“Tepalcates” invita a reflexionar sobre la migración a través del movimiento

¿Tepalcates? Era una palabra familiar, pero desconocida para el coreógrafo Duane Cochran. Una vez platicando con un amigo diseñador, este le contaba que tenía que dar una conferencia sobre un trabajo que estaba haciendo sobre tepalcates y fue ahí donde la palabra resonó en su cabeza.

Su primera referencia era una parada del Metrobús, en Ciudad de México, que se llamaba así. Aunque la palabra en su cabeza sonaba muy musical, nunca supo qué ere ni de qué se trataba, así que su amigo le explicó que era una tasa fija de barro quebrada.

Ahora Tepalcates es el nombre de su nueva pieza dancística que habla, principalmente, sobre las migraciones de los seres humanos, no solo físicas, sino emocionales y psicológicas, aquellas que hacen que las personas pasen de un estado emocional al otro o simplemente viven cambios.

“Habla de los cambios en sus comportamientos, porque no les está resultando o ya no están sintiendo chido, por decirlo, y eso te causa una búsqueda, te entra mucha inquietud de que necesitas encontrar, buscar algo, tu identidad, dónde pertenece; entonces, a través de las migraciones hay cinco hombres, porque se trata de una migración a través de la masculinidad”, explica el coreógrafo, en entrevista con Reporte Índigo.

Con una duración de 70 minutos, y música original de los compositores Rodrigo Sigal y Alejandro Escuer, la obra coreográfica está estructurada en siete escenas o episodios dancísticos, interpretados por cinco bailarines, en los que se verán plasmados temas como: la nostalgia, la incertidumbre, la esencia masculina, y el amor distante.

“Los cinco hombres están rotos, están en busca de algo y se encuentran, se van conociendo unos a los otros y ellos mismos. La obra se trata de ese encuentro, de ese descubrimiento del ser humano y de otros aspectos que todos tenemos dentro, pero no lo sabíamos, hasta que empezamos”, comparte Cochran.

Tepalcates empieza con un vídeo que muestra imágenes bastante fuertes mientras suena música en vivo. La escenografía está compuesta por una serie de rejas que forman un laberinto, porque toda la migración que los hombres emprenden es a través de un camino laberíntico. El vestuario es de tonos como de barro.

La migración es un tema que siempre ha generado inquietud en Duane Cochran, ya sus papás fueron migrantes en Estados Unidos. Él nació allá y después se vino a vivir a México, y aunque ya tiene muchos años viviendo aquí y está nacionalizado, se sigue sintiendo extranjero.

“Es como una cicatriz que antes era una llaga, pero después se cerró y dejó una marca, la herida se cerró, pero dejó la cicatriz que te recuerda que algo pasó ahí, tal vez no tan agradable, pero siempre está ahí. Muchas veces cuando haces tu vida en otro país es como esta cicatriz que te va recordando que no es tu cultura ni tus raíces.

“Es una sensación muy fuerte y pues bueno, todo eso me hace mucho ruido y por eso quise hacer esta obra. A veces estamos rotos, no estamos muy bien y necesitamos reflexionar”, comparte.