La llamada “depresión estacional” es la antesala del invierno. Y trae consigo el Seasonal Affective –or mood– Disorder (SAD), que en español se traduce como Trastorno Afectivo Estacional, el cual se caracteriza por ser un síndrome afectivo con un patrón de depresión durante cierta época del año. Con mayor incidencia en otoño e invierno.
Entre los síntomas más comunes del SAD están cambios en el humor y en los hábitos del sueño, así como desbalance en los niveles de energía. Por eso en los días nublados, sobre todo cuando recién se terminó el horario de verano, las personas se sienten “desganadas”. Pero para que una persona padezca realmente SAD y no solo esté desganada por el frío o la lluvia, debe tener los síntomas año con año.
De hecho, los síntomas varían en cada persona y son muy similares a los de una depresión común (no severa). Estos son disminución del apetito sexual, necesidad de dormir por tiempo prolongado y falta de interés en actividades del día a día.
El SAD afecta con mayor incidencia a las mujeres y es común entre las personas que tienen entre 18 y 30 años. Aunque también se puede desarrollar a cualquier edad.
Y es que hasta la humedad y las lluvias afectan directamente a las personas, e influyen en su estado de ansiedad.
A su vez, los cambios en el humor por este trastorno estacional –también conocido como “winter blues”– afectan los hábitos alimenticios de las personas, por ello tienden a consumir –en algunos casos compulsivamente– cierto tipo de comidas. Pero la clave para disminuir los efectos y síntomas del SAD también está en el tipo de comidas que se ingieren.
Somos lo que comemos
De acuerdo a una investigación publicada recientemente en Journal of Psychopharmacology, las personas que durante 30 días tomaron una bebida de chocolate amargo –con 500 miligramos de polifenoles de cacao– una vez al día dijeron que se sintieron más calmadas y contentas que quienes no lo hicieron o que tomaron menos.
Chris “The medicine hunter” Kilham, dijo a la BBC que el cacao estimula la producción de serotonina en el cerebro, y “casi todos los antidepresivos que existen pretenden ya sea aumentar la serotonina o mantenerla en el cerebro por más tiempo. El chocolate o el cacao también logra esto bastante bien”.
Para no sufrir síntomas por la depresión estacional, se debe evitar a toda costa sucumbir a los tentadores carbohidratos (que vienen disfrazados de comfort foods). El rápido aumento y caída de glucosa afecta directamente los niveles de energía y el humor, dice Linda Pourmassina, del departamento de medicina interna del Policlínico de Seattle.
También se recomienda beber menos alcohol, pues tiene el mismo efecto que los carbohidratos y el azúcar.
La culpa la tiene el frío
Cuando llega el otoño y más aún al comenzar el invierno, es común que las personas se sientan “apagadas” o con falta de energía. Y eso podría ser producto de los cambios de clima y de los hábitos alimenticios. Ambos factores son clave para el estado de ánimo.
A pesar de que el invierno no ha llegado todavía, los días nublados y con lluvia, además del cambio de horario, traen consigo cambios en los estados de ánimo.
Con el frío, algunas personas son más susceptibles a sentir emociones negativas como tristeza y apatía. La evidencia a la fecha apunta a que el SAD afecta entre el 6 y 10 por ciento de la población general.
Estar triste sale caro
Cuando las personas caen en un “pozo” de tristeza pueden realizar compras compulsivas, por muy estereotipado que suene. Y estudios han demostrado que la tristeza incita a que las personas tomen malas decisiones económicas.
En el 2008, un grupo de científicos de las universidades de Stanford y Harvard realizaron un estudio para ver cómo influía y afectaba la tristeza a la hora de irse de shopping. Los resultados indicaron que las personas tristes y muy centradas en sí mismas, tienden a gastar más dinero para adquirir los mismos productos que aquellas personas que se encuentran en un estado emocional neutral. De hecho, los que estaban tristes ofrecieron casi 300 por ciento más para comprar el producto que los participantes neutrales.
Las conclusiones fueron publicadas en la revista científica Psychological Science.