A un año de la noche triste

Contra todo pronóstico hace un año Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos. Los ataques contra México no se quedaron sólo en el discurso. Hoy EU está construyendo los prototipos para el muro fronterizo. El magnate no dudó en eliminar el programa DACA y derrumbar el sueño de miles de ‘dreamers’, y el TLCAN está en la cuerda floja
Imelda García Imelda García Publicado el
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Hoy se cumple un año desde que ocurrió lo impensable: fue el día en que el magnate Donald Trump le ganó la presidencia de los Estados Unidos de América a Hillary Clinton.

La noche del 8 de noviembre del 2016 el mundo se sorprendía con el resultado de la elección en EU; para México comenzó entonces una época de incertidumbre en la relación con su vecino del norte.

Fue una noche triste para millones de personas en todo el mundo. Ese día comenzó la era del mandatario que revela sus pensamientos, filias y fobias en tuits y desprecia todo lo que se oponga a su idea de “Hacer grande a América otra vez” -“Make America great again”, su lema de campaña-.

Aunque al principio muchos apostaban a que los ataques contra México quedarían sólo en el discurso, lo cierto es que ya muchas de las acciones prometidas en su campaña están tomando forma.

Se levantaron ya los prototipos para el muro fronterizo; miles de personas han sido deportadas; el TLCAN está en revisión -con la constante amenaza de darlo por terminado-; se eliminó el programa DACA; y está en marcha una propuesta de reforma fiscal que puede afectar al país en sus intereses comerciales.

Durante este año, a partir de que Trump ganó la elección en su país, la relación con México ha sido distante y fría: un solo encuentro entre el mandatario y el presidente Enrique Peña Nieto ocurrió en Hamburgo, Alemania, en el marco de la reunión del G20; de una visita de Estado, ni hablar.

Al interior de EU se ha sentido el cambio de gobierno. Desde la noche en que ganó la elección, la sociedad se dividió y las críticas hacia Trump arreciaron.

Hoy el principal cuestionamiento -que podría llevarlo incluso a enfrentar un juicio- es la injerencia de Rusia en la elección de hace un año; y quizá la mayor preocupación, no sólo de los norteamericanos, sino de la comunidad internacional, es la posibilidad de una guerra con Corea.

El polémico personaje ha transformado el escenario político, social y económico no sólo en EU, sino en la región y en el mundo a lo largo de estos 12 meses. ¿Qué le espera a México en los próximos años?

164,417
Mexicanos fueron deportados entre enero y septiembre de 2016 en el último año de Obama
12,635
Deportados por el gobierno de Barack Obama en 2016 fueron menores de edad
119,710
Personas han sido deportadas de enero a septiembre de este año, según datos de la Secretaría de Gobernación
6,181
Menores de 18 años fueron deportados de enero a septiembre de 2017
72
Niños entre 0 a 11 años de edad fueron repatriados a México este año sin ningún acompañante

 

 

 

El muro: de la amenaza al prototipo

Desde la óptica de Trump, el muro fronterizo protegerá a EU de la migración indocumentada y del crimen organizado

Donald Trump declaró la guerra contra los migrantes –especialmente mexicanos- desde el primer día de su campaña electoral.

Fue uno de los ganchos que lo hizo ganar millones de votos. El discurso de los migrantes indocumentados que llegan a Estados Unidos a robar los empleos de los ciudadanos de ese país conquistó los oídos de cientos de miles de trabajadores que viven en el desempleo en muchas zonas de la Unión Americana.

Una vez que ganó la elección, Trump enfocó sus energías a combatir la migración indocumentada y lo hizo desde varios frentes.

El más imponente es la construcción del muro fronterizo que pretende instalar a lo largo de toda la frontera entre México y Estados Unidos.

Tan pronto como asumió el mando, el 20 de enero del 2017, Donald Trump comenzó a trabajar para construir el muro fronterizo.

Su argumento continuó inamovible: desde su visión, la barda protegerá a EU no sólo de la migración indocumentada, sino del crimen organizado.

Hoy, los ocho prototipos del muro ya se erigen en la frontera de San Diego y Tijuana.

