Vampiros, Santa Inquisición y una monja detective forman parte de la nueva novela de Héctor Zagal

En El vampiro del virrey el escritor da vida a una religiosa que resuelve crímenes en la Nueva España, en medio de supersticiones y persecuciones del Santo Oficio
Abida Ventura Abida Ventura Publicado el
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A pesar de la popularidad de las historias de vampiros en la literatura universal, en México son contados los autores que se han adentrado a explorar este arquetipo.  El escritor Héctor Zagal se adentra en este universo para recrear en la Nueva España la historia de una monja que resuelve crímenes aparentemente relacionados con la llegada de un vampiro de Transilvania a estos territorios.

El vampiro del virrey (MR), que adentra al lector en una narrativa detectivesca ambientada en una época de misterios, supersticiones y persecuciones de la Santa Inquisición, tiene como protagonista a sor Filotea del Niño Jesús, una ilustrada e inteligente monja con claros guiños a Sor Juana Inés de la Cruz, quien es reclutada por el Santo Oficio para investigar una serie de asesinatos en las provincias del Virreinato de la Nueva España, a finales del siglo XVIII.

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana y autor de novelas como El Inquisidor (Planeta, 2018) e Imperio (Planeta, 2012), Zagal vuelve con esta novela histórica situada en una de las épocas más intrigantes de la historia mexicana y que, paradójicamente, pocos autores o creadores de ficción se han atrevido a explorar.

“Al escritor como muy intelectual no le gusta la Nueva España y se refieren despectivamente a los escritores que hacen ese periodo como colonialistas porque se le ha pintado como algo pintoresco, Artemio del Valle Arizpe la pinta así, como un pueblito mágico donde todo mundo camina y anda con abanicos y creo que eso ha sido un error. La Nueva España es riqueza, intriga política, opulencia, miseria”, dice el autor en entrevista con Reporte Índigo.

Además de ser un periodo fundamental en la construcción del México moderno, en esos tres siglos sucedieron acontecimientos dignos de ser reinterpretados en la ficción, pero han sido desaprovechados, añade el escritor:

“Es un territorio donde tenemos piratas y es curioso que incluso Disney haya aprovechado mejor esos discursos; los Piratas del Caribe son piratas en Campeche. Tenemos la conquista del Norte, las Californias; el sur, donde hay rebeliones de esclavos y la presencia de los pueblos originarios es muy fuerte; México es una de las ciudades más grandes del mundo, como Constantinopla, Pekín, Roma, y junto con esa opulencia había miseria, pobreza”.

Para él, lo que ha disuadido a muchos de entrar en ese universo son el miedo a caer en lo pintoresco y porque hay que conocer bien el periodo, además de dominar el género de novela histórica, sin caer en lo didáctico.  “El vampiro del virrey no es una novela para aprender historia, es una novela y el reto es mostrar algunas cosas sin que parezca que es historia”.

El autor refiere que, aunque en los archivos del Santo Oficio no existe referencia alguna de estos seres, le pareció interesante imaginar uno en esa época llena de supersticiones.

“Creo que la Nueva España se merece un vampiro, el cine mexicano sí ha traído vampiros, pero no los hay en la Nueva España. Lo que pensé es: si Drácula de Bram Stoker puede ir desde Transilvania a Londres en un barco y tenemos vampiros que han cruzado el Atlántico y han llegado a Estados Unidos, por qué no traer uno a Veracruz, a la Nueva España”.

Personajes femeninos

Además de tener a una monja como protagonista, a lo largo de la historia el autor introduce a personajes femeninos que se desarrollan al margen de una sociedad dominada por la religión y los hombres.

En una época donde el destino de las mujeres era el hogar, muchas de ellas encontraron en el encierro conventual una forma de autogobernarse, plantea el autor:

“Los conventos podían ser un instrumento de represión, se podía meter a la mujer allí para sacarla de circulación, ‘cuidarla’, reprimirla, pero también eran espacios donde algunas encontraban, aunque era una cárcel, un espacio donde podían convivir, con una regla muy dura, pero autogobernarse”.

Más que una novela feminista, Zagal plantea esta como un ejercicio de denuncia de violencia hacia las mujeres en una época sumamente patriarcal: “De ninguna manera pretendo escribir una novela feminista porque eso supera mis capacidades, pero sí me parece que es una novela que tiene este elemento de denuncia, de tratar de mostrar lo duro que es el mundo patriarcal”.

“De hecho, los vampiros son especialmente crueles con los crímenes de mujeres, pero lo peor no es eso, sino la revictimización de las autoridades. En esta novela las autoridades dicen que no pasa nada, que fue una ramera, que ella se lo buscó, y eso que sabemos que se decía en aquella época, que existía porque hay datos, tristemente todavía hoy se dice”, añade.

El autor añade que, a pesar de ser un thriller con descripciones sangrientas, su interés no es trivializar la muerte. “En las novelas, series de televisión de detectives la gente se muere, pero se nos olvida que es un ser humano, el rastro de soledad que deja una muerte y aquí los crímenes del vampiro no son simplemente números, sino crímenes donde hay deudos y hay sufrimiento”.

Intrigas con sabor a moles y chocolates

A lo largo de 500 páginas, la novela conduce al lector por la intimidad, el rigor y las intrigas conventuales, pasando por los intercambios de Sor Filotea con la Santa Inquisición y el propio Virrey, la llegada de un príncipe de Transilvania que altera todo, hasta  intrigas de nivel internacional, donde están en juego intereses de Francia, el Imperio Austriaco, Estados Unidos, incluso el Imperio Ruso, quien entonces amenazaba con conquistar la Alta California, que pertenecía al virreinato de la Nueva España.

En medio de los asesinatos e intrigas, resaltan los sabores gastronómicos que sazonan la narración, pues para este autor, también especialista en historia de la gastronomía mexicana, “una novela tiene que oler y saber”:

“Uno conoce un país por sus olores, no solo por los paisajes’; dicen que México huele a garnacha. Creo que la comida da solidez a los personajes y me gusta que mis lectores se queden con hambre de lectura, pero también con hambre de probar esos platillos, algunos de los cuales están desapareciendo”.

La cocina como elemento literario

Interesado en la cultura culinaria, Héctor Zagal ha tomado la gastronomía como un elemento fundamental en su narrativa. Así lo ha hecho en otras novelas, como La venganza de sor Juana (Planeta, 2005) y La cena del bicentenario (Planeta, 2009), para lo cual lleva años documentándose en recetarios y crónicas de viajeros o frailes.

“Hay recetarios antiguos, hay muchas referencias de viajeros de qué se comía o no, todo eso está documentado”, dice.

Criaturas sobrenaturales de la Nueva España

Según el escritor, a pesar de la variedad de criaturas sobrenaturales y seres mitológicos que se pueden hallar mencionados en los archivos de la Santa Inquisición, resguardados en el Archivo General de la Nación, no se ha encontrado rastro alguno de vampiros.

“Hay hasta una muñeca diabólica, tenemos fantasmas, brujas, nahuales, demonios, ángeles, aparecidos, lloronas… Sí hay una especie de bruja tlaxcalteca que bebe la sangre de los niños, pero no hay vampiros”, refiere.

Otras obras del autor

  • La venganza de Sor Juana (Planeta, 2007)
  • La cena del bicentenario (Planeta, 2009).
  • Gente como uno (Planeta, 2011).
  • Imperio (Planeta, 2012)
  • La ciudad de los secretos (Planeta, 2014)
  • El Inquisidor (Planeta, 2018)
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