Una obra infantil que resalta parte de la cultura maya para hablar de la diversidad y la amistad
La obra La maravillosa historia de Chiquita Pingüica busca revitalizar el teatro infantil y fomentar la diversidad e inclusión. Esta pieza teatral se presenta en el Teatro Sergio Magaña
Karina CoronaEn un esfuerzo destinado a dar vida al teatro infantil y promover la diversidad e inclusión, surge la obra La maravillosa historia de Chiquita Pingüica. Esta obra teatral, dirigida a los pequeños espectadores, se presenta del 13 de enero al 4 de febrero, en el Teatro Sergio Magaña.
En el corazón de esta historia, una anciana cuida un huevo que guarda el destino de una leyenda por desvelar. Con el nacimiento de Pingüica, una criatura similar a un ser humano, la trama se desenvuelve en torno a la lucha contra la adversidad y la búsqueda de la aceptación en un mundo donde la diversidad es un tesoro.
La pequeña Pingüica, enfrentándose al rechazo por su estatura y el color verde esmeralda de su piel, encuentra en la selva no sólo refugio, sino también aliados inesperados entre las criaturas que la rodean. Juntos, con un sueño compartido, desafían al despiadado “Señor Venado”, cuyo reinado de fuerza y manipulación es resistido con valentía y amistad.
“Relacionarme con este personaje, comprenderlo, investigarlo, leerlo, sentirlo, prácticamente ser ella es algo que me ha hecho muy feliz y muy plena, porque a través de la historia vemos a una niña que es discriminada por su color y porque es diferente al resto de las personas, pero que, al final, es alguien increíble y creativa como cualquier otro niño.
“En algún momento, por lo menos, personalmente, nos hemos sentido un poco discriminados o fuera del lugar, como Pingüica, entonces creo que es una experiencia personal y es algo por lo que hemos atravesado, y que con esta pieza nos puede ayudar a abrir los ojos y ver desde otra perspectiva la vida, entender y comprender a los demás”, cuenta la actriz Valeria Téllez, quien da vida a Pingüica.
La directora de La maravillosa historia de Chiquita Pingüica, Gabriela Núñez presentó esta oportunidad a Valeria y al elenco de la compañía Coliseo Colectivo –formada por egresados de CasAzul, introduciéndolos en el mundo del teatro infantil. Valeria expresa su agradecimiento por la experiencia, pues al cursar el tercer año de la carrera de actuación no tenían previo conocimiento, pero gracias a ella decidieron tomar el camino, experimentar, conocer y aprender .
“Siempre se ha juzgado el teatro infantil, se nos ha dicho que el público infantil es el más difícil de complacer y de obtener la atención de los niños, que nos entiendan, pero lo que debemos recalcar es la forma de integrarlos, que sean parte de nosotros y de la obra, porque nosotros estamos presentes para ellos”, agrega.
Además, la actriz también hace hincapié sobre la importancia de abordar temas como la diversidad e inclusión en el teatro infantil, ya que siempre serán relevantes, y que se necesita aprender día con día.
Para ella, actuar permite apoyar y ayudar a las nuevas generaciones, brindándoles no solo entretenimiento, sino también lecciones de vida y mensajes que puedan cambiar vidas.
“Siempre será importante para todas las edades, tanto para los niños como para los adultos, pero en este caso los niños, que son la nueva generación y que están creciendo y aprendiendo. Desde nuestra trinchera, llevamos estos mensajes y que ellos lo puedan aprender viendo, escuchándonos. Lo que más me gusta es que esta obra nos da una lección que puede cambiar vidas”, destaca Valeria.
La importancia de la familia y la comunidad
Con la participación activa de los animales, que comparten un sueño común con Pingüica, se enfrentan al “Señor Venado”, quien impone sus ideas mediante la fuerza y la manipulación. Juntos, logran transformar ese sueño compartido en una emocionante realidad.
La idea de que, al tratarse de una historia inspirada en una leyenda de la tradición maya, es posible enriquecerla con elementos prehispánicos auténticos. Este enfoque se reflejará tanto en el vestuario como en la utilería, proporcionando así una representación más auténtica y conectada con la cultura maya.
Erik Loaiza, actor que interpreta a una rana, el mejor amigo de Pingüica, destaca la importancia de invitar a las familias a sumarse a esta experiencia teatral. La fusión de elementos culturales, la lucha contra la opresión del “Señor Venado” y la transformación del sueño en realidad son aspectos que, según Erik, hacen de esta obra una experiencia teatral que vale la pena vivir en compañía de seres queridos.
“Mi personaje acompaña mucho a Pingüica, es como su Pepe Grillo en esta aventura, la aconseja, le da razonamiento y la sigue para que se convierta y crezca en la gran gobernante. Ayuda, porque a lo mejor los niños necesitan muchas veces que los escuchen, que no sientan que están diciendo cosas sin razón, sino más bien que los acompañen. En este caso, también es un tema que va dirigido a los papás, el estar siempre con tu hijo, estar escuchándolo y apoyándolo.”
El actor confiesa que desde las primeras lecturas al imaginar todo el potencial que la obra tenía. Lo llevó de vuelta a su infancia, recordando cómo habría disfrutado presenciar este tipo de obras que, en su esencia, capturan la esencia del pensamiento infantil.
La idea de hacer estas representaciones a las escuelas y ofrecer a los niños la oportunidad de experimentar esto es, en su opinión, algo realmente necesario.
“De niño me hubiera gustado que mis papás, la escuela o quien sea me hubieran permitido ir a estos espacios, pues creo que muchas veces se pierden un poco. Entonces, darle la oportunidad de compartir esta experiencia, por primera vez, a las y los niños es muy importante”, sostiene.
De esta forma, La maravillosa historia de Chiquita Pingüica ofrece una experiencia capaz de transportar a los espectadores a través de la imaginación infantil y conectar con la riqueza de la tradición maya. La labor del equipo artístico, que ha trabajado para dar vida a esta historia, refleja el compromiso con la autenticidad cultural y la importancia de llevar el teatro a nuevos espacios, especialmente a aquellos donde los niños puedan ser partícipes.