Las construcción comenzaron a finales de septiembre y se extendieron por un mes. Cuatro de estas muestras son de hormigón y acero; los otros cuatro son de concreto. Miden 9 metros de alto por 9 de ancho y fueron colocados en la zona de la Mesa de Otay, frente a la pared de lámina que hoy separa a ambos países en ese lugar entre California y Baja California.

Ahora, los prototipos están en proceso de secado y después, durante dos meses, serán sometidos a todo tipo de pruebas: serán escalados, martillados, cincelados y quemados; se buscará escarbar por debajo de ellos y se intentará penetrarlos a como dé lugar.

La consigna es clara: el muro debe ser impenetrable pero estético para el lado norteamericano.

Así, lo que muchos consideraban imposible, una fantasía o una ocurrencia hecha al calor de la campaña, hoy poco a poco va tomando forma.

Menos deportaciones

Paradójicamente, la comunidad indocumentada vivió un tiempo más difícil con Obama que con Trump; sin embargo, las primeras deportaciones de la era Trump no estuvieron exentas de polémica

Aunque entre la comunidad indocumentada se vivió una ola de terror cuando Donald Trump protestó como presidente de Estados Unidos, lo cierto es que las deportaciones son menos masivas de lo que eran con Barack Obama.

Según datos de la Secretaría de Gobernación mexicana, entre enero y septiembre de este año fueron deportadas un total de 119 mil 710 personas, de los cuales 6 mil 181 eran menores de 18 años.

De estos menores, 72 de ellos tenían entre cero y 11 años de edad y fueron repatriados a México sin ningún acompañante.

En cambio, en el último año de Barack Obama, entre enero y septiembre del 2016 fueron deportados 164 mil 417 mexicanos –en todo el 2016 se deportó a 219 mil 905 personas-; de ellos, 12 mil 635 eran menores de 18 años –casi el doble que con Trump-.

Durante todo el 2016, el número de menores de 11 años deportados solos, sin alguien que los acompañara, fue de 185.

Paradójicamente, la comunidad indocumentada vivió un tiempo más difícil con Obama que con Trump.

Sin embargo, las primeras deportaciones de la era Trump no estuvieron exentas de polémica.

El primer caso altamente mediático ocurrió en febrero, apenas 20 días después de la toma de protesta de Trump. Fue la deportación de Guadalupe García de Rayos, una mujer de 36 años que llevaba 22 viviendo como indocumentada en Estados Unidos.

Guadalupe había sido detenida en el 2008 durante una redada en su trabajo, en Arizona. Fue detenida por seis meses y luego liberada, aunque tenía que ir regularmente a la oficina del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) para saber cómo iba su caso.

A principios de febrero, Guadalupe fue a la oficina de ICE y ahí fue detenida para ser deportada. Activistas y familiares se plantaron a las afueras de donde se encontraba en detención; uno de ellos, incluso, se encadenó a la llanta de la camioneta donde iba a ser trasladada a México.

Unos días después, Guadalupe fue deportada, pero ya se había convertido en el símbolo de la resistencia contra la política antiinmigrante de Donald Trump.

Adiós al  DACA

El programa de migrantes protegía de la deportación a los jóvenes de hasta 31 años que llegaron antes de los 16 años a EU, al considerar que ellos no entraron ilegalmente al país

Aunque las deportaciones fueron menos numerosas este año que con Barack Obama, hubo un programa de protección a migrantes indocumentados que no sobrevivió ni al primer año de gobierno de Donald Trump: la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés).

Lanzado en el 2012, durante la Administración de Barack Obama, el DACA es un programa que protegía de la deportación a los jóvenes de hasta 31 años que llegaron antes de los 16 años a EU, al considerar que ellos no habían cometido el delito de entrar ilegalmente al país, sino que fueron llevados por su familia.

Al inscribirse al DACA, estos jóvenes –llamados “dreamers”- tenían acceso a un permiso de trabajo temporal, un número de seguro social, identificación y licencia del estado de residencia y seguro médico; debía renovarse cada dos años.

El sueño de los dreamers terminó en septiembre pasado. El gobierno de Trump anunció la cancelación del programa, por lo que ya nadie puede inscribirse y los beneficios para los inscritos concluirán en marzo del 2018.

