Volar en primera clase sale caro
Volar en primera clase tiene un precio que no solo paga el pasajero, sino también el medio ambiente. Darse este lujo deja una huella de carbono que puede ser seis, o más, veces mayor que la que deja un asiento de avión en clase económica, revela un estudio realizado por el Grupo del Banco Mundial (WBG, por sus siglas en inglés).
Eugenia RodríguezVolar en primera clase tiene un precio que no solo paga el pasajero, sino también el medio ambiente. Darse este lujo deja una huella de carbono que puede ser seis, o más, veces mayor que la que deja un asiento de avión en clase económica, revela un estudio realizado por el Grupo del Banco Mundial (WBG, por sus siglas en inglés).
¿La razón? Los asientos de primera clase son más amplios, por lo que dejan más espacio libre. Y no todos estos asientos suelen ocuparse –a diferencia de los de la clase económica– lo que se traduce en un mayor gasto de combustible por parte de la aerolínea.
“Entonces, con más viajeros en un vuelo determinado, la ‘huella’ por pasajero disminuye”, explicó Jon Strand, economista del Banco Mundial, en un blog de la organización.
Además, los pasajeros que viajan en primera clase también tienden a llevar más equipaje. Y un pasajero de clase de negocios ocupa en promedio entre 2.5 y 3 veces más espacio que un pasajero de clase turista.
Strand señaló que medir la huella de carbono de los viajes aéreos de negocios es crucial, ya que, al menos para el Banco Mundial, constituye la mayor parte del total de emisiones energéticas de gases de efecto invernadero: “por lo menos 55 por ciento, y quizá hasta un 70 por ciento”.
El WBG estima que tras eliminar la primera clase en los vuelos de sus empleados realizados entre 2009 y 2012, la organización redujo su huella de CO2 en alrededor de 20 mil toneladas.