Víctimas y caprichosas

¿Imaginas una sociedad cargada de progesterona? ¿Un mundo segmentado y fragmentado entre ambos sexos? ¿Un mundo exclusivamente por y para las mujeres? Gracias a ciertas prácticas, ahora está muy cerca de ser posible.

María Alesandra Pámanes María Alesandra Pámanes Publicado el
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2.1
es el porcentaje de mujeres que han sido violadas

¿Imaginas una sociedad cargada de progesterona? ¿Un mundo segmentado y fragmentado entre ambos sexos? ¿Un mundo exclusivamente por y para las mujeres? Gracias a ciertas prácticas, ahora está muy cerca de ser posible.

En México, las mujeres no pedimos un caprichoso autobús con asientos rosas y un modelo fornido al volante, sino medios de transporte exclusivos para nosotras en los que no se atente contra nuestro cuerpo, dignidad e integridad durante el traslado al trabajo.

Pedimos ante todo respeto y la erradicación del abuso y la violencia de cualquier índole.

Ataduras invisibles nos impiden caminar libremente en las calles, lo que hace que, para las 7 millones de mujeres que usan el transporte público en la Ciudad de México, el recorrido diario sea un calvario aunque se trate de miedo hipotético.

Es por eso que las mujeres actualmente no buscan la igualdad, sino la diferenciación.

Cifras que hablan 

— 7 millones de mujeres usan diariamente el transporte público

— 9 de 10 sufrieron violencia sexual

— 29.4% han sido acosadas

— 2.1% han sido violadas

El respeto no es un lujo

Un estudio realizado por el Conapred (Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación) indica que 9 de cada 10 mujeres han sufrido por violencia sexual en el transporte público.

Y no solo eso, un 29.4 por ciento de las mujeres que utilizan el transporte público han sido acosadas o son víctimas del miedo por ataque o abuso sexual. A otro 15 por ciento las han incluso perseguido para abusar sexualmente de ellas y a un 2.1 por ciento las han violado.

Las cifras comprobaron que era una exigencia justa pedir transporte exclusivo para pasajeras y desde que se implementó en el Distrito Federal, sus vagones se han duplicado en cantidad desde 2002.

Lo absurdo es que no se ha controlado la violencia contra la mujer con esta medida, ni siquiera con Atenea, la línea de minibuses rosas que lleva por nombre a la diosa griega de la justicia y la guerra. Justicia que no llega y guerra que no cede a la fecha.

Michael Kimmel, profesor de estudios de género de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook, dijo en The Huffington Post que “el transporte rosa no cambia el comportamiento deplorable del hombre y el derecho que cree tener para acosar a las mujeres, sigue igual que antes”.

Por si fuera poco, las mujeres tienden a viajar en el transporte público dos horas más que los hombres por las actividades que realizan. Las tareas domésticas las orillan a pasar entre seis y siete horas en el transporte; en promedio, las personas pasan cuatro horas trasladándose, según Mercedes Barquet Montane, portavoz de Inmujeres (Instituto Nacional de la Mujeres).

Esta situación ha propiciado el surgimiento de iniciativas como Viajemos Seguras, que pregona que se debe evidenciar el acoso sexual a las mujeres en México y que el transporte exclusivo para ellas representa una vida libre de violencia.

Pisos para ellas 

Al otro lado del mundo, las mujeres en Europa viven una contrastante realidad. Aunque también existe la violencia de género y la discriminación, el sector de mujeres trabajadoras pide a gritos la diferenciación entre hombres y mujeres en rubros de trabajo y avatares placenteros.

En algunas ciudades europeas está naciendo una nueva tendencia en cadenas hoteleras: pisos exclusivamente para mujeres. Se acabaron las quejas del vecino de cuarto por el ruido de una secadora de cabello a las seis de la mañana, o accidentes como tronar la electricidad del piso entero al conectar una plancha para alaciar el cabello.

Las mujeres de la alcurnia financiera danesa prefieren quedarse en pisos exclusivos para mujeres porque les provoca un sentido de seguridad e higiene. Además, cuentan con el consentimiento de que el huésped anterior fue una mujer también.

Esta es la mejor manera de satisfacer las necesidades de las mujeres viajeras.

Quienes han probado hospedarse en un piso exclusivo para mujeres, no vuelven al piso mixto, pues dicen sentirse como en casa al poder pasearse y tomar café o un snack en bata de baño sin el “miedo” de toparse a un hombre en los pasillos del hotel.

Planchas para enrizar y alaciar el cabello, revistas de moda reconocidas, ganchos de satín y hasta un kit de emergencia con medias, son otras de las novedades de los pisos exclusivos para mujeres. El piso entero está equipado con las necesidades básicas para sus huéspedes, centralizadas en el sexo femenino.

El Hotel Bella Sky Comwell en Copenhague es uno de los que ofrece este servicio. Tiene un piso llamado “Bella Donna”, o bella dama en italiano, su costo asciende 55 dólares extra a la tarifa tradicional y ofrece gorras para baño extra- grandes, ganchos para faldas y vestidos extra y un minibar con smoothies, champaña y chocolate de primera calidad.

Adiós a la cerveza, los cacahuates y los calcetines olvidados por el suelo.

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