¿Quién iba a decir que la lengua materna puede beneficiar o perjudicar nuestras finanzas y nuestra salud? Y que además puede influir, para bien o para mal, en nuestra conducta.
Tan increíble o exagerado que parezca, Keith Chen, economista de la Universidad de Yale, cuenta con evidencia que respalda esta teoría que ha sido objeto de crítica por especialistas del gremio y lingüistas.
Su investigación más reciente, publicada este año en American Economic Review, revela que las personas que hablan lenguas que tienen fuertes referencias al futuro (verbos que utilizan) tienden a ser menos responsables a la hora de planificar el futuro que aquellos que utilizan lenguas con débiles referencias.
Quienes hablan idiomas con orientación al futuro, como el inglés y español, utilizan un tiempo verbal distinto, a diferencia de los alemanes. Es decir, que hablan en tiempo presente para referirse al futuro.
“En inglés debes decir ‘it will rain tomorrow’ (mañana lloverá)”, por ejemplo, “mientras que en alemán puede decirse ‘morgen regnet es’ (llueve mañana)”, explicó Chen a la BBC.
En su estudio, centrado en lenguas distintas del continente europeo, Chen encontró que quienes hablan lenguas que no usan el futuro, como el estonio y el mandarín, suelen ahorrar 39 por ciento más al momento de su retiro y son 24 por ciento más propensos a fumar que su contraparte.
Chen argumentó que “el acto de ahorrar está relacionado fundamentalmente con entender que tu ‘yo’ futuro –la persona para la que ahorras– es, en algún sentido, equivalente a tu ‘yo’ presente”.
Y “si el idioma separa el futuro y el presente en su gramática, eso, aparentemente, hace que uno disocie un poco el futuro del presente cada vez que habla”, recalcó.
“Eso efectivamente hace que sea más difícil ahorrar”, subrayó el economista. Lo mismo sucede con hábitos como fumar y/o comer.