Vive el erotismo y el honor en la obra de teatro “Mizoguchi y el Templo de la belleza”

Temas como la muerte, la belleza y la eternidad serán puestas en escena en Mizoguchi y el Templo de la belleza, obra que llega al Teatro La Capilla bajo la dirección de Carlos Virgen. En entrevista, cuenta que se esta pieza habla sobre los temores y deseos profundos de la humanidad
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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En 1950 existió un hombre, Hayashi Yoken, quien al obsesionarse con la belleza del Pabellón Dorado, ubicado en el Templo de Kinkakuji, en Kioto, intentó suicidarse dentro de este espacio prendiéndole fuego para no estar sujeto a la decadencia del paso del tiempo.

Sin embargo, fue sentenciado a siete años de prisión e ingresó a un psiquiátrico de  Tokio, donde se le diagnosticó esquizofrenia, mientras tanto, el templo resurgió de sus cenizas.

Esta es la premisa de la novela El Pabellón de Oro, del escritor Yukio Mishima, que fue retomada por el dramaturgo Carlos Virgen para llevar a escena Mizoguchi y el Templo de la belleza, pieza teatral que tendrá funciones los viernes de mayo en La Capilla.

“La obra, en general, habla de esa condición humana, de querer ser completos, bellos, eternos, y en algún momento en la vida, darnos cuenta que eso es una imposibilidad y que lo cual también puede llevar a la locura como sucede con el personaje principal de Mizoguchi”, cuenta Virgen a Reporte Índigo.

La obra Mizoguchi y el Templo de la belleza se llevará a cabo los viernes de mayo, en La Capilla, a las 20:00 horas

Para el dramaturgo, era indispensable contar esta historia de una de las novelas clásicas de la literatura japonesa. El dramaturgo leyó esta novela a sus 20 años, inmediatamente, supo que, en algún momento, tenía que llevarla al teatro.

Ahora, a sus 46 años, confiesa que tiene una reflexión mucho más profunda e intensa con la literatura, por lo que era el momento idóneo para hablar de temas como la muerte, el honor, el erotismo y la imposibilidad de alcanzar la eternidad.

“Hago una adaptación libre y retomo textos de Georges Bataille como el ensayo de Las lágrimas de Eros. Estas preguntas que planteo nos llegan a todos, para mí implicó una investigación de cuatro años; tuve que hacer varias versiones hasta que finalmente me convenció el texto; tengo formación como filósofo y soy fanático de Mishima, entonces tenía todo el bagaje para entrarle a estos temas”, detalla Carlos Virgen.

Un acercamiento a la cultura oriental

Por su parte, para el actor Horacio Trujillo implicó un proceso bastante arduo y complejo, pues además de adentrarse al universo de Mishima y a una cultura distinta, distantes en ciertos puntos, también fue desarrollarse dentro de la práctica Butoh.

“Cuando Carlos me comentó sobre la adaptación, me pareció que era algo muy complejo de llevar a escena, eso fue lo que me pareció atractivo, porque significaba adentrarme a lo desconocido.

“Si bien, los actores y actrices tenemos entrenamiento, hubo que trabajar más en la estilización del movimiento corporal para la escena. Hay que recordar que la danza Butoh, uno de los aportes de Japón al teatro y danza después de la Segunda Guerra Mundial, se origina a partir de los textos de Mishima, entonces, sin ser ejecutantes, teníamos que darle ese tono, color y expresión corporal”, sostiene Trujillo.

El dramaturgo y el actor coinciden que esta obra cuenta el camino que persigue Mizoguchi por alcanzar ideales como el de la belleza o el honor, pero que son inalcanzables. Incluso, Carlos Virgen rescata el término de la incompletud, es decir, la sensación de no estar completos.

“Podemos identificarnos, a pesar de que partimos de un texto que proviene de otra época y cultura, pero que nos atañe y pertenece a todos”
Horacio TrujilloActor

“Tiene que ver con la condición humana, la aspiración constante, tanto a nivel individual o colectivo, de ser perfectos, eternos, y aspirar a más. Eso nos lleva a construir conceptos como el arte y la belleza, pero que están expresando esa sensación de estar buscando constantemente esa otra parte, eso que no sabemos bien, pero que nos hace falta”, concluye Virgen.

Sinopsis

La acción comienza en 1970, cuando un hombre llamado Mizoguchi regresa para estar presente en el funeral de su madre. Han pasado 20 años desde que prendió fuego y destruyó El Templo Dorado.

El delirio comienza cuando la madre lo interpela desde el umbral que divide la vida y la muerte. Mizoguchi revive su obsesión por el Templo Dorado, las motivaciones nihilistas que lo llevaron a destruirlo, las razones por las que decidió no suicidarse en el último momento.  

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