El 27 de agosto de 1968, hace 50 años, tal y como habían advertido los integrantes del Movimiento Estudiantil, los jóvenes hicieron suyo el Zócalo de la Ciudad de México, sin embargo, fueron obligados a retirarse por elementos del Ejército Mexicano, quienes temían que los muchachos montaran un campamento frente a Palacio Nacional.
La manifestación se dio en un momento en el que funcionarios del Gobierno del Presidente Gustavo Díaz Ordaz habían llamado al diálogo con los líderes del Movimiento.
La marcha dio inicio poco después de las cinco de la tarde, en el Museo de Antropología e Historia, y se calcula que a ésta asistieron entre 300 mil y 400 mil personas; en la parte final de la caravana podía verse a un contingente de las madres de estudiantes heridos durante el conflicto.
Se calcula que en el Zócalo la marcha era esperada por cerca de 15 mil personas; a las 18:50 horas comenzaron a escucharse las campanas de la Catedral Metropolitana.
De acuerdo con información del diario Excélsior, el sacerdote Jesús Pérez permitió a los estudiantes entrar al templo para tocar sus campanas.
A las 19:20 horas la retaguardia de la marcha ni siquiera había iniciado su camino, y en el Zócalo los manifestantes exigían la liberación de presos políticos.
Fue entonces que un grupo de jóvenes decidió izar una bandera rojinegra en el asta bandera, lo que fue considerado por autoridades como un acto de provocación.
Entre reclamos y poemas de estudiantes presos en Lecumberri transcurrió el mitin en el Zócalo.
En ese sitio se registró la presencia de jóvenes que trataron de realizar pintas y colocar pancartas en Palacio Nacional, pero cuyas acciones fueron rechazadas por el resto de los activistas.
Hacia las 9:20 horas, comenzó a verse a muchachos colocando tiendas de campaña en la plancha del Zócalo; el plan era que alrededor de 3 mil permanecieran en ese lugar hasta que se diera una solución a sus demandas.
Las actividades se extendieron hasta los primeros minutos del 28 de agosto; a la 1:05 horas de ese día, desde Palacio Nacional se exhortaba a estudiantes a retirarse.
En ese momento entró el Ejército por las calles de Pino Suárez y Monea, acompañados de tanques ligeros que transitaron por Seminario y Moneda.
Testigos afirmaron que los soldados portaban bayonetas, y que los vehículos militares destruyeron los campamentos de los chicos.
Mientras algunos estudiantes decidieron retirarse por la calle de Madero mientras gritaban “¡México, libertad!”, otros trataron, inútilmente, de exigir que parara el andar de los tanques tirándose a su paso o subiendo a estos.
Nadie quedó en el Zócalo. Algunas versiones apuntan a que jóvenes fueron perseguidos hasta la Torre Latinoamericana y las inmediaciones de la calle Bucareli, en donde fueron golpeados.