Julianne Moore quien es originaria de Carolina del Norte se mudó a Nueva York en 1983, donde empezó trabajando como mesera y logró colarse en producciones pequeñas de teatro y televisión.
Sería hasta 10 años después que el cineasta Robert Altman en su producción “Short cuts” le lanzaría a la fama internacional. La producción ganó el León de Oro y la Copa Volpi por Mejor Ensamble Actoral en el Festival Internacional de Cine de Venecia.
Entre la vasta filmografía de la también productora y escritora destaca su participación en películas como “El mundo perdido” (1997) secuela de “Parque Jurásico” de 1993, ambas dirigidas por Steven Spielberg, “Boogie nights” del mismo año, “Magnolia” de 1999, cintas que dirigió Paul Thomas Anderson, “El gran Lebowski” en 1998 de los hermanos Coen, “Hannibal” (2001), “Las horas” del 2002, “Niños del hombre” (2006) bajo la dirección de Alfonso Cuarón, “Mapa a las estrellas” del 2014 del canadiense David Cronenberg, entre otras.
Y es que con una carrera llena de colaboraciones exitosas al lado de directores pertenecientes a Hollywood como del cine independiente, Julianne Moore se llevó el Oscar este año por “Siempre Alice” (2014), que también le valió el Globo de Oro, el premio BAFTA y el Premio del Sindicato de Actores a la Mejor Actriz.
El dolor del olvido
Cuando pensamos en “Eso nunca me va a pasar a mi” al ver una película, podremos llegar a estar equivocados sobre todo para quienes vean “Siempre Alice”, una producción de corte independiente que habla acerca del Alzheimer.
Esta enfermedad del siglo 20 que aqueja sin discriminación a todo tipo de personas, es la médula central en el drama protagonizado por Julianne Moore, siendo ella víctima temprana de este padecimiento degenerativo sin cura o prevención posible, más el problema de ser hereditario.
La película funciona como una llamada de alerta para quienes desconocen el cómo se vive esta clase de demencia, pasando desde las primeras fases en las que se olvidan cosas tan simples como una conversación del día anterior, a como la persona que padece se ve imposibilitada en depender de sí misma.
Una producción sencilla pero bien lograda es lo que ofrece el filme que contó con un presupuesto de 5 millones de dólares.
El compositor inglés Ilan Eshkeri entrega un soundtrack emotivo con un leitmotiv digno de recordar para los amantes de la música instrumental.