Un altar en huelga por los feminicidios
La artista Tatiana Ortiz-Rubio rinde un homenaje a las víctimas de feminicidio a través de Yo, la peor de todas, una especie de ofrenda con la cual honra la vida de las mujeres y manda un mensaje a no callar
Karina CoronaDos mil 847 mujeres han sido asesinadas entre enero y septiembre de este año, de los cuales dos mil 136 fueron clasificados por las Fiscalías estatales como “homicidios dolosos” y 711 como feminicidios.
Por desgracia, los feminicidios siguen en aumento. La cifra pasó de un promedio de nueve casos por día a 11, según datos revelados este año por la Organización de las Naciones Unidas.
Ante esta realidad por la que han apagado miles de vidas, la artista Tatiana Ortiz-Rubio hizo a manera de homenaje el altar por el Día de Muertos Yo, la peor de todas, en el Auditorio Divino Narciso, del Claustro de Sor Juana.
“Es un altar en huelga; no es un altar tradicional, porque el tema me obliga a no acercarme a él de forma pasiva cuando vemos que el 86 por ciento del territorio nacional está bajo alerta por violencia feminicida y desaparición de mujeres y niñas”, precisa la artista.
El título Yo, la peor de todas hace referencia a lo que Sor Juana Inés de la Cruz escribió en 1695 cuando en el convento de San Jerónimo se desató una epidemia que cobró la vida de muchas monjas.
Con su propia sangre, porque había renunciado al uso de la pluma y tinta, Sor Juana marcó en el arco de la enfermería un poema que hasta el día de hoy hace eco y que la artista Tatiana retomó para su altar como parte de la lucha feminista.
“Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz”, dice la frase de la “Décima Musa”.
Reconocida por ser una de las artistas mexicanas que promueve las artes en la comunidad de San Diego, Ortiz-Rubio se vale de la multidisciplina y encuentra su medio de expresión en las instalaciones, el dibujo, la pintura y el muralismo.
“Es un altar diferente, no quería que fuera pasivo, no es suficiente estar en duelo, es como un recordatorio que necesitamos mantener la voz alzada. Es imposible representar a cada mujer, a cada víctima… pero al honrar la vida de estas mujeres que han muerto a causa de feminicidios, es también un grito de esperanza, porque la fuerza de su voz no murió con ellas, si no que revive en nosotras”, precisa.
Al frente de Yo, la peor de todas, el cual estará hasta el 16 de noviembre, se encuentra un altar con los elementos tradicionales. Aquí la artista, convoca al público a que traigan fotos de su persona fallecida o que en este espacio pongan sus velas o sus flores.
“Las mujeres son constantemente silenciadas, borradas de la historia, sentí que esto era aquello que necesitamos recordar, lo que tenemos que multiplicar para resurgir. No se puede silenciar, no se puede matar y por cada una que caiga se vuelva a levantar, se multiplique en las que estamos aquí todavía y continuamos con sus voces y, por ende, nuestra voz se vuelve más fuerte”.
“Somos las que cayeron, pero no fueron destruidas, somos las silenciadas, pero nunca mudas, las que borraron, pero resurgieron, somos la peor de todas”, concluye Tatiana.
Yo, la peor de todas podrá ser visitada hasta el 16 de noviembre; de lunes a viernes de 11:00 a 18:00 horas; los sábados de 10:00 a 14:00
El poder del sonido en la ofrenda
El mapa sonoro de la ofrenda está compuesto de dos elementos, el primero son las voces de la comunidad de la Universidad del Claustro de Sor Juana que nombran a las víctimas de feminicidios en México.
El segundo elemento es un telón cromático que interpreta en frecuencia de onda un poema antiguo que se descubrió con los rollos del Mar Muerto.
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