[kaltura-widget uiconfid=”38728022″ entryid=”0_b62reo2p” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] El sueño de muchos niños mexicanos es poder convertirse en jugadores de futbol. Anhelan con ser estrellas y anotar goles en grandes estadios. Su pasión es casi hereditaria y su deseo es poder representar a la nación en un mundial. Portar con honor la playera tricolor y así demostrar que los sueños se pueden alcanzar.
A pesar de que en México se podría considerar al futbol como el “deporte nacional”, nunca se ha destacado a nivel mundial por tener a los jugadores más preparados ni mucho menos a la selección más poderosa. Siempre, como dirían varios aficionados, “nos quedan a deber”.
La Copa Mundial Rusia 2018 ha llegado y con ella regresa la esperanza de que la selección mexicana ahora sí pueda llegar al tan esperado quinto partido que desde 1986 no ha podido conseguir.
Si recordamos el mundial de 1970 que se realizó en México, la selección jugó los cuartos de final, pero sin llegar a un quinto partido. Esto pasó por la distribución de los equipos que en ese entonces eran menos por lo que no fue un quinto partido como tal, sino más bien se jugó una especie de cuartos de final.
Para Alejandro Byrd Orozco, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, la idea del quinto partido se deriva más como una filosofía taurina en la que no hay quinto malo, ya que está enraizada en el imaginario social como una aspiración con tonos ancestrales y que refleja lo que siempre nos ha pasado como sociedad mexicana, aspiramos a algo que no va a pasar, pero que nos permite mantener una esperanza.
De acuerdo con datos de Consulta Mitofsky, 58 por ciento de los adultos mexicanos son aficionados a este deporte, es decir, que más de la mitad del país estará al pendiente de lo que pase en Rusia 2018 y en especial con la selección.
Muchos de ellos, de acuerdo con Byrd, piensan genuinamente que México puede ganar el mundial, están seguros de que con un poquito de suerte nuestro país se convertirá en campeón del mundo, lo que demuestra que este anhelo se convierte en una especie de cielo lejano.
“Es como decir que cuando yo me muera seré feliz porque estaré en un paraíso, cuando ganemos el quinto partido o seamos campeones del mundo seremos felices, es siempre posponer mi estado actual emocional por un futuro improbable, pero que me hace pensar que el mañana puede ser mejor de lo que es el presente ahora”, sentencia el académico de la UNAM.
Un juego manipulado
El futbol a nivel mundial, sin duda, es uno de los negocios más lucrativos y rentables. Genera billones de dólares gracias a la pasión de las personas, al amor y la lealtad por una playera que nos representa y que nos une hasta las lágrimas, pues detrás de los colores se esconde la identidad de un equipo y eso tiene una explicación sociológica.
La Teoría de las masas asegura que el espectador o el aficionado, pierden su individualismo y se convierten en una colectividad, en una masa que se vuelve fácil de manipular por otras esferas de la sociedad.
“Hablando desde un punto de vista deportivo, en este caso del futbol, tendríamos un problema grave en el sentido de que podría manejarse el quinto partido como un estrategia para poder tener control sobre las masas y que los aficionados sigan esperando y anhelando ese juego”, afirma Eduardo Mateo Cruz, académico de la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM.
Para él es como una “construcción un tanto maquiavélica” en la que distintos sectores de la sociedad juegan con la esperanza de los aficionados para sacar algún beneficio del tan anhelado deseo.
“Eso es lo que tiene ahorita a todos los mexicanos enganchados, es como cuando ves una película o telenovela, siempre esperas el final feliz y es lo que te mantiene atento a todo la trama, aunque sea un tanto aburrida, ya llegas y ves el final feliz y sales contento”.
¿Y si llegamos al quinto partido?
Euforia, felicidad, alegría y orgullo serían los principales sentimientos que ese logro desataría en los aficionados mexicanos y por qué no, también en todos ellos que han mostrado un interés por este deporte.
Byrd Orozco está seguro que ese suceso generaría un movimiento profundo de conciencia en el cual se formarían dos grupos.
Por un lado estarían los que van a decir: “yo lo sabía, siempre lo dije, bola de desconfiados que no creían en su país, ahí estamos en el quinto partido, sí se pudo”.
Además ese supuesto triunfo alentaría más los deseos de pasar a semifinales y obviamente ganar la copa mundial.
“Sería una especie de contagio colectivo porque en el otro grupo estaría la gente que siempre decía que eso era improbable, los realistas, habría gente que se empezaría a pasar al primer grupo para decir que en efecto estaban equivocados, que hay milagros, y entonces habría un especie de tendencia común a enaltecer, cómo si hiciera falta, a estos profesionales de la fiesta y el juego que cada cuatro años nos hacen albergar esperanza por dedicarse al deporte de todos, al deporte nacional, al deporte que si se pudieran quitar todos los demás, eso habría que hacer”, comenta con sarcasmo Byrd.
Y pone como ejemplo aquellos países que por primera vez han llegado a un mundial. A través de los medios de comunicación se ha podido ver cómo se ha convertido en una fiesta nacional, como si con eso se resolvieran los problemas del día a día que existen en cada una de las naciones.
Por su parte, Mateo recalca que ese efecto positivo sería momentáneo, así como llega se puede ir, no duraría siempre, pero serviría para mitigar el desencanto general que vive la sociedad mexicana por culpa de las promesas incumplidas que no sólo se viven de parte del deporte, sino también de la política.
