Lejos –muy lejos- quedó aquel mote de “la región más transparente” que se utilizaba para referirse al Valle de México.
Por tres días consecutivos, la Ciudad de México y sus alrededores estuvieron bajo un régimen de fase uno por contingencia ambiental.
El programa bandera de combate a la contaminación Hoy no Circula ha sido insuficiente para mantener una buena calidad del aire en la región.
Los efectos ya empiezan a sentirse no solo en la población, sino en las relaciones políticas de la ciudad con sus vecinos y con el Gobierno Federal.
El gobierno capitalino ha sentido la presión de la Presidencia de la República, que ha llamado a las autoridades de la Ciudad de México a endurecer las medidas de control vehicular e industrial para garantizar que haya una buena calidad del aire.
El alto índice de contaminantes comenzó a hacerse patente en las últimas semanas, cuando por una orden de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se cambiaron las reglas para la verificación vehicular por la promoción de amparos contra la medida.
Dichos amparos fueron promovidos por el Partido Acción Nacional… que ahora exige al gobierno capitalino tomar medidas para bajar los índices de contaminación.
Un problema permanente
Aunque mala, la calidad del aire en estos días no ha sido tan grave como en otros episodios del pasado.
Uno de los picos de contaminación más graves fue alcanzado el 25 de noviembre de 1986, cuando el Índice Metropolitano de la Calidad del Aire (IMECA) rebasó los 490 puntos.
Sin embargo, las alertas definitivas se prendieron en febrero de 1987, cuando miles de pájaros comenzaron a caer muertos en el asfalto de las calles del Distrito Federal.
Fue entonces que las autoridades comenzaron a tomar medidas para intentar bajar el nivel de contaminación en la capital del país.
Se instrumentó el programa de restricción Hoy no Circula; se cambiaron los estándares de emisiones de las industrias; se construyeron más líneas del Metro; y se trabajó en la comercialización de combustibles con bajos niveles de contaminantes.
Empero, aunque el problema de contaminación se ha mantenido a raya la mayor parte del tiempo, en la década pasada tuvo algunos picos de riesgo.
Fue el 18 de septiembre del 2002 cuando se activó la contingencia ambiental más próxima; en ese entonces, la contaminación alcanzó los 242 puntos. La Fase 1 se mantuvo solo 24 horas.
En enero del 2005 también se activó la contingencia ambiental, aunque solo por unas horas; pero en esa ocasión fueron partículas suspendidas y no ozono por lo que se inició el procedimiento.
A partir de ahí, el problema de los contaminantes se mantuvo en niveles estables.
Con el inicio del 2016 empezaron también los problemas con los contaminantes.
Con más autos, el colapso que viene
La niebla gris que se observa en la ciudad y sus alrededores se hizo más espesa esta semana, cuando las condiciones meteorológicas de calor y cero viento provocaron que los niveles de ozono crecieran desproporcionadamente.
Una serie de políticas públicas y condiciones económicas favorables para algunos sectores han fomentado el empeoramiento de la contaminación.
Por un lado, la flexibilidad en la contratación de créditos automotrices ha fomentado el aumento del parque vehicular.
Pero quizá la medida que detonó de forma irreversible el crecimiento de los niveles de contaminación fue la determinación de la SCJN de permitir que los automóviles pudieran acceder al holograma cero sin importar la antigüedad del vehículo, siempre y cuando demostraran que cumplían con el número de emisiones permitidas.
La Corte llegó a esa resolución producto de una serie de amparos promovidos, en el 2014, por diputados locales del PAN de echar abajo el Hoy no Circula sabatino. Cuando la SCJN decidió a favor, el PAN celebró con un spot.
“Las restricciones del programa Hoy no Circula afectaron a muchas personas en su trabajo, en sus ingresos, en su economía y en su tiempo. Gracias a que el PAN se opuso a este programa y apoyó a los ciudadanos con amparos, ahora tu vehículo puede circular todos los días si está en buen estado”, presumía el PAN.
La organización El Poder del Consumidor advirtió sobre el peligro que el Valle de México corría por esta decisión.
“Al no contar con un sistema de verificación supervisado y libre de corrupción, el parque vehicular se disparó en aproximadamente 600,000 vehículos en los últimos 8 meses, sobre un total de más de 5 millones que circulan en el área metropolitana”, expuso la organización.
Esto empeora cada vez más por que cada año se incorporan 250 mil automóviles más a la circulación del Valle de México. En solo 14 años la situación será insostenible.
“Se estima que el parque vehicular en 1990 no alcanzaba los 2 millones de vehículos; para el 2008 ya rebasaba los 5 millones; y se calcula que para el 2020 llegarán a 7.5 millones de coches”, plantea.
En la Ciudad de México alrededor de 4 mil personas fallecen cada año por efecto de la contaminación ambiental. La cifra crecerá exponencialmente si no cambia la política de movilidad.
Problemas de salud
Por la duración de la contingencia ambiental en la Zona Metropolitana del Valle de México, es previsible que en los próximos días crezca el número de enfermos de las vías respiratorias.
Ana Lilia Barrón, médica y catedrática de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM, advirtió que aunque muchos no han sentido los efectos de la contaminación ambiental, esta situación podría cambiar si se sostienen los altos niveles de ozono.
“Cuántos días puede estar una persona sin enfermarse depende de las defensas de cada uno. Pero es previsible que entre más días pasen con esta situación, haya más afectados y empiece a haber más consultas por temas respiratorios, sobre todo”, explicó.
Cuando hay altos niveles de ozono en el ambiente, expuso, lo más afectado son las vías respiratorias tanto superiores (nariz, garganta) e inferiores (pulmones, bronquios), aunque también puede afectarse la piel y el corazón, en personas muy sensibles.
Esto, porque en lugar de que sea suficiente oxígeno el que respiramos, es más bien ozono, un elemento tóxico para el cuerpo humano cuando se encuentra en altos niveles en el ambiente.
“Nos pueden arder los ojos, tenerlos llorosos; también puede darnos comezón en algunas partes del cuerpo; tener picor en la garganta o tos seca; dolor de cabeza y nariz tapada”, apuntó.
En casos de personas sensibles, podrían desarrollarse problemas como alergias, infecciones, ataques de asma o bronquitis.
En quienes tienen ya alguna enfermedad previa en los pulmones o el sistema cardiovascular, la exposición a la contaminación en altos niveles por varios días puede agravar su condición, por lo que es importante tratar de no exponerse.
“Algunas medidas que podemos tomar es no hacer ejercicio al aire libre, si estamos enfermos tratar de no salir a la calle hasta que pase la contingencia o lavarnos las manos muy seguido”, dijo.
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