Un maestro de vida
En México, las mujeres encabezan 82 por ciento de los hogares monoparentales (es decir, de papás solteros), un modelo de convivencia familiar que ha aumentado a causa de cambios sociodemográficos como un mayor índice de separaciones y divorcios, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
De hecho, en México existen alrededor de 5 millones de madres que no viven con su pareja, ya sea porque son solteras, separadas o divorciadas.
Eugenia RodríguezEn México, las mujeres encabezan 82 por ciento de los hogares monoparentales (es decir, de papás solteros), un modelo de convivencia familiar que ha aumentado a causa de cambios sociodemográficos como un mayor índice de separaciones y divorcios, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
De hecho, en México existen alrededor de 5 millones de madres que no viven con su pareja, ya sea porque son solteras, separadas o divorciadas.
Y es la participación de las madres en el hogar a la que se suele prestar mayor atención al considerar el impacto de la estructura familiar en los hijos.
Pero rara vez se habla acerca de los efectos de la ausencia del padre en el desarrollo integral de los niños, pese a que la importancia de ambas figuras es la misma para dicho fin. Incluso la influencia paterna en el desarrollo de los pequeños es un campo de estudio científico emergente.
De acuerdo al escritor científico Paul Raeburn, autor del nuevo libro “Do fathers matter? What science is telling us about the parent we’ve overlooked”, se ha demostrado que el rol de (un buen) papá está asociado al bienestar de los hijos, independientemente de la edad que estos tengan.
En un extracto del libro publicado en la edición de mayo de este año de la revista científica Scientific American Mind, Raeburn alude a un estudio realizado por las psicólogas Sarah E. Hill y Danielle J. DelPriore, de la Universidad Cristiana de Texas, luego de que los administradores de la Escuela Preparatoria de Frayser, en Tennessee, dieran a conocer que aproximadamente una de cada cinco de sus alumnas estaba embarazada o había dado a luz recientemente.
El estudio, publicado en 2013 en Journal of Personality and Social Psychology, partió del hecho de que “una gran cantidad de investigación ha demostrado una fuerte asociación entre la ausencia del padre –o una pobre participación– y el desarrollo sexual precoz, la promiscuidad y el comportamiento sexual arriesgado de las hijas”, señaló.
Además, Hill y DelPriore consideraron que las cifras podían ser un “síntoma” de problemas más arraigados en Tennessee que estaban aquejando a la sociedad durante los últimos años. Y así era.
El estado contaba con una de las tasas más altas de infecciones de transmisión sexual de Estados Unidos. Además, una de cada cuatro familias era liderada por madres solteras.
Hill explicó a Raeburn que la ausencia paterna da una señal a las jóvenes de lo que el futuro les depara en términos del sistema de apareamiento en el que nacen.
Así lo sintetizó Raeburn: “los hombres no se quedan (en casa) por mucho tiempo, y es posible que su pareja (la de la joven) tampoco lo haga. Encontrar un hombre, entonces, requiere de una acción rápida. Cuanto más pronto ella está lista para tener hijos, mejor”.
Como parte de su estudio, Hill y DelPriore realizaron una serie de experimentos en los que se solicitó a un grupo de mujeres jóvenes que recordaran experiencias con sus padres que hayan sido agradables y desagradables. Encontraron que el recuerdo de un incidente en donde el padre fue distante llevaba a las jóvenes a tener una perspectiva más favorable respecto a las conductas sexuales arriesgadas.
Para afrontar la vida
Una investigación de 2013 encabezado por Kari Adamsons, profesora del Departamento de Desarrollo Humano y Estudios de la Familia de la Universidad de Connecticut, reveló que la participación de los papás –no residentes– en las actividades de sus hijos tenía una fuerte asociación con el bienestar de los hijos.
Mientras que la frecuencia de las visitas del padre o el apoyo financiero tenían un beneficio nulo.
Expertos aseguran que involucrarse con el padre contribuye al desarrollo cognitivo de los niños.
En un estudio realizado por la doctora Lynne Vernon-Feagans, de la Universidad de Carolina del Norte, y quien ha estudiado a fondo cómo adoptan los niños el lenguaje en el hogar, se encontró que el nivel de educación y el uso de vocabulario del padre al leerle a los pequeños durante sus primeros meses de vida contribuyen de manera “única en el desarrollo lingüístico de los niños”, describió Paul Reanbur en otro artículo publicado en New York Post.
“La evidencia sugiere que cuando los papás leen bien un cuento a los niños antes de dormir, su impacto puede ser mayor”, dijo a The Telegraph Adrienne Burgess, codirectora del Instituto de Paternidad, en Reino Unido, una organización benéfica que impulsa la investigación sobre los padres y su impacto en los niños y las madres.
“Las mamás tienden a apegarse al guión, pero los papás conversan en torno a la historia, responden al niño y hacen más preguntas”, añadió.
También existe evidencia de que un padre que se compromete de manera activa en la vida de sus hijos es una pieza clave para prevenir que los mismos incurran en conductas antisociales y el abuso de drogas durante la adolescencia.