Un thriller con ecos de dictadura

Para el escritor argentino Leopoldo Brizuela, los fantasmas del autoritarismo en los gobiernos, policías y militares actuales de América Latina, todavía están muy vivos. 

La corrupción actual –en este contexto– es un nuevo modo en que se mantiene la violencia del Estado contra los ciudadanos. Y para su generación, hay ecos de la dictadura que los marcaron en su forma de ver el mundo y relacionarse con los demás. 

Ángel Plascencia Ángel Plascencia Publicado el
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"Es todo real, solo que atribuido a personajes que no existen, pero son todas cosas que yo investigué en mi propia memoria”
Leopoldo BrizuelaEscritor

Para el escritor argentino Leopoldo Brizuela, los fantasmas del autoritarismo en los gobiernos, policías y militares actuales de América Latina, todavía están muy vivos. 

La corrupción actual –en este contexto– es un nuevo modo en que se mantiene la violencia del Estado contra los ciudadanos. Y para su generación, hay ecos de la dictadura que los marcaron en su forma de ver el mundo y relacionarse con los demás. 

Hasta la fecha él sale de su casa con papeles y no puede cruzar frente a un edificio de la policía argentina sin dejar de sentir ese vértigo que sentía en los 70. 

“Hay una antropóloga que lo dice, se llama Inés Vázquez, que ve cómo mi generación incorporó cosas que ya se olvidan como por ejemplo no salir sin documentos (…) O por ejemplo gente de mi generación –creo que como yo todavía– vacilamos antes de pasar frente de un edificio de la policía porque no se podía ir por la vereda, tenías que ir por enfrente pasarte y no detenerte; ‘el centinela abrirá fuego’ decía un cártel enorme”. 

Entre ficción y realidad

En su novela “Una misma noche”, entrelaza dos historias que convergen en un sitio: una casa al lado de la de sus padres en La Plata, Buenos Aires. 

Ahí ocurrieron dos eventos distintos: uno durante la dictadura y otro en 2010. La desaparición de un vecino y el atraco por parte de un grupo de policías, ambos en la misma casa. 

“Es todo real, solo que atribuido a personajes que no existen, pero son todas cosas que yo investigué en mi propia memoria, y eso fue un desafío secreto (…) fue mi desafío investigar solo en la memoria”. 

La narración desmenuza poco a poco los detalles, salta de una época a otra en un capítulo, entrelaza los interrogatorios de las víctimas y muestra que a pesar del tiempo y las revoluciones, todavía queda mucho de esos gobiernos autoritarios en el presente. 

“A veces no es fantasma, esta es una banda (de ladrones, qué son policías) muy concreta: yo asistí a un asalto hecho por la propia policía. 

“Más que el hecho de que en el Estado todavía estén enquistados elementos autoritarios, me interesaba la reacción de la gente. 

“Yo decía cómo es posible que después de todo lo que se cambió, después de 30 años de democracia y los infinitos cambios que han habido, siga todavía la gente reaccionando como entonces”. 

“El miedo al miedo” se respira en la precaución del personaje principal Leonardo Bazán, un escritor –con la misma personalidad de Leopoldo– que vive en el barrio de Tolsa en Buenos Aires. 

“¿De qué quedaste mal?”, le pregunta un agente de seguridad al protagonista en 2010, como tratando de enlazar el temor con el que viven hoy los miembros de esa generación en Argentina que pasaron del autoritarismo a la democracia. 

Aunque ahora los victimarios podrían ser otros, en este caso, lo que llamó la atención del escritor es que justamente –a pesar de los años– se trata de los mismos. 

De ahí el paralelismo en las épocas; porque en ambas el gobierno se vuelve verdugo de sus ciudadanos, por eso, algunos capítulos del libro que se desarrollan en 2010, parece que en realidad están citando a los años 70: 

“Y ahora es el momento en que se desencadena todo, pensé. Cuando la mínima ignorancia o resistencia hace que el cuestionamiento incluya la tortura”, (“Una misma noche”, Leopoldo Brizuela).

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