¿Y los niños?

Cerca de 500 menores presuntamente víctimas de abuso sexual, físico y psicológico fueron rescatados este miércoles del reconocido albergue de Rosa del Carmen Verduzco o “Mamá Rosa”, conocido como “La Gran Familia”, en Zamora, Michoacán. 

En el operativo que realizó la Policía Federal y el Ejército Mexicano fueron rescatados, además, seis bebés, 50 mujeres y 109 hombres adultos.

Eugenia Rodríguez Eugenia Rodríguez Publicado el
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Cerca de 500 menores presuntamente víctimas de abuso sexual, físico y psicológico fueron rescatados este miércoles del reconocido albergue de Rosa del Carmen Verduzco o “Mamá Rosa”, conocido como “La Gran Familia”, en Zamora, Michoacán. 

En el operativo que realizó la Policía Federal y el Ejército Mexicano fueron rescatados, además, seis bebés, 50 mujeres y 109 hombres adultos.

Las autoridades aseguran que los menores eran obligados a vivir bajo condiciones insalubres, de hacinamiento y, entre otros horrores, a realizar favores sexuales. Se les encerraba, como castigo, por tiempos prolongados en un espacio reducido conocido como “El Pinocho”, donde eran privados de agua y alimento. 

La privación de la libertad, las condiciones deplorables, los maltratos físicos y psicológicos a los que eran sometidos los habitantes de la casa-hogar administrado por Mamá Rosita, de 79 años, fueron evidenciados en los extractos de las primeras 12 declaraciones de las víctimas dados a conocer ayer por La Procuraduría General de la República (PGR), en conferencia de prensa. 

Presuntamente, los niños también eran obligados a pedir limosna en las casas y calles, y a trabajar en la institución sin remuneración económica. 

Y es que independientemente de los tipos de maltrato a los que los menores se hayan sometido, la realidad es que exponerse a estas experiencias cobra factura a largo plazo en la salud mental de las víctimas. Además, está demostrado que el maltrato infantil es un factor de riesgo importante para desarrollar distintos padecimientos, entre ellos trastornos mentales o el uso y adicción de sustancias.

Secuelas de por vida

Tomás Zerón de Lucio, director en jefe de la Agencia de Investigación Criminal de la PGR, indicó que personal del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y del DIF estatal brindará atención psicológica y apoyo a las víctimas. 

A la par, la Secretaría de Gobernación se hará cargo de ofrecer seguridad psicológica, además de seguridad jurídica, médica, pedagógica y de trabajo social.

Y es que el tratamiento para las víctimas de abuso sexual es clave para su recuperación, sobre todo si se trata de niños. Una revisión de poco más de 100 estudios sobre la relación entre el abuso físico, maltrato emocional o negligencia y varios efectos en la salud física y mental, y cuyos resultados fueron publicados en 2012 en la revista científica PLoS ONE, demostró que las víctimas de abuso psicológico tenían el triple de riesgo de desarrollar un trastorno depresivo que quienes no fueron abusados. 

“Otros trastornos de salud mental asociados con el abuso físico, maltrato emocional o negligencia incluyen trastornos de ansiedad, abuso de drogas y la conducta suicida”, concluye el estudio. Y aquellos que de niños fueron víctimas de otro tipo de maltrato que no fuese sexual también eran más propensas a contraer enfermedades de transmisión sexual o a involucrarse en conductas sexuales de riesgo que su contraparte.

Otra de las secuelas en sobrevivientes de abuso sexual infantil es el trastorno de estrés postraumático (TEPT), que pueden desarrollar tanto aquellos que fueron víctimas de un suceso trágico, como quienes solo fueron testigos del mismo. 

Veteranos de guerra, personas que vivieron en cautiverio, víctimas de secuestro, accidentes graves o desastres naturales, por ejemplo, son algunos de los candidatos a desarrollar TEPT. Y desde luego, las víctimas de violación.

De acuerdo al Centro Nacional para el TEPT del Departamento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos, los niños pueden mostrar síntomas de TEPT como comportarse de forma nerviosa, sufrir pesadillas, mostrar temores y preocupaciones, perder habilidades anteriormente aprendidas y actuar como si fueran más jóvenes de lo que son, como “(…) empezar a mojar la cama o lamerse el dedo pulgar”, señaló el sitio oficial.

Quienes sobrevivieron a un abuso sexual pueden mostrar conductas de tipo sexual que no se esperarían de un niño, como actuar de manera seductora. Luego están los extremos. Hay niños que externalizan su trauma comportándose de forma cruel con otros, mientras que otros internalizan su malestar y se deprimen. “Pueden alejarse de los niños o la familia. Otros niños o adolescentes podrían tratar de lastimarse o incluso quitarse la vida”. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que, cuando el estrés que sufren los niños por maltrato se lleva el extremo, éste puede “(…) alterar el desarrollo de los sistemas nervioso e inmunitario”. Lo que los vuelve vulnerables a sufrir, en la edad adulta, problemas conductuales, físicos y mentales como los anteriormente mencionados, además del consumo de tabaco y obesidad. Incluso son igual de propensos a perpetrar actos violentos que sufrir los mismos. 

Maltrato a detalle

La PGR reportó que el testimonio de una de las víctimas destacó que, además de que sufría golpes en la cara con varas que se utilizaban en la clase de música, un hombre lo obligaba a realizarle sexo oral. Y si se negaba, el sujeto lo amenazaba de matarlo y extraerle los órganos para venderlos. 

Otra de las víctimas dijo que fue retenida en el albergue contra su voluntad desde los 18 años y sufrió abuso sexual por parte de uno de los administradores. Quedó embarazada. Para que la misma abortara, el acusado la golpeó en el vientre en varias ocasiones. Y confirmó lo que ya era más que evidente: en el albergue, los menores sufrían de golpes y abusos sexuales. 

Y, supuestamente, cuando las mujeres daban a luz en la casa de Mamá Rosita, los bebés eran registrados como hijos de la fundadora, sin permitir que los padres biológicos exigieran la tutela, como fue el caso de una joven que aseguró que solo podía ver a sus dos hijas cada dos meses, durante tres horas. 

Cuando se dirigió a Mamá Rosa para decirle que le ofrecía 10 mil pesos para recuperar a sus niñas, esta le contestó:  “junta el dinero y me llamas”, relató en conferencia de prensa Zerón de Lucio.

La Procuraduría también aludió al testimonio de otra víctima que dio cuenta de la pobre calidad de vida que se les ofrecía en “La Gran Familia”, que opera desde 1947, y que alberga aproximadamente a 600 personas, desde recién nacidos hasta personas que rebasan los 40 años de edad, detalló la PGR. 

No solo se les sometía a abusos físicos con un palo de madera, sino que también se les daba alimento en mal estado, que incluso contenía cucarachas. Dormían en el suelo, entre plagas. 

“(…) déjenme decirles que había ratas, chinches, pulgas…”, dijo Jesús Murillo Karam, procurador General de la República, en conferencia de prensa.

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