Víctimas de feminicidio, desaparición y sobrevivientes son honradas en “Hilando memoria, tejiendo justicia”

La muestra estará hasta finales de febrero, ofreciendo también talleres y visitas guiadas en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco
José Pablo Espíndola José Pablo Espíndola Publicado el
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Las luchas que las mujeres han realizado a partir del bordado como una estrategia de resistencia, perseverancia y búsqueda de justicia se pueden apreciar en la exposición Hilando memoria, tejiendo justicia, que se presenta en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco.

La colectiva Las Siemprevivas y un grupo de madres víctimas de feminicidio, desaparición y sobrevivientes de intento de feminicidio buscaron a Julia Antivilo, titular de la Cátedra Extraordinaria Rosario Castellanos de Arte y Género de la UNAM, para trabajar juntas en esta muestra.

“Las conozco hace muchos años, somos compañeras de muchas luchas. Se acercaron a pedir que trabajáramos juntas en una exposición con todas estas mantas que han ido acumulando en todos estos años y, por supuesto, que acepté y empezamos con los recursos de la Cátedra a gestionar algún espacio en la Universidad en donde pudieran acoger esta exposición”, cuenta Antivilo.

La titular se acercó al Centro Cultural Universitario Tlatelolco por el sentido que tiene la exposición, y porque el recinto está enfocado en temas de derechos humanos, afortunadamente les pudieron brindar un espacio para trabajar.

La exposición Hilando memoria, tejiendo justicia, que está dividida en cuatro áreas, se conforma por 40 piezas en diferentes formatos y tamaños, hay desde mantas pequeñas, medianas y grandes, hasta fotografías.

“Para integrar al público tenemos como una acción de reactivación permanente, a través de una gran foto que tiene recortada la cara, la gente puede asomarse por ahí a modo de una gran metáfora, de decirle que también están ahí, detrás de ellas, es como una forma de decirles que también están apoyando en su lucha”, explica.

El proyecto curatorial, explica Julia, se hizo en conjunto con las colectivas y se buscó que fuera feminista y colaborativo.

“Les importaba mucho visibilizar todos estos años de resistencia, de perseverancia, de dar puntadas a la esperanza entre tanta impunidad. Para ellas, y yo con la escucha, era importante demostrar que es una memoria que está viva y activa y que es muy importante hacer este trabajo desde aquí, desde una recuperación, ocupar otros espacios donde no son habituales”, cuenta la curadora.

Las mantas normalmente se encuentran en marchas, protestas, en las audiencias judiciales y en espacios feministas, entonces, ir a otros espacios como un centro cultural dedicado al tema de los derechos humanos era fundamental para ellas.

“Creo que para mí ha sido desde lo emocional otro granito de arena para poyar estas luchas y desde la Cátedra seguir apoyando estas causas”, comparte Julia.

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