Lo cierto es que también ese triunfo podría abrir nuevos canales de inversión porque la selección nacional tendría más valor por llegar al quinto partido, dado que el futbol es un espectáculo y se vende como tal, por supuesto abría un impacto económico en términos de la promoción. También hay algunos índices que miden el nivel de felicidad y que aseguran que a mayor felicidad, mayor productividad tanto laboral como escolar.
Lo peligroso del asunto, destaca Byrd, sería la sensación que dejaría para el futuro, ya que provocaría un mayor de deterioro social en el que se asentaría más la idea de que no son capaces por ellos mismos de conseguir algún éxito y por ello tienen que admirar y rendirles pleitesía a los que sí lo hacen.
No perder la meta
Para los académicos es preocupante que la sociedad mexicana, en muchos casos, muestre más preocupación por lo que sucede en una cancha de futbol que en el sector político o económico de la nación.
“Como ejemplo tenemos la famosa fiesta en la que se vieron involucrados varios de los jugadores de la selección, donde se armó todo un alboroto en las redes sociales, los espectadores criticaban a los futbolistas por irse a una fiesta antes del mundial.
Es preocupante que como mexicanos demandemos más de un partido de futbol que de los propios aspectos políticos, sobre todo porque finalmente el partido de futbol es sólo un negocio, una herramienta de manipulación y más en este momento que tenemos mundial y elecciones presidenciales”, dice Mateo.
El espectador deja de ser él mismo y comienza a verse a través del espejo de otro, todo se vuelve aspiracional.
“Debemos dejar de ser un público seguidor de estos fenómenos y volvernos protagonistas de nuestra propia vida”, finaliza Byrd.
El futbol en la literatura: la eterna esperanza
Brincar el miedo del quinto partido, superar el estigma de que Hugo Sánchez se quedó en la banca en USA 94 por orden de Miguel Mejía Barón, olvidar el insensato arrebato de Rafael Márquez al dar un cabezazo injustificado a Cobi Jones logrando su expulsión inmediata.
México y su selección nacional están plagados de errores del pasado que le impiden avanzar en la memoria colectiva del aficionado, todo se queda en un “ya casi”, “por poquito”, “ya merito”.
Bajo estos pretexto es que la editorial Sexto Piso invitó a 12 escritores a narrar distintas hazañas del balompié y publicar “Breve historia del ya merito”, en el que se recapitulan distintos episodios de la caída del equipo nacional en los mundiales.
“La idea fue de mi hermano Eduardo y decía ‘¿cuándo vamos a empezar el acto de la desmemoria y empezar a olvidarnos de todos los mundiales que ya vivimos y empezar a pensar que ahora sí vamos a llegar al famoso quinto partido?’ Se ha convertido en una especie de ritual”, comenta Diego Rabasa, director de la casa editorial independiente.
Para él era muy claro, reunir textos que fueran objetivos y empezar a dejar atrás las fallas deportivas y generar una nueva esperanza e ilusión nacional por la selección mexicana.
“El libro fue como una especie de: vamos a documentar esa historia y de alguna forma, a pesar de todo eso, hacer una apología del derecho a seguir creyendo lo que se te dé la gana cuantas veces quieras, a pesar de que sabes que ese ciclo termina en la decepción, que pasa por despotricar y por el despecho”, explica en entrevista.
“Breve historia del ya merito” cuenta con la opinión de Juan Villoro, Guillermo Fadanelli, Claudia Domingo, Daniela Tarazona, Juan Pablo Villalobos, Raúl Vilchis y más personalidades afines al futbol mexicano, la edición fue hecha por Rodrigo Márquez Tizano.
Avanzar para tropezar
México hace cosas de chiripa en los mundiales, situaciones improbables que nadie hubiera esperado posibles, que se aplauden por el mérito, pero luego caen en el olvido por la derrota trágica.
“También tiene una característica bastante gitana el equipo mexicano, puede ir a Brasil y sacarle un empate de local en el mundial pasado, puede ganarle a Italia como cuando pasó en Estados Unidos 94, ha hecho muchas cosas improbables”, reconoce Diego Rabasa, editor de Sexto Piso.
Sin embargo para el encuentro futbolístico a celebrarse en Rusia a partir de ayer, Rabasa, prevé que la selección no tendrá una participación destacada.
“Ahora sí me faltan elementos de la realidad para construir la fantasía, como que no se ve mucho por dónde, pero bueno, ya veremos (…) el ciclo va a llegar cuando eliminen a la Selección Mexicana que, mucho me temo, en este mundial será antes que en los anteriores”, comparte.
Ante la pregunta de cómo México puede ir tras la victoria y trascender en un mundial, Rabasa suspira de manera honda antes de responder y va tras una sola palabra: renacer.
“El futbol de alguna forma es un crisol un poco representativo de la vida institucional de México. Se genera mucho dinero, pero se usa muy mal y se distribuye peor, se queda en manos de unos cuantos pero no alcanza a generar una industria acorde al tamaño presupuestal que tiene”, equipara el director de Sexto Piso.
“Termina todo medio diluyéndose en esta parafernalia corporativa que es el futbol, donde pareciera que el deporte queda hasta el final”, puntualiza.