La Organización Mundial de la Salud (OMS) no solo está preocupada por los efectos que puedan tener los cigarrillos electrónicos en los usuarios, sino también en los usuarios “pasivos”.
A pesar de que la regulación de los llamados e-cigarettes se ha quedado atrás en comparación con el rápido aumento global de su uso, la OMS dijo ayer que –por lo pronto– se deben tomar acciones preventivas.
La reglamentación “es una premisa necesaria para sentar una base científica que permita juzgar los efectos del uso y para garantizar que se realizan las investigaciones apropiadas, se protege la salud pública y se concientiza a la gente acerca de los riesgos y beneficios potenciales”, señaló el organismo en un informe.
Por lo anterior, urgió a sus 194 países miembros a que no permitan su uso en espacios cerrados hasta que se demuestre que el vapor de nicotina exhalado no es dañino para terceros.
Pidió además que se prohíba su venta a menores de edad y se reduzca al mínimo la publicidad y promoción.
Según la dependencia de la ONU, existen más de 400 marcas de cigarrillos electrónicos, un mercado global de 3 mil millones de dólares.
Apenas el domingo pasado la American Heart Association (AHA) advirtió que los e-cigarettes deben ser el último recurso para dejar de fumar, pues aún no se sabe si estos tienen consecuencias negativas para la salud pública.