Hace unos días el monero Rafael Barajas “El Fisgón” platicó con el escultor Vicente Rojo sobre “tonteras”, bromearon y se contaron chismes, una plática entre dos amigos que se tenían respeto y cariño mutuo; sin embargo, Barajas no sabía que esa era su despedida.
“Yo no me lo esperaba, lo oí muy bien, esta noticia me cayó como un balde de agua fría. Estoy todavía con las emociones muy cruzadas.
Aunque “El Fisgón” confiesa que llegó tarde a ese círculo de amigos por la diferencia de edades, asegura que la generación de la Ruptura, a la que perteneció Rojo, era muy rigurosa, entendía la importancia de estudiar, debatir y profundizar a través de las ideas. También, añade que le resulta muy peculiar el trato que tuvo hacía el cronista Carlos Monsiváis, ambos eran buenos amigos pero, muy diferentes.
“Era un tipazo, era muy cuidadoso, tenía un trato exquisito y, es curioso, porque fue muy amigo de Carlos Monsiváis, quien luego era vitriólico; es chistoso pues los dos cuando se ponían a discutir y hacer chistes, era curioso porque Monsiváis era brutal, tiraba a matar y Vicente era muy exquisito en sus chistes, yo creo que esa palabra lo define, él era así, exquisito”.
Al recordar la imagen y el gran legado que dejó el artista mexicano de origen catalán, Rafael Barajas recalca su época como caricaturista.
“Fue una faceta que no es suficientemente valorada, hacía caricaturas e ilustración, es curioso porque eso lo cultivaba a un nivel muy personal e íntimo. Le hizo caricaturas a Monsiváis a Fernando Benítez, a gente de su generación”, detalla Barajas.
Para “El Fisgón”, se le debe de reconocer a Rojo como el fundador del diseño moderno mexicano, hizo escuela como pocos, y en ese sentido, contribuyó a la creación de varias editoriales mexicanas como Plural y fue cofundador de Era; acciones que hoy reconoce el caricaturista propias de un “polímata” que se podía mover en varios universos.
Su primer contacto con el escultor fue a través de sus libros en una exposición que hizo en el Museo Universitario de Artes y Ciencias (MUAC).
“De esto fue hace muchísimos años y me deslumbró el trabajo de diseño, muy moderno para la época, fino; yo lo veía con mucho respeto y distancia, pues era un gran maestro, pero cuando me acerqué a él me di cuenta que tenía un trato muy amable, tenía la sencillez de grandes maestros”, rememora el monero.
Abierto, entrañable, alguien generoso que tenía el don de acercarse a la gente, ese era el gran Vicente Rojo, alguien que dejó mucha herencia y riqueza en la cultura mexicana.
“Era súpergeneroso, muy correcto, ponderado, cuidadoso, muy duro también en sus opiniones, pero siempre muy fundadas; tenía buen trato con su generación. Él estaba en Cuernavaca, habíamos quedado vernos pronto y, pues no me lo esperaba, no lo vi venir, de verdad. Mis palabras para él, como artista, siempre lo vamos a recordar y, como amigo, siempre lo vamos a extrañar”, finaliza.
La mirada inocente de Vicente Rojo
Le hubiera gustado que fuera su amigo, lo admiró durante años gracias a su profesión de diseñador gráfico; sin embargo, Bernardo Fernández “BEF” logró que esta figura mítica de Vicente Rojo cruzara por su destino en 2011, cuando pudo visitarlo en su estudio en Coyoacán, para hacerle una entrevista.
Fueron dos horas de preguntas interminables para la revista Lee +, publicada por Librerías Gandhi, BEF describe que Rojo era un hombre lúcido a sus 89 años, que era de un rigor madrugador para trabajar arduamente en su plástica, diariamente la pintura tocaba sus manos y su inventiva era inalcanzable.
Además tenía la generosidad y humildad de ver a todo mundo a los ojos. Él nunca se colocó en un pedestal, me pidió que le hablara de ‘tú’ (…) Con lo que me quedé de esa experiencia fue su mirada de niño, limpia, de asombro al mundo, que creo fue lo que le permitió sostener su carrera todo ese tiempo de manera tan brillante”, expresa con emoción BEF.
Fernández reconoce que no hay un solo legado de Rojo, sino que es múltiple lo que este catalán exiliado en México en 1949 (debido a la Guerra Civil Española) aportó al país.
“Cualquier oficio que diga, un diseñador, pintor o escultor, se quedaría corto, perdemos a un hombre cabal, protagonista de nuestra cultura de los últimos 60 años, eso nos enluta a todos los trabajadores de la cultura en este país”, platica el diseñador plástico.
La orfandad es el sentir ahora de BEF, de cientos de artistas que crecieron permeados de lo que Rojo representó para ellos, él ve cómo es que se va apagando su ciclo e incluso nuevas generaciones lo van olvidando, esto él lo comprueba de primera mano, ya que es profesor.
“La gente de 20 años tristemente ya no tiene tan ubicado a Vicente Rojo como diseñador gráfico, como lo tenía mi generación hace 30 años, los que teníamos 18 hace tres décadas, para nosotros era un referente obligado, quizá su diseño más difundido sea el diseño editorial de La Jornada”, puntualiza con amargura.