Esta cancelación afecta a alrededor de 800 mil dreamers, más de 620 mil son mexicanos. A diferencia del año pasado, hoy estos jóvenes sólo desean que no comience una “cacería” contra ellos, pues al tener todos sus datos registrados, pueden ser presa fácil para una rápida repatriación a México.

Reforma fiscal pegará a México

La administración de Trump propuso reducir el Impuesto Sobre la Renta a las empresas y estimular a las compañías a volver a EU

El gobierno de Trump envió al Congreso de Estados Unidos una propuesta de reforma fiscal que, aunque se aplicará en ese país, podría pegar a México.

La Administración de Trump propuso reducir el Impuesto Sobre la Renta a las empresas, que pasaría de un 35 por ciento a un 20 por ciento; y se estimulará que las compañías que estén en el extranjero vuelvan a EU.

Tan sólo estas dos medidas pegarán directo a México, donde el pago de impuestos será mayor que en Estados Unidos.

En México las empresas pagan un impuesto del 30 por ciento, pago de utilidades, el impuesto a los dividendos y las prestaciones que dan a sus trabajadores, mismas que dejaron de ser deducibles con la reforma fiscal del 2014.

De aprobarse la reforma en EU, de inmediato México dejaría de ser competitivo para la llegada de nuevas inversiones. Esto significaría no sólo que no llegarán nuevas empresas, sino muchas de las que están establecidas en el país podrían marcharse, dejando sin empleo a miles de personas.

La propuesta está en el Congreso de EU, que pronto deberá resolver esta nueva medida que afectará a México, como muchas otras que ha adoptado Trump en los primeros 10 meses de su gobierno.

TLCAN, amago constante

Los temas que han provocado una mayor tensión en la renegociación entre los tres países son los que Estados Unidos ha puesto en la mesa, uno es que el Tratado se extinga de forma automática cada cinco años

Otra de las promesas que constantemente hacía Donald Trump durante su campaña era que cancelaría el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el acuerdo comercial que comparten México, Estados Unidos y Canadá. Y aunque no lo ha cancelado, hoy el Tratado ya está en revisión.

Apenas cuatro meses después de haber asumido su cargo, a mediados de mayo, Trump notificó al Congreso de su país sobre su petición para renegociar el TLCAN.

A partir de entonces, en el vecino país del norte se abrió un periodo de 90 días de consultas con los sectores productivos; en México también comenzó la preparación para la renegociación.

Han ocurrido cuatro rondas de negociación entre los equipos designados por cada uno de los tres países; sin embargo, el amago de Trump ha sido constante.

Desde su punto de vista, el Tratado ha sido desastroso para la Unión Americana y México ha sido el más beneficiado por el acuerdo comercial.

Tanto, que Estados Unidos tiene un déficit multimillonario en sus importaciones, por lo que el mandatario se ha empeñado en amenazar una y otra vez en que su país dará por terminado el TLCAN si México no cumple ciertas condiciones.

Ante las amenazas de Trump, el Ejecutivo mexicano sólo ha atinado a responder que el país se levantará de la mesa si las negociaciones dejan a México en una posición vulnerable.

Los temas que han provocado una mayor tensión entre los tres países son los que Estados Unidos ha planteado en la mesa: primero, que el Tratado se extinga cada 5 años de forma automática a menos que haya un proceso de renegociación y una firma de ratificación de los socios.

Busca también que los automóviles tengan una mayor cantidad de piezas producidas en ese país para poder tratarlos como productos locales; y eliminar el mecanismo de resolución de conflictos contenido en el capítulo XX del Tratado.

El gobierno mexicano ha criticado que la propuesta de Estados Unidos sea “en blanco y negro” y sin ningún matiz, por lo que en las mesas de negociación se busca que haya un consenso.

La quinta ronda de negociaciones tendrá lugar en la Ciudad de México entre el 15 y el 21 de noviembre. En ella se tratará, entre otros temas, el asunto laboral: tanto Canadá como Estados Unidos han puesto sobre la mesa la necesidad de que en México se incremente el salario de los trabajadores, postura que ha sido rechazada por el país.

A pesar de que se habían fijado las expectativas para terminar las negociaciones en el mes de diciembre, lo complicado de los temas hará que se alarguen los trabajos hasta el año entrante.

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