Como cada Semana Santa, las autoridades pedirán a la población evitar el desperdicio de agua durante el próximo Sábado de Gloria, día en el que miles de mexicanos acostumbraban a mojar, incluso con la ropa puesta, a otros para divertirse, sin embargo, ningún año esta advertencia ha calado más entre la población que este 2024, en el que se espera que llegue el llamado “Día Cero”.
De acuerdo con la fundación The Social Water, el ‘Día Cero’ se refiere al momento en el que una ciudad, estado, país o región se quede sin agua para satisfacer las necesidades básicas de sus habitantes.
Desde antes de que iniciara 2024, a través de redes sociales corrieron numerosas versiones de que este día llegaría para la Ciudad de México a principios de agosto, algo que más tarde fue negado por las autoridades e incluso por candidatos a puestos de elección popular.
No obstante, la Ciudad de México vive una escasez sin precedentes pues el Sistema Cutzamala, que aporta 18 por ciento del agua potable de la CDMX , está al 38.5 por ciento de su capacidad, cuando el año pasado se hallaba a 52.21 por ciento.
El problema
Manuel Perló, experto del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, indicó en una entrevista con la Gaceta de esta casa de estudios que el abastecimiento de agua en la Ciudad de México es como un viejo trasatlántico con numerosas y graves fallas, que no se hundirá pero no es sustentable, eficiente, ni mucho menos equitativo.
De acuerdo con Perló, en la CDMX y su zona conurbada, una de las más pobladas del mundo, hay una crisis permanente respecto al abastecimiento del líquido.
Entre las dificultades que agudizan este problema se encuentran: agotamiento de los recursos, fallas en el abastecimiento de agua, sobreexplotación de acuíferos, escaso tratamiento de las aguas residuales, desaprovechamiento del agua de lluvia y desigual e inequitativa distribución entre la población, entre otros.
“El sistema hidráulico de esta enorme región de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México que también abarca cuatro grandes cuencas (Cutzamala, Lerma, México y Tula) están viviendo desde hace tiempo una situación de crisis permanente.
“Asuntos tan diversos como el agotamiento de los recursos hídricos, fallas en el abastecimiento de agua, la sobreexplotación de los acuíferos, el escaso tratamiento de las aguas residuales, el desaprovechamiento del agua de lluvia, la desigual e inequitativa distribución del líquido entre la población de toda esta gran zona hidráulica que conforman las cuatro cuencas conforman el núcleo central”, explicó Perló.
Respecto a la Ciudad de México, el estrés hídrico, que es cuando la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible, juega un papel importante en este problema.
De acuerdo con la Gaceta de la UNAM, la Ciudad de México es el tercer estado con mayor estrés hídrico en todo el país, con un nivel de 4.9.
La prolongada sequía, que también ha afectado a otros estados de la República como Nuevo León; la ausencia de lluvias y temperaturas mucho más altas de lo habitual, son otras de las causas que se suman al problema de escasez.
Las soluciones
Pese a lo desolador que se muestre el panorama, hay acciones que pueden salvar a México de experimentar el llamado Día Cero.
Uno de los ejemplos más palpables es lo sucedido en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, en 2018, cuando se previó que este sitio se quedaría sin agua para sus habitantes y para los turistas que asiduamente visitaban el emplazamiento.
Desde 2015 se anticipó que la ciudad, en donde habitaban familias que hacían uso de 300 a 400 litros al día, se quedaría sin agua por lo que las autoridades sudafricanas locales impulsaron una serie de acciones para evitar la escasez casi total.
Además de aplicar restricciones al suministro, limitando a cada ciudadano al uso de 50 litros al día, se encargaron 3 plantas de desalinización, perforaron nuevos pozos en zonas urbanas, se impulsó la reutilización del agua, entre otras iniciativas.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el Día Cero podría llegar a México en las próximas décadas, si continúan los hábitos de uso y desperdicio.
Aunque expertos como Perló han dicho no compartir visiones catastrofistas al respecto, han mencionado que el problema será mayor a largo plazo si no se toman acciones correctivas profundas.
“Es un buen momento para adquirir conciencia de la dimensión del problema y, al mismo tiempo, exigir a las autoridades que fijen una posición: que se convierta en uno de los temas nodales de la próxima administración. Que analice y proponga acciones para mejorar el sistema hidráulico de toda esta gran región, buscando soluciones sustentables y equitativas”, señaló Perló.
“De modo que no hay que entrar en pánico. Desde ahora hay que tomar medidas, y utilizar el agua como lo hacen en muchos lugares de la Ciudad de México donde la gente no tiene acceso al recurso. Ellos reciclan el agua”, explicó.
Además de esperar que este año haya más precipitaciones, atender las fugas de manera pertinente es una de las acciones que se pueden impulsar desde el Gobierno para evitar el desabasto, pues en la red de distribución se pierde un porcentaje que oscila entre 35 y 40 por ciento.