Aunque para la mayoría de la población las fiestas decembrinas son la época más esperada de todo el año porque se le relaciona con una temporada de alegría, paz y unión, para otros tiene un significado diferente y puede convertirse en una fuente de afectaciones para la salud mental por casos de ansiedad y depresión.
Si bien, en años anteriores, durante esta temporada ya se registraban las cifras más altas de ansiedad y depresión, en esta ocasión se añade, como telón de fondo, la crisis ocasionada por el COVID-19, que tiene ya casi dos años, y su efecto en la vida de las personas.
“El COVID-19 nos ha marcado completamente en una situación de estar, o no, con la familia, porque hay que cuidar mucho la distancia, si estoy sano o estoy enfermo no contagiar a la familia, o no contagiarme de alguien que probablemente tenga COVID-19, no poder estar cerca de nuestros seres queridos, o sí, pero no como quisiéramos”, explica la psicóloga Adriana Delgado.
Para la especialista, este 2021 no se vivirá como en años anteriores, pues además de hacer un balance bajo las circunstancias que se están viviendo, que están motivando una depresión o tristeza profunda, se añade el factor de las personas que perdieron la vida en estos meses.
“Hace un año no era tanto la celebración de Navidad y Año Nuevo debido a que estábamos en casa, hoy se nos están abriendo unas puertas, tenemos semáforo verde, pero no tenemos a ciertos familiares que se fueron y ahí, por supuesto, entrará una situación de tristeza en todas las familias, no habrá familia que no tenga una pérdida”.
“De repente lo queremos llevar a una situación de felicidad, disfrutar, que estemos en armonía, pero así como hay distintos tipos de personalidad en los seres humanos, hay varios tipos de celebraciones; el cómo vivirlo ahora en una situación si perdí a alguien, si estoy sola o solo vamos a tomar estas fiestas diferentes, en cuestión de cómo nos acercamos a nuestros familiares”, añade la especialista.
Un factor que se debe tomar en cuenta es sobre cómo se maneja la soledad, y no verla como algo malo, sino como la oportunidad de introspección y de un encuentro con uno mismo, para escucharse y conocerse.
Además, se agrega el factor de la falta de neurotransmisores esenciales para estar bien en algunas personas, entre los más de 70 que cuenta el humano, tres de los más importantes para sentir felicidad y disfrutar las cosas son: la serotonina, la oxitocina y la adrenalina, los cuales bajaron en muchos debido al confinamiento y a la falta de contacto con los seres queridos.
“La pandemia nos cerró y quitó la adrenalina, nos dice ‘no toques a nadie’, y desaparece la serotonina de manera natural, por supuesto vamos a tener depresión, y después de seis y ocho meses no tendremos ganas de hacer nada, pero todo eso se explica en terapia, no es flojera, es algo que sucede en el cerebro y que con ayuda de terapias y medicamentos naturales se puede regular”, indica.
En este sentido, se trata de descubrir que no hay emociones malas, son reguladoras del día a día, simplemente es conocerlas y moderarlas. También se aconseja hacer un ejercicio de conciencia y de empatía no solamente en este mes, sino para toda la vida.
