Utilizar smartphones y otros gadgets por tiempo prolongado se puede traducir en distintos males y padecimientos. Un ejemplo de estos es el llamado “WhatsAppitis”, término acuñado a las lesiones en las muñecas a causa de sostener algún dispositivo durante mucho tiempo.
También está la tendinitis, que afecta los tendones en las manos por enviar mensajes o utilizar smartphones a lo largo de horas, diariamente, según un estudio publicado en American Journal of Physical Medicine & Rehabilitation.
Y es que las campañas se han centrado acertadamente en concientizar sobre manejar y mandar mensajes al mismo tiempo para prevenir accidentes y evitar desenlaces fatales, pero poco se ha dicho sobre los problemas de salud que pueden aquejar a las personas que “textean” en exceso, tales como los que se mencionaron en las manos y muñecas.
Ahora, un nuevo estudio a cargo del Centro de Cirugía Espinal y Medicina de Rehabilitación de Nueva York indica que la posición que se toma cuando se “textea” daña directamente al cuello y la columna, y es equiparable a que esta última cargara 27 kilogramos sobre ellos. Este mal está descrito como “text neck”, término acuñado por Dean Fishman en el 2008.
Kenneth Hansraj, cirujano que realizó el estudio y el cálculo equivalente, alega que el estrés que causa el texting sobre el cuello “puede conducir a un desgaste prematuro, desgarre, degeneración y posiblemente a la cirugía”.
Las conclusiones del estudio de Hansraj fueron publicadas en la revista científica Surgical Technology International, y partieron de simulaciones hechas en una computadora, en base a la columna vertebral de una persona que veía su celular, en una postura que adopta la gran mayoría: inclinando la cabeza.
De hecho, una publicación en SinEmbargo.mx alude a este experimento y enfatiza que “15 grados de inclinación hacia adelante el peso aumenta a 12 kilogramos, con 30 grados crece a 18 kg, a 45 grados sube a 22 kilos, y finalmente cuando el encorvamiento llega a los 60 grados, el peso es de 27 kilos, el equivalente a llevar a cuestas a un niño de nueve años”.