Tangoterapia, salvavidas contra el Parkinson

En México, esta condición es la tercera enfermedad neurológica más común, por ello, Brandy Ruvalcaba ofrece una terapia novedosa y divertida para luchar contra este padecimiento y empoderar a los pacientes
Montserrat Sánchez Montserrat Sánchez Publicado el
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“No sé explicar lo que siento cuando los veo bailar, saber que dan su mayor esfuerzo y que por un momento el Parkinson no existe para ellos, es algo indescriptible”, asegura Brandy Ruvalcaba, creadora de la Tangoterapia, actividad física que ayuda a personas que padecen de dicha alteración neurológica.

El que su madre fuera diagnosticada con Parkinson, motivó a Brandy a desarrollar esta técnica para que las personas pudieran tener control sobre sus cuerpos, ya que los pacientes presentan, como principal síntoma, un temblor constante.

De acuerdo con la Secretaría de Salud federal, la enfermedad de Parkinson (EP) es una patología crónica degenerativa que se manifiesta a lo largo del tiempo y se caracteriza por la pérdida progresiva de neuronas productoras de dopamina en áreas específicas del cerebro.

La enfermedad suele comenzar entre los 50 y 65 años; sin embargo, existen casos antes de los 40 años y se le conoce como Parkinson juvenil. Este padecimiento puede presentarse tanto en hombres como en mujeres y no es hereditaria ni contagiosa y puede ser tratado y controlado

En el mundo, entre 150 y 200 personas por cada 100 mil padecen la enfermedad. En México, 50 por cada 100 mil habitantes pueden tenerla, de acuerdo con el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN), y se sabe que este padecimiento va en aumento.

¡Que empiece la música!

Vestida con ropa deportiva y con el cabello en una coleta, la maestra y bailarina profesional Brandy Ruvalcaba reúne a su grupo de alumnos, 16 adultos mayores, para iniciar los ejercicios de su Tangoterapia.

Formados en un salón, al interior de la Asociación Mexicana de Parkinson (Ampac), los alumnos miran a su maestra para seguir sus instrucciones y concentran toda su atención en hacer los ejercicios, desde sus pasos propedéuticos hasta el baile en pareja.

“Yo no tengo Parkinson, pero mi mamá sí, además, yo misma sé lo que se siente que tu cuerpo no reaccione, que tú digas a la derecha y vaya a la izquierda”, platica, en entrevista para Reporte Índigo, la maestra originaria de Guadalajara, quien de pequeña se enfrentó a diversas discapacidades físicas

Tuve problemas de mi cintura para abajo, me ponían tubos en las piernas, hacía varios ejercicios para poder caminar, pero era sólo una niña, no entendía que eso podía ser un problema para poder realizar mi sueño de ser bailarina, tal vez por eso nunca lo vi como algo imposible, tal vez en el fondo siempre supe que lo iba a lograr, asegura Brandy

En la lucha por alcanzar su sueño de ser bailar, Ruvalcaba, quien tuvo que esforzarce el triple que sus demás compañeros para poder seguir su nivel, comenta que para poder conocer más a fondo su propio cuerpo y así entenderlo mejor, también tomó clases de anatomía y nutrición, mismas que le sirvieron para implementar su metodología de Tangoterapia.

“Todo lo que he hecho a lo largo de mi vida ha sido para mejorar mi danza, pero sí hubo un cambio cuando hace poco le detectaron a mi mamá la enfermedad de Parkinson. Para mí ella es lo más importante, pero yo venía saliendo de esta situación tan difícil que fue lograr bailar, por eso yo no me quería regresar a Guadalajara, pero sí quería ayudar a mi mamá, por eso pienso que si ayudo a la gente que tiene Parkinson acá en la Ciudad de México, pues por la ley de inercia alguien en Guadalajara va a ayudar a mi mamá”, relata la maestra.

Logros de la terapia

Patricia Gil no se ha perdido las clases de Tangoterapia desde que la maestra Brandy llegó a Ampac hace cuatro años, pues para ella este ejercicio es su oportunidad de comunicarse con otros y de poder transmitir felicidad con sus demás compañeros.

A sus 66 años, a Gil el tango la ha salvado, ya que mientras ella baila, la enfermedad no existe. “Siento muy bonito cuando bailo, cuando me salen los pasos me pongo feliz y a gusto, se me olvida completamente el Parkinson”.

Patricia, quien desde hace 15 años vive con la enfermedad, afirma que si bien lo que más le costó trabajo fue poder acoplarse a otras parejas, ya que cada persona tiene diferentes capacidades y movilidad, no cambiaría por nada el orgullo que siente cuando le sale el giro de ocho y logra avanzar con su acompañante; ese momento de avanzar con alguien es como si estuviera volando, dice.

Mayela Rodríguez, doctora del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, detalla que el ejercicio en general es algo bueno, ya que los ayuda a mantenerse activos, mejorar su cuestión motora y también para la memoria y funciones mentales, porque brinda mayor coordinación y así el cerebro trabaje mejor.

El tango es lo más recomendable, ya que tiene un ritmo específico, se hace acompañado de una pareja, lo cual puede brindarles mayor seguridad en sus movimientos y mejora su fuerza muscular que a su vez ayuda a modificar, por ejemplo, su postura, explica, a Reporte Índigo, la doctora del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía

Mantener mejor su equilibrio, coordinar varios movimientos al mismo tiempo y ser capaces de sostener a otra persona son algunos logros físicos que los alumnos obtienen en una clase donde la maestra los ayuda con actividades como mantener la espalda derecha, tener el pecho arriba y hacer un paso largo.

Ruvalcaba, quien desde hace cinco años ha llevado a cabo con éxito esta terapia, afirma que no sólo hay cambios físicos visibles en sus alumnos, sino también en sus estados de ánimo, ya que esa es la primera etapa de la Tangoterapia: cuidarlos anímicamente.

“El Parkinson es una enfermedad muy cruel, lo primero que hacen las personas que la padecen es deprimirse y encerrarse en su casa, y es que hay que tratar de entenderlos. La mayoría de ellos fueron personas muy activas”, comenta la maestra.

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