En los últimos dos años, a raíz de la pandemia por COVID-19, algunos trastornos del sueño incrementaron entre la población, los casos de insomnio, pesadillas, terrores nocturnos, así como roncopatías o apneas.
De acuerdo con Selenne Verde Tinoco, doctora en la Clínica de Trastornos del Sueño, de la Facultad de Medicina de la UNAM, los factores desencadenantes que afectan la calidad del sueño han sido el estrés y la ansiedad, mismos que pueden ser ocasionados por la incertidumbre o bien al interrumpir las actividades laborales, escolares y sociales. También ha influido el incremento de peso y el cambio de hábitos alimenticios, así como el sedentarismo.
“Esta nueva normalidad y reinicio de actividades también se ha visto involucrada en ciertos factores del sueño, las horarios en los que estábamos acostumbrados a llevar de manera regular tienen que condicionarse con regreso al trabajo y levantarme con el fin que pueda complir con las obligaciones y factores de vida diurna”, externa Tinoco a Reporte Índigo.
Estos cambios derivados de la pandemia tuvieron un notable impacto sobre la calidad del sueño. La doctora afirma, que no cumplir con esta necesidad fisiológica de los seres vivos, tendrá como consecuencia cambios en la salud, los más comunes son cansancio diurno, irritabilidad, problemas de la memoria, es decir, olvidos inmediatos y malhumor.
“Este año, en el Día Mundial del Sueño, queremos hacer un llamado de sensibilización en la población acerca de problemas vinculados al dormir, reflexionar la importancia de la atención; incluso, llegar a prevenirlos y voltear a ver qué tan buena está siendo mi calidad de sueño”, comenta.
La doctora indica que, más allá de la pandemia, la sociedad ha normalizado el sacrificar los tiempos de descanso y está acostumbrada a no dormir las horas que el organismo necesita.
La tecnología y el trabajo en casa, así como el uso excesivo de dispositivos electrónicos, han modificado el estilo de vida y, con ello, se deja a un lado el cuidado del buen dormir. En consecuencia, se asume como normal los trastornos que indican que existe una mala calidad de sueño.
“Si un dia amanezco con sensación de dolor de cabeza, boca seca, mi pareja me dice que estoy roncando, que tengo movimientos anormales, o rechino los dientes, son indicadores que puedo tener un trastorno de tipo respiratorio; a pesar del número de horas que esté durmiendo, o haga actividad deportiva, o no incremento de peso es necesario que se atienda en un espacio que atiendan problemas del sueño”, aclara.
Por ello, Verde Tinoco invita a estar pendientes de que, si a pesar de tener una rutina de horarios regulares, no utilizar algún dispositivo electrónico horas previas antes de dormir o si la recámara se ocupa solamente como un espacio de descanso y existe somnolencia vespertina, es uno de los indicadores de que no existe una buena calidad de sueño.
Tipos de trastornos del sueño
- Insomnio: es la dificultad para iniciar o mantener el sueño.
- Terrores nocturnos: se manifiesta como taquicardias, sudoración, gritos, miedo intenso, episodios de llanto y rigidez muscular mientras la persona duerme.
- Apnea del sueño; trastorno respiratorio nocturno caracterizado por pausas respiratorias de más de diez segundos.
El mito del ejercicio
Si bien la actividad física es importante para tener buena salud, Selenne Tinoco recomienda no hacerlo por las noches, o bien, al menos cuatro horas antes de ir a dormir.
“Es recomendable, por lo menos, 40 minutos por la mañana para propiciar la relajación del cuerpo”, aclara.
Toma nota
La doctora Selenne Verde Tinoco da algunas recomendaciones generales para tratar los casos de trastorno del sueño
- Evitar dispositivos electrónicos, al menos, una hora antes de dormir
¨Esto con la finalidad de que mi cerebro tenga un estado de reposo y tranquilidad, y no esté en alerta e interrumpa el ciclo del sueño”.
- Tener un espacio para dormir
¨Las computadoras e instrumentos de trabajo deben estar en otro sitio de la casa para no transgredir los horarios de sueño”
- No recargar el estómago antes de ir a dormir
¨La cena debe ser ligera y balanceada, y no tener alto contenido de azúcares, los alimentos deben consumirse de dos a tres horas antes de ir a dormir. También se debe evitar el consumo de líquidos, tales como refrescos y café, dos horas antes”