Son como adultos
Presión arterial alta, diabetes tipo 2 y obesidad son padecimientos que aparecen en la vida adulta. Sin embargo, ahora son más los niños que desarrollan enfermedades crónicas que, por lo general, llegaban en la mediana edad o incluso después.
¿Quién iba a pensar que un niño o un adolescente iba a tener problemas que afectaban a nuestros papás?
Expertos de la Escuela de Medicina de Harvard informaron en una investigación que cada vez son más los casos de niños y jóvenes con presión arterial alta e incluso con dolor en las articulaciones.
María Alesandra Pámaneshttp://www.youtube.com/watch?v=__nBp_xI2Xk
Presión arterial alta, diabetes tipo 2 y obesidad son padecimientos que aparecen en la vida adulta. Sin embargo, ahora son más los niños que desarrollan enfermedades crónicas que, por lo general, llegaban en la mediana edad o incluso después.
¿Quién iba a pensar que un niño o un adolescente iba a tener problemas que afectaban a nuestros papás?
Expertos de la Escuela de Medicina de Harvard informaron en una investigación que cada vez son más los casos de niños y jóvenes con presión arterial alta e incluso con dolor en las articulaciones.
De hecho, la revista Hypertension, de la American Heart Association, dio a conocer que hay un 27 por ciento de aumento en la proporción de niños de entre ocho y 17 años que sufren de presión alta.
Y es que los pediatras ahora se están enfrentando a casos en los que los pequeños tienen presión arterial alta (lo que aumenta que de adulto desarrolle hipertensión), apnea y diabetes tipo 2. Hace pocos años, estos padecimientos crónicos formaban parte de un diagnóstico en personas de 40 años o más.
“En el pasado, los niños con hipertensión tendían a ser aquellos con enfermedades subyacentes como insuficiencia renal, o aquellos con anomalías vasculares o problemas genéticos específicos”, dice Pamela Singer, doctora de la división de Nefrología Pediátrica del Hospital Infantil del Centro Médico Montefiore, en Nueva York.
Singer agrega que “ahora la gran mayoría de los casos de hipertensión que estamos viendo, son ‘hipertensión del adulto’ (…) en gran parte esto está relacionado a la dieta y el estilo de vida (…) y el fenómeno también aplica a otras enfermedades ‘adultas’”.
En el caso de obesidad, la National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES), reportó que los 8 mil 300 niños (encuestados entre 1999 y 2008) de los que se analizó su estado de salud, su alimentación y estilo de vida demostraron tener más amplia el área de la cintura, en comparación con los 3 mil 200 que participaron en esta investigación entre 1988 y 1994. El 25 por ciento de este grupo fue dos veces más propenso a tener presión arterial alta, según TIME.
“La progresión del sobrepeso y de la obesidad en la infancia ha sido muy importante en las últimas dos décadas en los países occidentales (…) La obesidad puede verse ya en el lactante, en el niño preescolar, escolar y adolescente”, dice Jesús Argente Oliver, director del Departamento de Pediatría de la Universidad Autónoma de Madrid.
Según la Fundación Española del Corazón, el 30 por ciento de los jóvenes tiene hipertensión. Sin contar que también hay casos de niños y adolescentes con problemas de colesterol alto.
Y debido a que la presión arterial alta en un niño puede desencadenar que en su adultez desarrolle hipertensión, el profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, Bernard Rosner, señala que es sumamente importante un diagnóstico temprano, pues “muchas personas no saben que la tienen”.
En enero de este año, la Academia Americana de Pediatría (AAP) publicó que los pediatras no están familiarizados con tratar la diabetes de adultos (tipo 2), sino la tipo 1.
Esto debido a que, en la mayoría de los casos, los niños son diagnosticados por diabetes tipo 1.
La AAP dijo en un comunicado que hay un número creciente de niños con diabetes tipo 2 (uno de cada tres casos), en la que “el aumento de peso agranda las células de grasa, lo que afecta la capacidad del cuerpo para descomponer los azúcares”.
Entre juguetes y pastilleros
Los niños no solo tienen iPads, celulares y laptops a una edad temprana como los adultos, sino que también están tomando medicamentos por tiempo prolongado, tal como los mayores, una tendencia que preocupa a la pediatría, añade TIME.
Se están creando “niños medicados”, a quienes se les dificulta desarrollarse y participar en deportes como cualquier otro niño, dado que “muchos medicamentos tienen efectos secundarios negativos”, dice Dyan Hes, fundadora de Gramercy Pediatrics.
Psicológicamente ‘adultos’
Los niños también están sufriendo males y trastornos mentales que no son propios de su edad. Aunque la genética influye, el estilo de vida y el acceso a la tecnología a una edad temprana también son factores a considerar en casos de niños con depresión, estrés y ansiedad.
Además, expertos señalan que el adulto se ha encargado de fomentar un ritmo de vida “adulto” para sus hijos.
Montserrat Graell, del área de Psiquiatría y Psicología Infantil y Juvenil del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, en Madrid, dice que “ha mejorado la detección, diagnóstico y tratamiento de los trastornos mentales de niños y adolescentes, lo cual puede simular un incremento en cifras de prevalencia”.
Pero, algunos síntomas mentales –de índole sociocultural–, como la alimentación, “han incrementado en los últimos 30 años”, menciona Graell.
Adultos con enfermedades de niños
No solamente los niños están desarrollando padecimientos que no son propios de su edad, también los adultos pueden sufrir condiciones que por lo general dan en la infancia.
Entre los padecimientos están la varicela, que al 90 por ciento de las personas les da antes de los tres años. Los síntomas son parecidos a los que presentan los niños, pero en adultos puede complicarse y se puede presentar encefalitis y neumonía.
También paperas, que es común en adolescentes, actualmente hay brotes también en adultos (esta enfermedad se puede contagiar por el intercambio de saliva en un beso).
Sin embargo, en la adultez causa que pueda también aparecer meningitis viral benigna. Y en el caso de sarampión en el adulto, la situación también se complica más que en los niños (a menos que la persona esté vacunada de esta contagiosa enfermedad).