Una máscara de colores mira a la cámara. Detrás del hombre que la porta, una banda toca en las fiestas del Santo Entierro de Cristo, en el pueblo veracruzano de Teocelo.
Rostros serios de la muchedumbre se mezclan con las sonrisas y el júbilo de la fiesta popular. Al fondo, un cartel de la Marina invita a realizar una denuncia anónima.
En la fiesta eso no importa. Todos han dejado sus trajes y su amargura cotidiana para unirse a la fiesta.
Este “sentido del lugar” fue captado por el fotógrafo veracruzano Alí Marín, cuando trabajaba para una agencia local de noticias.
Nunca incluyó la foto en su carpeta diaria para la agencia. La consideraba demasiado personal, “ajena a lo que funciona en los periódicos”.
En septiembre de este año la imagen fue elegida entre 24 fotos de todo el mundo para publicarse en una selección especial de National Geographic (NatGeo).
Fue una de tres fotos sobre América Latina, la única de México y Centroamérica.
La imagen, dice en entrevista para Reporte Indigo su autor desde Barcelona, “habla sobre la capacidad que tenemos los mexicanos de vencer la realidad actual que nos lacera en nuestra cotidianidad. La fiesta es la oportunidad de borrar por unos momentos el rostro de las preocupaciones y la crisis”.
Su selección le confirmó al fotógrafo la importancia de creer en las imágenes que le signifiquen algo, más allá de su valor como noticia del momento.
Retratar lo cotidiano
El fotógrafo Alí Marín estudió Comunicación en la Universidad Veracruzana y cursa un máster en Periodismo de Viajes en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Ha colaborado con la agencia Fotojarocha, la Agencia Veracruzana de Comunicación, Reuters, Milenio, Proceso, Demotix y Corbis.
La publicación en NatGeo incluyó solo 24 fotos de todo el mundo y la selección fue curada por el director de fotografía de National Geographic Travel, Daniel Westergren.
“La imagen describe la actitud estoica del pueblo mexicano para sobreponerse por momentos a esa realidad que lacera la cotidianidad de nuestra nación.
“Debajo de esa mascara sonriente y esa fiesta que le rodea, existe un mexicano que aún conserva la capacidad de burlarse de las desgracias”, reflexiona.
Bajo el mismo concepto retrató en 2011 la Caravana por la Paz que encabezó el padre Alejandro Solalinde en Veracruz.
“Presenciar una línea de las miles que conforman la realidad del ser humano es un privilegio. La empatía te impulsa a volcar sobre tu trabajo una muy pequeña ventana por donde algunos de vez en cuando quieren detenerse a mirar.
“Compartir tu labor con profesionales de todo el mundo te motiva a seguir creyendo en algo que en la actualidad muy pocos creen y es el hecho de informar”, recuerda Marín.
Este contacto con la realidad lo ha alejado de las agencias internacionales.
Y asienta: “Como no había muertos o tragedias simplemente las fotos no terminaban por publicarse. Las agencias grandes están interesadas en los sucesos que venden y descuidan mucho la información. Sacrifican la intención por la espectacularidad de los acontecimientos”.
Contar su tiempo
“Me gusta contar historias, hablar de nuestro mundo y nuestro tiempo, de lo que sucede en aquellos lugares e historias grandiosas pero que los grandes medios y plataformas informativas consideran como lugares comunes”, dice el joven fotógrafo.
Cree que ahí nacen los grandes sucesos. En las calles de los lugares olvidados, en las culturas que comparten la ciudad con la horda de turistas, en el cocinero que trabaja 14 horas al día en un restaurante con dos estrellas Michelin y que “nadie sabe de su vida”. Por eso busca captar esas tristezas y alegrías que son universales.
“Busco tener una relación personal con la cotidianidad que me rodea” confiesa. “Es el primer paso para encontrar un cierto estilo. Hace tiempo me quité esa loza de pensar que la originalidad es la base de la creación”.
Exponer su trabajo
En el verano de este año, Marín viajó dos meses al sur de Marruecos para un encargo empresarial. Realizaron una serie de cápsulas multimedia y él estaba a cargo de la mayoría del contenido fotográfico.
“Es un país que te llena los sentidos. Por momentos piensas que el mundo gira al revés, después te das cuentas que por su cabeza pasan las mismas cosas.
“Admiré su determinación y la fidelidad a sus creencias y las de otros. Justo eso estamos perdiendo en México: el respeto a la vida del otro”.
En un mundo inundado de cámaras digitales, el fotógrafo mexicano insiste en que “en la fotografía profesional debería persistir la pasión. Ahí radica la diferencia, sin importar el número de pixeles o lo que cueste una cámara”.
Del resultado de este viaje por el norte de África surgió una exposición que se inaugurará el próximo 1º de diciembre en la galería “La Biblio” en Barcelona, con la colaboración de la fotógrafa veracruzana Sonia García.
Será la continuación de la publicación en NatGeo, que resultó de una selección de dos fotos y luego la de Teocelo entre “una cantidad impresionante de fotos de todo el mundo”.
> Fotógrafo y viajero
El mexicano se acerca al mundo a través de esta arte. Y cuenta historias cotidianas con cada imagen.
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