A una letra de la felicidad
Gracias a los múltiples dispositivos móviles (tales como smartphones, tablets y laptops), las personas están conectadas las 24 horas de del día, los siete días de la semana.
Lo primero que hacen algunas personas al abrir los ojos por las mañanas es tomar el celular y verificar las notificaciones en redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram, así como entrar a sus conversaciones en sus servicios de chat y mensajería instantánea.
María Alesandra Pámaneshttp://www.youtube.com/watch?v=Nc8a9PF8FwM
Gracias a los múltiples dispositivos móviles (tales como smartphones, tablets y laptops), las personas están conectadas las 24 horas de del día, los siete días de la semana.
Lo primero que hacen algunas personas al abrir los ojos por las mañanas es tomar el celular y verificar las notificaciones en redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram, así como entrar a sus conversaciones en sus servicios de chat y mensajería instantánea.
Tan solo en México, el 57 por ciento de las personas que tienen un teléfono móvil lo utilizan para entrar a redes sociales, según los datos de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), en el 2012.
La dependencia ya es una adicción y en este medio hemos aludido a que inclusive el Manual de Diagnóstico y Estadísticas de los Desórdenes Mentales (DSM, por sus siglas en inglés), –que es un catálogo de trastornos mentales y conductuales–, considera al “Internet Addiction Disorder” (Desorden de adicción a Internet), como un padecimiento.
Y como tal, si una persona se aleja de su smartphone, es decir, se “desconecta” sufre síntomas de abstinencia.
A la par de la creciente dependencia a estar conectado a Internet, también ha ido en aumento el fenómeno FOMO (Fear of Missing Out o “miedo a quedar fuera”).
Aunque el término FOMO existe desde 1985, no se había acuñado a la Web hasta que cobraron fuerza las redes sociales, a partir del año 2002. Sin contar a Six Degrees, de Macroview, que fue desarrollada en 1997.
Fue Caterina Fake, una de las fundadoras de Flickr, quien relacionó este término al vocabulario digital.
Cuando una persona se siente excluida de lo que sucede en la Red –y de la interacción entre sus contactos–, aparece ese miedo catalogado como “sociodigital”. El FOMO ha ido en aumento a causa del acceso instantáneo a Internet por medio de dispositivos que nos acompañan durante todo el tiempo.
Conectados, pero abstraídos
Tres de cada 10 personas –que tienen entre 13 y 34 años– han experimentado FOMO, según un estudio de la agencia JWT. Y MyLife.com publicó recientemente que el 56 por ciento de los usuarios de redes sociales –a nivel mundial– sufre de este mal.
Y es que en la vida real, cuando hay enfrentamientos cara a cara entre seres humanos, se puede disimular, actuar y hasta engañar a otros.
En Internet, se muestra la persona tal cual es, sus contactos pueden ver su versión auténtica, lo que detona estrés y preocupación, según expertos.
Si crees que no formas parte de las estadísticas de las personas que sufren –o han experimentado– FOMO, piénsalo dos veces, ya que entre sus síntomas están acciones tan simples y cotidianas como entrar a tus cuentas en redes sociales cada 30 segundos.
Al igual que llevar una vida multitasking, en la que mientras comes, ves televisión, estudias, trabajas y hasta en las fiestas, estás abstraído de la realidad, enviando mensajes de texto y entrando a redes sociales.
Sí, FOMO también es voltear a ver tu celular esperando a que entre una llamada o llegue un mensaje, según Blair Currie, director de agencias digitales y manejo de medios en países como Japón, Singapur y Dubai.
Y como dice Will Welch de la revista GQ, “no es culpa de tu celular. No es culpa de Mark Zuckerberg (…) el ‘miedo a quedar fuera’ ha estado entre nosotros desde antes del advenimiento del hashtag (…), las redes sociales solamente hicieron que FOMO fuera viral. Twitter, Facebook, Instagram y Vine son los mosquitos que llevan la ‘malaria #FOMO'”.
Welch subraya que “FOMO solo es otra palabra para inseguridad” y que ésta no tiene remedio.
“No puede ser erradicado, así que debe manejarse”, enfatiza Will.
Cuando dejes a un lado tus dispositivos móviles y te olvides de FOMO cuando se presenten los síntomas, lo único que debes hacer es decir: “JOMO”.
La ‘F’ por la ‘J’ = Libertad
Si tan solo se cambiara la “F” por la “J” en FOMO, sería JOMO, cuyo significado es: “Joy of Missing Out” (o la alegría de quedar fuera).
Anil Dash, blogger y amigo de Caterina Fake, hizo el cambio de la letra y, poco a poco, esta tendencia toma forma y popularidad en la Web.
La ciencia detrás de JOMO radica en la acción y efecto de desconectarse cada cierto tiempo.
Desayunar antes de tomar el celular por las mañanas, no sacarlo cuando se va a convivir con familiares y amigos, así como no dormir con el celular a centímetros de nuestra cama (si no es que debajo de la almohada), son opciones para sumarse a JOMO.
“The Slow Movement” es uno de los movimientos que engloban JOMO, el cual recomienda que se desacelere el ritmo de vida. También están las áreas “libres de redes sociales”, así como las libres de humo.
El ejemplo ideal de esto son algunas bibliotecas, restaurantes y salones de clases.
Blair Currie indica que el “Día Nacional de Desconexión”, en Estados Unidos, puede ayudar a que se supla el FOMO por JOMO. En esta fecha –que se lleva a cabo el primer viernes del mes de marzo–, las personas que la celebran se desconectan por completo de Internet, “desde que inicia el día, hasta que finaliza”, agrega Currie.
Un nuevo ‘FOMO’
En Piensa Indigo te recomendamos una nueva alternativa para manejar el FOMO. Si JOMO no te funciona o tiene efectos en forma más lenta, trata con FOMO… sí, FOMO. Pero el que significa “Fun of Missing Out”.
Esta pequeña terapia consiste en desconectarte los fines de semana y en desapegarse del celular. Su uso se limita a los casos de emergencia.
Y, cuando comiences a extrañar estar conectado, busca una actividad para distraerte, una que no requiera Internet y de preferencia que involucre la interacción con otras personas. Si vuelves a tener la tentación y sientes que caerás nuevamente, cambia la “F” de Fear (miedo), por “F” de Fun (diversión). Aunque suene un ridículo, psicológicamente sí marca la diferencia.