Un problema brillante

El ser humano no sólo ha contaminado el suelo, los ríos, los mares o el espacio, también lo ha hecho con el cielo nocturno. Sí, si te has preguntado por qué cada vez se ven menos estrellas de noche la respuesta es muy sencilla: por la contaminación lumínica.

 

Fabiola Zurita Fabiola Zurita Publicado el
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Recientemente comenzó a sospecharse que algunas enfermedades graves podrían ser resultado de la contaminación lumínica, pues altera los patrones de sueño 

El ser humano no sólo ha contaminado el suelo, los ríos, los mares o el espacio, también lo ha hecho con el cielo nocturno. Sí, si te has preguntado por qué cada vez se ven menos estrellas de noche la respuesta es muy sencilla: por la contaminación lumínica.

 

La electricidad ha favorecido de innumerables formas a la humanidad, pero también ha traído consigo grandes males de los que poco se sabe debido a que no han sido estudiados a fondo. 

 

Un problema creciente es lo que los científicos llaman “la epidemia de luz” que se vive en las grandes ciudades y se avanza conforme los países menos desarrollados van progresando.

 

El nuevo “Atlas Mundial del Brillo Artificial del Cielo Nocturno” es producido por un grupo de científicos y publicado por la revista Science Advances. En él se detalla la contaminación lumínica y sus consecuencias tanto para el planeta como para la vida de todos los que habitamos en él.

 

Faltan estrellas

 

Debido a que la luz artificial se refleja en el cielo nocturno cada vez se observan menos estrellas por las noches, e incluso hay lugares de Europa y Norteamérica en donde la Vía Láctea ya no es visible. 

 

El caso más drástico es el de Singapur, donde es tanta la contaminación lumínica que los residentes viven bajo un cielo tan brillante que sus ojos no pueden adaptarse por completo a la visión nocturna.

 

El problema radica en que los niveles de luz dentro o fuera, pueden impedir o retrasar la hora nocturna normal del ser humano, la cual debería comenzar con la puesta de sol.

 

Un problema de salud

 

Los efectos de la exposición del hombre a tanta luz han sido estudiados pero no calculados. Los seres vivos del planeta tienen un ritmo circadiano endógeno, que es un ciclo construido de patrones de sueño y vigilia, hambre, actividad, producción de hormonas, temperatura corporal y muchos procesos fisiológicos.

 

Este ciclo circadiano dura 24 horas y la luz -más la del sol- y la oscuridad son importantes para que los seres humanos en general se mantengan en buen funcionamiento.

 

La contaminación lumínica actual afecta de manera drástica el ritmo circadiano. Dicho en otras palabras: tanta luz altera nuestra hora de sueño, el cuerpo no realiza a sus horas los procesos fisiológicos, afectando así, procesos hormonales, del sistema inmunológico y provocando un estrés constante que se traduce en un agotamiento generalizado y en todos los campos de la vida.  

 

Enemigo del sueño

 

Las nuevas tecnologías añaden un problema más. Los smartphones se han convertido en un enemigo del sueño, porque nos mantiene alertas durante las 24 horas. 

 

Especialistas recomiendan apagarlo o silenciarlo, por lo menos durante la noche, o dejarlo lejos del lugar de descanso para que no interrumpa el sueño.

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