Un equipo de cirujanos del Hospital de la Universidad Duke, en Estados Unidos, implantó por primera vez un vaso sanguíneo artificial en el brazo de un paciente con insuficiencia renal en etapa terminal.
La nueva vena fue diseñada en laboratorio mediante el cultivo de células humanas donadas, “sin propiedades biológicas que podrían causar el rechazo de los órganos”, señala un comunicado.
El procedimiento, descrito como un “hito en el campo de la ingeniería de tejidos”, es un producto de tecnología desarrollada en la Universidad Duke y por la compañía Humacyte.
Las opciones que se tienen actualmente para los pacientes que requieren de hemodiálisis –el método que permite filtrar la sangre y eliminar el exceso de líquidos y los desechos dañinos cuando fallan los riñones– no necesariamente son las más favorables.
Los injertos vasculares sintéticos son propensos a la coagulación, trayendo consigo hospitalizaciones frecuentes. Y la cosecha de venas del propio cuerpo del paciente implica un procedimiento separado, con el riesgo de infección y otras complicaciones, menciona el comunicado.
“La tecnología de bioingeniería de vasos sanguíneos es un nuevo paradigma en la ingeniería de tejidos”, dijo Laura Niklason, docente de ingeniería biomédica de la Universidad de Yale, y cofundadora de Humacyte.
“Esta tecnología es un paso clave para los pacientes con insuficiencia renal en etapa terminal y puede evitar intervenciones quirúrgicas y hospitalizaciones de forma potencial”.