La posibilidad de que, como parte de la iniciativa de reforma fiscal, se cobre un impuesto de un peso por litro a las bebidas azucaradas en México, ha recibido el rechazo de los productores de refrescos.
Estos niegan que el incremento irremediable en el precio vaya a evitar que los interesados los compren y argumentan que de aprobarse el gravamen se perderían numerosos empleos.
Pero considerando que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) –que se refirió al alarmante consumo de estos productos como una “emergencia nacional”– han aplaudido la medida, es importante analizar el costo de un alto consumo de azúcar (y sus consecuencias).
Una investigación publicada en 2012 en Public Health Nutrition, documentó el impacto en la economía del problema de la obesidad en México.
Según los doctores Simón Barquera y Luz María Sánchez, además de investigadores de Micro Health Stimulations, la Universidad de Georgetown, New College y la Fundación Mexicana para la Salud, el gasto en obesidad del país en 2010 fue de cerca de 806 millones de dólares.
Durante ese año, 32 por ciento de los hombres y 26 por ciento de las mujeres de México tenían un peso normal, pero calcularon que para el 2050 solo 12 y 9 por ciento, respectivamente, caerían en esta clasificación.
Para ese momento, más de 12 millones de casos de diabetes y 9 millones de incidentes de enfermedades cardiovasculares habrían sucedido.
Y se gastarían más de mil millones de dólares para tratar cada enfermedad.
Si esto se hace realidad, la carga a la economía podría aumentar de forma drástica, así que disminuir el problema podría traer grandes beneficios al país.
Según el estudio, una reducción promedio de uno por ciento en la masa corporal de los mexicanos ahorraría 85 millones de dólares para el año 2050.
Aunque la educación sería la solución ideal, mientras los refrescos sean más baratos que bebidas menos dañinas para la salud, quizá sea una de esas ocasiones en las que es mejor prevenir que lamentar… incluso para la economía.