, solo se me ha enfermado una vez. Ha sido una decisión un poco arriesgada porque la misma sociedad te tacha.
“En los grupos de mamás a los que pertenezco hay quienes no respetan eso. Me dicen que cómo es posible que una mamá no piense en la salud de su hija y ponga en riesgo a los otros niños; pero yo puedo comprobar que mi hija está sana y enfermedades que le han pasado a otros bebés, a ella no la han contagiado”.
Tania ya acudió a una escuela para inscribir a su pequeña y en el plantel le dieron una solución.
“Lo primero que me dijeron es que debía llevar la cartilla de vacunación. Cuando les dije que no la tenía, me dijeron: ‘Ay, pues consígala. Si va al Centro de Salud se la dan bien fácil’”, cuenta entre risas.
Esta madre de familia asegura que no tiene miedo de que su hija se vaya a enfermar. A ella, sus padres sí le aplicaron todas sus vacunas; incluso, en la escuela le aplicaron todas las que se enviaban desde los centros de salud, aun sin la autorización de sus padres.
“No me da miedo de que se vaya a enfermar mi hija. Las vacunas para mí, al contrario, son indicios para enfermarse. La decisión fue esa, porque yo pensé que entre menos vacunas, más sano. Las vacunas actualmente sabemos que te inyectan cosas, que los niños aun no tienen esas defensas para combatirlos.
Tania asegura que la única manera en que ella aceptaría que el Estado obligara a todos los ciudadanos a aplicar las vacunas a los niños sería si hubiera una pandemia.
El inicio y continuidad de un mito
Cada vez más personas deciden no vacunar a sus hijos porque consideran que los tratamientos preventivos pueden provocar condiciones como autismo, ceguera o sordera, sin embargo, una pediatra infectóloga y un médico general desmitifican estas ideas que provocan nuevos brotes de enfermedades virales como el sarampión.
El rumor de que las vacunas ocasionan este trastorno neurobiológico fue propagado en 1998 por Andrew Wakefield, un médico británico al que se le revocó su licencia para practicar medicina.
La pediatra infectóloga Carmen Espinosa Sotero explica que Wakefield analizó a 32 pacientes para el estudio y en sus conclusiones relacionó la vacuna triple viral con el autismo. No obstante, la revista que publicó el texto se retractó de los resultados del británico porque se comprobó que estuvo modificando los datos, pues incluyó pacientes con autismo que nunca habían recibido la vacuna.
“El daño que hizo durante el tiempo que estuvo publicado (1998-2004) fue considerable porque se empezaron a crear grupos antivacunas en Estados Unidos, Europa y Canadá que generaron más desconfianza”, asegura la médico que trabaja en el Hospital General de México.
La pediatra añade que la vacuna triple viral que combate el sarampión, la rubéola y las paperas tiene millones de dosis aplicadas en México sin resultados adversos. Agrega que ya existen estudios que confirman que el autismo tiene un origen multifactorial y que las vacunas no están relacionados con esa condición.
Otro de los mitos comunes sobre las vacunas es que provocan ceguera o la pérdida del oído, pero Espinosa Sotero menciona que para evitar este tipo de reacciones permanentes las vacunas son probadas en animales y luego en humanos.
Por otra parte, entre los judíos del barrio de Williamsburg, en Brooklyn, circula una publicación que anima a la comunidad ortodoxa a no vacunarse porque consideran que las vacunas portan “ADN de mono, rata y cerdo”, de acuerdo con un artículo de The New York Times.
“Las vacunas no están hechas a partir del ADN de ningún animal ni humano. Las vacunas son pedazos de virus que producen anticuerpos para que cuando tengamos contacto con el virus completo podamos generar protección”, explica Espinosa Sotero.
Al contrario, la especialista dice que en este momento las vacunas son más confiables que en cualquier otra época. Antes había preparaciones con células enteras, es decir, el menor recibía la bacteria completa, pero nunca se usó ADN de animales o humanos.
Otro mito que genera controversia es el uso de mercurio, tiomersal o merthiolate en las vacunas.
“Esto generó controversia y la Organización Mundial de la Salud y otros organismos mundiales retiraron el elemento de las vacunas hasta que se comprobó que era totalmente inocuo”, comenta la pediatra.
En la actualidad, las dosis de mercurio que contienen las vacunas no tienen ningún efecto sobre el organismo. La especialista aclara que la cantidad de este elemento en una vacuna es más pequeña que la consumida al comer un sándwich de atún.
Ante los nuevos casos de sarampión en Estados Unidos, la pediatra infectóloga recomienda seguir las instrucciones de la Secretaría de Salud.
Por otra parte, el médico general Adán Navarro García dice que lo importante en el contexto de los nuevos brotes es reconocer que el sarampión es una enfermedad prevenible.
“Las vacunas están para un bien mayor para la sociedad, si una persona es alérgica a las vacunas eso sucede uno en un millón. Por un caso no podemos eliminar algo que beneficia a toda la sociedad”, advierte el también profesor.
Navarro García también menciona que la mejor estrategia para prevenir nuevos casos de sarampión y otras enfermedades virales en México es mediante educación sobre salud.
“Si nosotros damos prevención a través de la higiene, la información y las vacunas, las personas pueden mejorar su calidad de vida”, concluye el médico.
En este sentido, en México existen fundaciones como la Red Mexicana de Virología, organismo que publicóPablo tiene sarampión, un libro para enseñar la importancia de las vacunas.