Doloroso placer

Sí creías que hacerse un tatuaje grande sólo es de hombres fornidos o mujeres rudas para quienes no existe el dolor, no es así. Estudios recientes demostraron que rayarse la espalda, brazos, torso o cuello lejos del miedo que puede representar para algunos genera otras reacciones positivas que incluyen hasta el aumento del deseo sexual.

Y es que el hecho de que una aguja penetre en la piel en repetidas ocasiones durante un largo período de tiempo hace que durante la etapa de dolor el cerebro libere adrenalina, epinefrina y endorfina, estas ayudan al organismo a tolerar el miedo y el dolor, además ocasionan una respuesta que incluso puede resultar placentera.

El cuerpo es sabio

Para lucir un dragón, tribal, letras chinas –a saber lo que dirá el mensaje…– o el dibujo que sea que quieres llevar de por vida, es imprescindible que las agujas impregnadas en tinta penetren bajo tu piel una y otra y otra vez, describe el portal abc.es y cuando empiezan los pinchazos el organismo reacciona para luchar y paliar el dolor activando el sistema nervioso simpático. Esto hace que comencemos a descargar más adrenalina de lo normal, lo que acelera la respiración, el ritmo cardíaco y aumenta la energía. Pero no sólo eso.

Como se suele decir, el cuerpo es sabio y acompasa los altos niveles de la también conocida como epinefrina con una buena dosis de endorfinas. ¿Qué mejor aliado contra el miedo y el malestar que la hormona de la felicidad?

Un plus: más deseo

Las endorfinas actúan como analgésicos naturales. Ambas sustancias químicas –adrenalina y endorfinas– vienen del cerebro e inundan el cuerpo con un inesperado estado en el que se experimentan sensaciones de tensión y relajación al mismo tiempo.

Comer chocolate, tomar el sol o practicar sexo son situaciones en las que aumentan las endorfinas y se produce la calma, mejora el humor y reduce el dolor.

Son muchos los que disfrutan de orgasmos intensos cuando se incrementa la cantidad de estas hormonas en la sangre.