Seductor, frío, observador, audaz, elegante y reservado, el agente 007, James Bond, es un personaje que tiene 50 años conquistando la literatura, el cine y la televisión.
Pero fuera de su refinado y atractivo encanto, James Bond era nada más ni nada menos que un soltero que corría el riesgo de padecer “cirrosis, impotencia y otros problemas de salud”, según una investigación publicada en la edición especial de Navidad de la revista científica British Medical Journal (BMJ).
El estudio de la BMJ analizó las 14 novelas de Ian Fleming y mencionó que el 007 consumía cinco Martinis diarios. De hecho, se alegó que el personaje estaba “en riesgo de muerte”.
“El nivel de funcionamiento físico, mental y sexual que llevaba Bond de acuerdo con las novelas, es incompatible con el nivel de alcohol que consumía” , señaló la investigación a cargo de expertos de Nottingham y Derby, en Inglaterra.
Y es que en medio de su encanto irresistible, tanto las chicas Bond, como el público, han dejado pasar por alto que el agente 007 era un alcohólico.
Pese a ello, su tradicional vodka Martini “agitado, no revuelto” se volvió el coctel más famoso del cine y se considera un elemento icónico dentro y fuera de la trama.
A la semana, James Bond consumía 92 unidades de alcohol (736 gramos). Es decir, cuatro veces más del máximo que se recomienda para un hombre promedio en el Reino Unido.
Por muy audaz que haya sido el agente inglés, el estudio británico apuntó que “no es el hombre al que se le confiaría la desactivación de una bomba nuclear”.
En alguna ocasión, el experto en bebidas californiano Josh Curtis dijo que Bond pedía su Martini con menos vermut. Incluso indicó que esta bebida no debería agitarse, pues se puede ver “turbia”, pero que el personaje británico lo pedía de esa manera debido a que, irónicamente, “Bond necesitaba mantenerse alerta y no emborracharse. Cuando se bate un Martini, se rompe el hielo diluyéndose en la bebida. Cuanto más se bate un cocktail, se consigue más disolución”.