Vanessa Alanís se encuentra en un momento muy, muy creativo de su carrera profesional, porque después de la pandemia y de repensar su labor como educadora musical y como historiadora se vinculó con músicos muy talentosos que ahora tocan en vivo con ella.
Con ellos aprendió a grabar juntos a distancia y a producir; el resultado de eso han sido casi cuatro discos de su proyecto Canta y no llores y dos de.
“Canta y no llores es un colectivo argen-mex de artistas. Me acompañan muchas personas que están en México y que están en Argentina y algunos de los que están en México son argentinos, gente que está conectada con esta idea de bicultura, de diversidad, de identidad; entonces, Canta y no llores originalmente surgió como un espectáculo chiquito que me pidieron de música mexicana y yo dije, ‘bueno, a ver, pues “La bamba”, “Cielito lindo”, “De colores”, así las clásicas de mi infancia, “El bote de vela”, cuenta Alanís.
La artista recuerda que su papá tenía un grupo de Cha-cha-cha en los 50 que se llamaba Los Tribunos, entonces, también en su infancia escuchó mucho Los Joao, la Sonora Dinamita y Cri-Cri, que está en el imaginario colectivo.
“Cri-Cri reapareció en mi vida de la mano de mis hijas argentinas cuando empezaron a cantarme las canciones de María Elena Walsh y encontré muchas similitudes en cuanto a obra, a nivel personal son muy distintas, épocas también distintas, pero muy similares”, describe Vanesa.
Por lo que el proyecto también es una curaduría de reflexión, de qué cosas cambian y qué cosas son distintas en ambos autores y cómo se entrelazan con el folklore. Cómo hay chacareras, son jarocho, son del istmo, rock and roll y swing.
“Cuando llevo esto al espectáculo, lo hago a través de la historia de un grillo que sale de distintas partes dependiendo de dónde esté y se sube en un barquito de papel que armamos en conjunto con el grupo, ya sea en formato taller o en concierto, y nos vamos a navegar. A veces tengo un mapamundi o a veces me cuelgan un mapa atrás y también les voy enseñando un poco de geografía, de dónde es cada canción que estamos cantando”, describe.
Con este espectáculo pensaba en venir a México en 2020, a Oaxaca; sin embargo, la pandemia se lo impidió. Así que desde su casa se le ocurrió ofrecérselo a los centros culturales y museos que ya la habían convocado.
“Lo hicimos varias veces por zoom y mientras fuimos produciendo las músicas, así que El bote de vela, que es el espectáculo que estuve presentando hasta hace poco, terminó llamándose, Canta y no salgas en vez de Canta y no llores”, cuenta la artista.
Las canciones que no entraron en ese espectáculo, las fue guardando, guardando y, de pronto, ya tenían material para nuevo disco, que está pronto a salir. Se llamará Bailan los juguetes y está formado por canciones de Cri-Cri, como “El negrito bailarín”, “¡Ché…Araña!”, “Tango medroso” y una nueva versión de “El comal y la olla”.
“Invité a grandes cantoras argentinas a acompañarme; entonces, cantan Cecilia Ruiz, Dolores Solá, Daniela Jorovich y, bueno, es un proyecto que siento que tiene vida propia y que me convocan muy hermosos espacios culturales, ahora estoy en Oaxaca, Canté para la biblioteca Solidaria del Museo Infantil (MÍO)”, platica.
Para las infancias mayores
Aventuras de la Niña Molotov, el otro proyecto de Vanessa Alanís, también busca pensar en la infancia, pero ahora desde la adultez. Todo comenzó con un taller de composición que hizo vía zoom, en el que uno de los ejercicios era recordar una anécdota de la escuela.
“Yo era bastante traviesa, entonces, por eso niña Molotov, de ahí salió, y muchas de las canciones son recuerdos de mi infancia, pero no el charquito, no el brinquito, no el helado, todo esto en diminutivo de la canción infantil, que a veces como que minimizamos a las infancias, porque las infancias también somos nosotros los adultos.
Estos son temas que nacen de la nostalgia de aquella niña Molotov, de su amigo que no podía ver o del que casi muere por culpa del COVID-19 o de su amiga que sí murió cuando iba en secundaria o, incluso, de cuando falleció su perro, que fue su primer duelo.
“Todos estos sentimientos no tan felices y tristes aparecen en la nostalgia de la niña Molotov, pero con pop, entonces, las canciones muy poperas porque bueno, también mi infancia de los ochentas, noventas, tuvo influencia de The cure, de Caifanes y Café Tacuba, que son también canciones que utilizo en los dos repertorios”, señala.
Vanessa canta “Las flores”, de Café Tacuba, ya sea que tenga unos niños saltando con pañuelos y burbujas o gente tomando vino, ya que a todos los lleva a lugares distintos
“A todos nos comparte sensaciones distintas, o sea, las estrellas y la Luna, y te cuento los sentidos, ese universo onírico de la infancia que está en la canción de ‘Las flores’, por poner un ejemplo, pero ‘La sandunga’ también la canto en los dos repertorios, me la enseñó mi maestra Paty en primaria y todavía me acuerdo del coro en Zapoteco”, afirma.
Cuando estudió Historia le preguntó a uno de sus compañeros, a ver si estaba diciendo cualquier cosa o si era correcto. “Lo estaba diciendo bastante bien”, recuerda.
“Esas cosas que quedan de la infancia, las enseñanzas, lo que te imprimen los maestros, los sueños, los recuerdos, desvelarte y buscar un gato, esperar los regalos, así que ese es el universo de Niña Molotov y hay canciones que comparto entre repertorios”, reafirma.
Brújula de presentaciones
Niña Molotov
Viernes 19 de enero, a las 20:30 horas
PizzaJazz Caffe
Eje7 Sur 46 Portales
CDMX
Canta y no llores
Domingo 21 de enero, a las 12:00 horas
Centro Cultural Elena Garro
Evento gratuito
Coyoacán, CDMX
En conexión
Spotify: Vanessa Alanís
Youtube: https://www.youtube.com/@diminui
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Para escuchar a Niña Molotov: https://ffm.to/aventurasnm